Sociedad
15 febrero, 2022 | Por María Eugenia Sidoti
Nise da Silveira: La creatividad como herramienta para curar
Descubrí la historia de esta médica brasileña que se opuso a las formas agresivas de tratamiento psiquiátrico, como el electroshock y la lobotomía, y con sus aportes logró revolucionar el pensamiento científico de su época.

Hay una escena de la película Nise, el corazón de la locura que la pinta en cuerpo y alma: ella toma entre sus brazos a un hombre enfermo de esquizofrenia, uno de los más violentos, en medio de un brote y lo arrulla como a un bebé. Él, entonces, se calma. El film narra la historia de la doctora Nise da Silveira (1905-1999), una médica psiquiatra brasileña cuyo legado terapéutico y humano todavía conmueve. «Nosotros pretendemos la recuperación de hombres considerados harapos», dice hacia el final la verdadera Nise, en una de las entrevistas que brindó en vida para esta producción audiovisual de ficción que refleja un momento fundamental de su biografía.
Mujer valiente de corazón noble, Nise debió luchar una y otra vez contra los cánones patriarcales de su tiempo. La violencia con la que eran tratados los pacientes psiquiátricos durante las internaciones prolongadas en Brasil –y también en otras partes del mundo– durante la década del 40, la llevó a buscar otras formas de curar. Eran épocas de técnicas violentas como el electroshock y la lobotomía.
Ella siempre creyó en el valor de la persona por sobre los avances de métodos científicos muchas veces cruentos. Abrazos, contención y escucha fueron algunas de sus herramientas terapéuticas. Por eso, la observación y la paciencia fueron las grandes aliadas de su labor. También el descubrimiento de la obra del psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, a través de cuyos escritos comprendió la importancia del inconsciente y de cómo el arte podía tener un potencial transformador en las personas con esquizofrenia.
Gracias a su trabajo, Nise cambió la perspectiva de la salud mental en su país y también en otros, donde hizo escuela, aunque sus aportes no siempre sean puestos en valor por la medicina tradicional. El trabajo, claro, no le resultó para nada sencillo: el hecho de ser mujer y de tener ideas de avanzada, hizo que tuviera que enfrentar resistencias y muchos prejuicios. Poco le importó que sus compañeros varones se rieran de sus consideraciones, o que la dejaran al margen de la mayoría de sus grandilocuentes interpretaciones y charlas. Ella desoyó las burlas, las críticas, los mandatos.
Sola, en silencio, navegando muchas veces a oscuras y contra la corriente, Nise igual logró hacerse oír. Y no solo en el campo médico, sino también artístico: a través de sus talleres de creatividad, las producciones de los internos con los que trabajó fueron exhibidas en distintas salas del mundo y recibieron el aplauso de los más importantes críticos de arte. Un rasgo singular distinguía la esencia de casi todas las obras: había en ellas mandalas, círculos, estrellas y flores, una geometría sagrada que evidenciaba la enorme riqueza del inconsciente humano.
Historia de una pionera
Nacida en Maceió el 15 de febrero de 1905 y educada en el colegio de señoritas Santísimo Sacramento de esa ciudad, decidió tempranamente que quería ser médica. Desde siempre, su interés se centró en ayudar a las personas y con ese espíritu se mudó a San Salvador de Bahía para estudiar en la Facultad de Medicina de esa ciudad. Cuando se graduó, en 1926, fue la única mujer de una promoción de 157 alumnos varones. Allí conoció al sanitarista Mário Magalhães da Silveira, uno de sus compañeros de promoción, con quien se casó. Juntos recorrieron nuevas áreas de conocimiento, integrando la perspectiva científica con la política, a través de nociones como las de opresores y oprimidos, desigualdad y pobreza.
“Todo el mundo debe inventar algo, la creatividad reúne varias funciones psicológicas importantes para la reestructuración de la psique. Lo que cura, fundamentalmente, es el estímulo a la creatividad. Ella es indestructible y está en todas partes”.
Nise da Silveira
En 1932, con tan solo 27 años, la flamante doctora ganó un concurso para el puesto de psiquiatra en el Servicio de Asistencia a Psicópatas y Profilaxis Mental del Hospital de Praia Vermelha, donde comenzó a trabajar un año más tarde. Pero sus concepciones la llevaron a confrontar en varias oportunidades con los tratamientos utilizados en su sector y, como no se adaptaba a las normas establecidas, los demás profesionales desconfiaban de ella. Por considerarla «peligrosa y marxista», una enfermera del hospital la denunció a la policía y pasó un año y medio tras las rejas. “Hay que asombrarse, indignarse y contagiarse, solo así es posible cambiar la realidad”, escribió la doctora en uno de sus cuadernos mientras aguardaba recuperar la libertad.
En 1944, reintegrada al servicio público, llegó al Centro Psiquiátrico Nacional Pedro II (hospital que hoy lleva su nombre) de Río de Janeiro. De allí parte la película que ilustra su vida; de ese día en el que entró erguida, con su delantal blanco, impecable, y tuvo que enfrentar nuevamente la mirada de desprecio de sus colegas. Pero, lejos de claudicar en sus ideales, la médica retomó enseguida su lucha contra las técnicas psiquiátricas de aquel entonces. El electroshock (con descargas de electricidad para inducir convulsiones), la lobotomía (practicada con una pinza para picar hielo como elemento punzante destinado a desconectar zonas del cerebro) y la insulinoterapia (un efecto de choque para llevar al enfermo al estado de coma), entre otras, eran los agresivos tratamientos que estaban de moda por esos años, sin importar que, a raíz de lo invasivo de las prácticas, muchos pacientes morían.


En la película Nise, el corazón de la locura, la actriz Glória Pires interpreta a la perfección el espíritu de una médica que se animó a cuestionar las ideas de su tiempo.
Arte para ayudar a sanar
Cansados de los constantes reclamos y quejas de la médica, los directivos del centro psiquiátrico enviaron a Nise al área de menor importancia del lugar: el Servicio de Terapia Ocupacional. Allí, ella debía organizar las actividades asignadas a los enfermos: mantenimiento y limpieza del sector. Pero la psiquiatra tenía otros planes para ellos y, al poco tiempo, creó un taller de arte que comenzó a funcionar a través de la pintura y el modelado de arcilla. Inspirada por la obra de Jung, la psiquiatra quería indagar acerca de los efectos de la dimensión simbólica y la creatividad para tratar la esquizofrenia. El resultado de aquellos encuentros fue sorprendente para todos: hombres y mujeres, que tiempo antes estaban desconectados de la realidad o incluso tenían conductas muy violentas, comenzaron a florecer de la mano del trabajo manual dando a luz obras increíbles, dignas de verdaderos artistas.
“De las imágenes surgirán no solo revelaciones sobre el cuerpo psicológico y físico, sino también descubrimientos del potencial mental del ser humano. Los descubrimientos futuros sobre el inconsciente revolucionarán la historia de la raza humana”.
Nise da Silviera
Maravillada por los resultados, la médica compartió algunas fotos por correspondencia con el mismísimo Carl G. Jung, quien le respondió agradecido por sus aportes, entablando a partir de ahí un nutrido intercambio epistolar. Fue el psiquiatra suizo quien la convenció de presentar las creaciones de los pacientes en una muestra. En 1952, Nise fundó el Museo de Imágenes del Inconsciente, un centro de investigaciones para preservar los trabajos producidos por los internos, otorgándoles un valor artístico y científico. Años más tarde, esos trabajos formaron parte del «II Congreso Internacional de Psiquiatría» que se celebró en Zúrich y durante la exposición, Jung le recomendó a Nise estudiar mitología para lograr un acercamiento más profundo con la producción de los enfermos.
“Lo que mejora el servicio es el contacto afectivo de una persona con otra. Lo que cura es la alegría, lo que cura es la falta de prejuicios”, solía decir la doctora da Silveira a aquellos que trataban a las personas enfermas como «locos». Mostrar lo que la medicina convencional trató durante mucho tiempo de acallar fue su gran contribución a la psiquiatría, poniendo de manifiesto el poder autoreparador del inconsciente humano a través de la creatividad. “La psiquiatría para mí es un estudio profundo del ser. Nunca estuve de acuerdo con el concepto de enfermedad mental denunciado como crónico. Veo a los enfermos como seres capaces de delicadeza, y no todos somos capaces de delicadeza”, sostuvo la médica, que también incluyó en sus terapias la ayuda de perros y gatos, a quienes llamaba «mis coterapeutas», por las mejoras visibles que alcanzaban las personas en contacto con ellos. Algunos de esos procesos de crecimiento emocional fueron descritos en su libro Gatos, A Emoção de Lidar, publicado en 1998.

El Museo de Imágenes del Inconsciente, creado por la psiquiatra Nise da Silveira con el estímulo de Carl G. Jung, cuenta con unas 360.000 obras y el reconocimiento de los críticos de arte.
Florecer de la mano de la creatividad
Varios de sus pacientes lograron una notable mejoría gracias a la terapia de creatividad. Como Emygdio de Barros, que se recuperó y llevó a cabo cerca de tres mil obras, muchas de las cuales se encuentran expuestas en el Museo del Inconsciente. Las pinturas de Adelina Gomes, Rafael Domingues, Fernando Diniz, Carlos Pertius y las esculturas de Lúcio Noeman también forman parte de la prolífica producción artística que tuvo lugar puertas adentro del Centro Psiquiátrico Nacional Pedro II.
El caso de Emygdio de Barros fue, quizás, el más paradigmático: tornero de profesión, estuvo veintitrés años hospitalizado por un desorden emocional que, a la vista de los médicos de aquel entonces, lo convertía en «un paciente crónico». Pero gracias a los talleres de Nise, no solo descubrió su enorme talento para la pintura, sino que además pudo encontrar la forma de organizar sus pensamientos y emociones, lo que le permitió sanar. Al tiempo, recibió por fin el alta. Sin embargo, nunca dejó de crear, consagrándose finalmente como artista.
Tozuda. Brillante. Audaz. A pesar de que intentaron callarla tantas veces, Nise nunca se dio por vencida. Por su trabajo recibió infinidad de premios y menciones en Brasil y también en otras partes del mundo, como Francia, Italia y Portugal, inspirando a otros profesionales a salir de lo establecido para seguir la intuición. Su ideal: no abandonar jamás la esperanza de trabajar para sanar los cuerpos, aprendiendo a oír las voces del alma. “Solo los locos y los artistas pueden entenderme”, dijo riendo un día, ya anciana, tiempo antes de partir de este mundo. Se fue en paz, a los 94 años, el 30 de octubre de 1999. Pero no se fue en vano: su enorme legado será eterno.

Una escultura le rinde homenaje junto a uno de sus amados «coterapeutas», los gatos, en su ciudad natal, Maceió. Foto: Pei Fon/ Secom Maceió.
Algunos de los trabajos publicados por la doctora Nise da Silveira:
Jung: vida y obra (1968)
Imágenes del inconsciente (1981)
Casa das Palmeiras. La emoción de tratar. Una experiencia en psiquiatría (1986)
El mundo de las imágenes (1992)
Nise da Silveira. Brasil (1992)
Cartas a Spinoza (1995)
Gatos, la emoción de tratar (1998)
ETIQUETAS arte creatividad medicina salud sociedad
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