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Mitología

28 febrero, 2019

¿Todos podemos ser héroes?

Héroes no son solo sujetos de capa y superpoderes. Tampoco los que se animan a salvar a un desconocido de las vías del tren (aunque estos, ciertamente, califiquen). En una definición más amplia y actual, héroe es quien alumbra lo mejor de sí mismo, con coraje y osadía, y lo ofrece para beneficio de su comunidad y el mundo.


Sería fácil nombrar ejemplos de héroes o heroínas, sobre todo en el mundo de la ficción: Frodo, de El señor de los anillos, Luke Skywalker, de La guerra de las galaxias, Katniss, de Las guerras del hambre, y hasta la pequeña Princesa Merida, en la película animada de Pixar, Valiente. ¿Qué tienen en común estos personajes, así de distintos como son? Que todos tuvieron que vencer sus miedos, sus inseguridades y sus prejuicios, para ir detrás de algo que les importaba más que ellos mismos. O, en otras palabras, que se animaron a correr algún grado de riesgo por una meta que consideraron merecedora de esa gesta.

¿De qué hablamos cuando hablamos de “riesgo”?

Por supuesto que siempre nos ha impactado, naturalmente, el acto de arriesgar la propia vida (o salud, o integridad física) para salvar o ayudar a un otro, pero no ese no es el único riesgo que define a un héroe. También hay heroísmo en asumir riesgos emocionales (diciendo algo que nos cuesta, tomando responsabilidad por un error, mostrando cuánto alguien nos importa); sociales (defender a alguien que es víctima de bullying, expresar una opinión política en un ámbito de pensamiento contrario, proponer soluciones novedosas para problemas comunitarios) y morales (denunciar a alguien que está infringiendo valores en una empresa o institución, resignar a algo tentador que consideramos impropio, priorizar los intereses ajenos por encima de los nuestros).

Héroe es quien alumbra lo mejor de sí mismo, con coraje y osadía, y lo ofrece para beneficio de su comunidad y el mundo.

Y, aún más cerca de la vida cotidiana, podríamos considerar que hay un “impulso heroico” en alguien que se levanta un día y conquista sus temores, sus dudas y hasta la vagancia que lo llevaría a seguir en cama, y se sienta a escribir la primera página de su primera novela, o dar el primer paso de cualquier tarea dura y atemorizante.

Alguien podría objetar esta visión ampliada del término y argumentar que, bajo esta óptica, todos seríamos héroes. A esto podríamos responder: “Todos somos héroes, héroes en potencia”.

¿Por qué en potencia?

Si somos sinceros, ¿todos damos hasta lo último que tenemos por realizar nuestros sueños? ¿Todos desafiamos los mandatos familiares y elegimos vivir como queremos, defendiendo nuestras elecciones a viva voz? ¿Todos mostramos al mundo auténticamente quiénes somos, cueste lo que cueste? ¿Todos apostamos a ser creadores activos del mundo que queremos habitar?

Según los psicólogos que estudian el desarrollo humano, solo un 2 por ciento de la población del mundo llega a desplegar por completo (o mayormente) sus potencialidades.

La respuesta es no. Según los psicólogos que estudian el desarrollo humano, solo un 2 por ciento de la población del mundo llega a desplegar por completo (o mayormente) sus potencialidades. Las razones son muchas: condiciones de vida que no permiten más que perseguir la supervivencia; sociedades que no promueven el pensamiento crítico y la libertad de miradas, que son incómodas y desafiantes para el status quo; familias que buscan perpetuar su cosmovisión a pie juntillas a través de sus hijos y, último pero no menos importante, una tendencia que habita en todos, querer complacer a esos padres y a los mandatos sociales, algo que muchas veces va en contra del propio despliegue.



Un viaje de autoconocimiento

No obstante, así como existe esta inclinación a complacer, a conformarnos y a no esforzarnos, vive en nosotros también –menos visible– un impulso que el psicólogo Abraham Maslow llamó “de autorrealización”. Carl Jung lo denominó “proceso de individuación”. Y hoy podríamos usar otros términos: maduración, auto-superación, crecimiento personal, auto-liderazgo. O podríamos mentar la hermosa metáfora de Joseph Campbell, y hablar de “el viaje del héroe”.

No importa cómo lo llamemos, estaremos hablando de un impulso que también existe, en formas más básicas, en las plantas y en los otros animales: el incentivo de desplegar nuestros dones en el mundo, de ser todo aquello que podemos ser. Es una fuerza que va más allá del mero instinto de supervivencia. En el mundo de los pájaros, por ejemplo, se revela en cantos tan extraordinarios y elaborados que cuesta pensar que apenas obedezcan al instinto de reproducción.

El viaje del héroe es el incentivo de desplegar nuestros dones en el mundo, de ser todo aquello que podemos ser

En una mirada más macro, esta inclinación se refleja en el “impulso evolutivo”, que todo lo habita. Así como las formas biológicas caminan inexorablemente hacia órdenes crecientes de orden y complejidad, también nuestra conciencia parece estar alumbrando una versión cada vez más depurada de sí misma.

¿Qué significa esto en la vida de cada uno?

Que si tomamos la decisión de aliarnos con este impulso, que nos llama desde nuestras profundidades, podremos inclinar la balanza de la tentación a la comodidad y la repetición, hacia el polo contrario, que nos llama al crecimiento y la conquista de lo nuevo.

Algunas prácticas que pueden ayudar:

  • La auto-indagación. Pocas cosas nos movilizan y orientan tanto como las buenas preguntas. Por ejemplo: ¿Qué me está llamando? ¿Qué quiere desplegarse en el mundo a través de mis acciones? ¿De qué quiero que se trate mi vida?
  • Rodearnos de personas que estén en el mismo camino. No podremos arrastrar a todos quienes nos rodean a acompañarnos en la búsqueda, pero podemos arrimarnos a personas, ámbitos y grupos que busquen, también, descubrir y plasmar sus potenciales profundos. El efecto contagio es un gran activador del crecimiento.
  • Transformar las propias motivaciones; hallar el verdadero deseo del alma. No es rápido ni es sencillo, pero todos podemos ir profundizando nuestras metas, para ir detrás de aquello que trae satisfacción y plenitud auténtica y duradera, y que no se vende ni se compra, ni cotiza en ningún mercado. La búsqueda que los griegos bautizaron “lo bueno, lo bello y lo verdadero”.
  • Abrazar una mentalidad de crecimiento: saber que no nacimos con un conjunto de cualidades fijas, sino que podemos ir ensanchando nuestra caja de herramientas con intención y perseverancia. No estamos aquí para morir igual que como nacimos, sino habiéndonos convertido en eso que añoramos ser.

Lo interesante de hacer esta elección es que, inevitablemente, alumbrar al héroe interior enriquece y sirve a nuestra comunidad. Dijo el teólogo Howard Thurman: “No preguntes qué necesita el mundo. Preguntate qué te hace sentir vivo, y andá a hacerlo. Lo que el mundo necesita es personas que se sientan vivas”.

“No preguntes qué necesita el mundo. Preguntate qué te hace sentir vivo, y andá a hacerlo. Lo que el mundo necesita es personas que se sientan vivas”.

Howard Thurman

Hoy, el mundo necesita urgentemente de héroes y heroínas; de personas que se sientan vivas y se comprometan con la vida que las rodea. Estamos parados en el filo de la navaja: o damos un vuelco decisivo hacia una existencia gobernada por el amor, el respeto y la compasión, o destruimos todo lo que hasta ahora logramos.

Necesitamos un gran renacer de lo heroico en nuestro mundo”, dicen los autores Robert Moore y Douglas Gilette, estudiosos de lo arquetípico: “Solo un masivo renacimiento del coraje en hombres y mujeres rescatará al mundo. Contra terribles obstáculos, el héroe toma la espada y se lanza hacia el corazón del abismo, hacia la boca del dragón, hacia el castillo tomado por un hechizo maligno”.

Lo bueno es que cada cual puede empezar ahí donde está, dando el paso que lo convoca, que lo asusta, que lo pone a prueba y que promete alumbrar –con ese solo paso– al héroe o a la heroína que siempre supimos que somos. Si no, preguntémosle a los niños que fuimos.

Fabiana Fondevila es escritora y facilitadora de talleres. Su curso 2019 se llama “El héroe interior” y busca ayudar a alumbrar el heroísmo peculiar de cada uno. Más información: www.fabianafondevila.com

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