Sophia - Despliega el Alma

Artes

26 abril, 2022

Querían escribir, participaron de nuestro taller de escritura y acaban de publicar su primer libro

Silvia Handler, Laura Valbonesi y Rosa Ana Musso tienen varias cosas en común: adoran las palabras, participaron del Taller de Escritura Creativa de Sophia y, luego de la experiencia, se animaron a publicar. Te compartimos sus historias.


El surco de mi pies, el libro que Silvia Handler presentará este sábado en la Feria del Libro.

«A mis 80 años se produjo el parto de este nuevo hijo»

Por Silvia Handler

La escritura ha sido desde siempre mi modo favorito para expresarme. A través de la palabra escrita podía definir con más soltura mis pensamientos y sentires. Descubrí que podía otorgarle vida a los elementos de la naturaleza y a los objetos inanimados. Muchas veces, me sentía parte de ellos y generaba diálogos que enriquecían la historia en sí misma.

Pasé por varios talleres literarios y de escritura. Cada uno de ellos me enriqueció en alguna medida, pero sentía que después de un tiempo había una cierta carencia. Tal vez se volvía rutinario, o los coordinadores perdían el interés inicial y dejaban de hacer la devolución de los escritos. Me sentía incomprendida por los profesores hasta que, a través de la Revista Sophia, conocí a Agustina Rabaini.

Me inscribí en su taller de escritura y lectura, y desde el primer encuentro, me atrapó su estilo, su profesionalismo, su comprensión de lo que cada participante guardaba en su interior. Ella fue quien me guió hacia la prosa poética, a escribir frases cortas, a corregir la sintaxis y a dejar volar mi imaginación.

¿Te gustaría participar de nuestro Taller de Escritura Creativa que cada mes coordina la periodista cultural y escritora Agustina Rabaini? Inscribite acá: www.sophiaonline.com.ar

Agustina, con su experiencia como periodista y escritora, me llevó hacia la aventura de descubrir la magia y lo misterioso de la naturaleza. Pude plasmar en un sinnúmero de textos lo sagrado que la vida nos ofrece y estos dos años de pandemia y de encierro lograron despertar mis dones dormidos. Más y más ideas pugnaban por salir para ser volcadas en nuevos textos, y este proceso ha sido y sigue siendo el leitmotiv de mi vida.

Agustina fue la partera de mi primer libro, un hijo del corazón. Ella me estimuló durante estos dos últimos años a recopilar mis poemas en un libro. Estaba transitando mis setenta y nueve años, y tener el proyecto de publicar un libro me impulsó a dejar huellas de mi vida como un legado para quien lo leyera. Finalmente, se produjo el parto de este nuevo hijo, justo cuando ingresé a mis ochenta años.

La presentación de El surco de mis pies fue el 29 de diciembre de 2021, rodeada de mis tres hijos y sus cónyuges, uno de mis nietos y algunos amigos en una de las tardes más calurosas del verano. Pero allí estábamos para festejar el nacimiento de lo que hasta hace poco había sido solo un sueño, luego un proyecto y ahora una muy feliz realidad. Se sumaron a la presentación mis otros nietos y más amistades a través del Zoom.

Una de mis alegrías más grandes fue contar con una ilustración de tapa diseñada por mi querida nieta, Coni Herskovits. Escribir fue un anhelo que tuve desde niña, pero recién en la madurez pude concretarlo e ir más allá de los escritos cotidianos para llegar a compilar los textos en un ejemplar. Y voy por más, porque ahora estoy editando mis cuentos y crónicas.     

Soy sumamente feliz cuando creo nuevas historias, pierdo la noción del tiempo y descubro lo oculto que hay en aquello que nos rodea, en las anécdotas, la música y el arte. Y confirmo que cada edad nos ofrece motivos para disfrutar, solo es necesario reconocer lo bello que la existencia nos otorga.

Mi vida en palabras, palabras para la vida, la obra de Rosana Musso.

«Descubrí que la escritura es sanadora»

Por Rosa Ana Musso

Nací en Montes de Oca, provincia de Santa Fe y me formé para la enseñanza primaria. Me desempeñé en escuelas rurales y urbanas, como maestra de grado y directora. Participé de cursos y capacitaciones relacionados con la tarea docente. Fui productora del programa radial “De mujeres”, en radio AM del Centro. A los sesenta y tres años, ya jubilada, decidí publicar escritos propios y de algunos otros autores que seleccioné a través de los años. En paralelo, asistí a un taller literario y, entre compañeros, pude redescubrir y dar rienda suelta a un placer que me acompaña desde siempre: leer y escribir.

Mi vida transcurrió en mi pequeño pueblo natal, de 3000 habitantes, donde trabajé y formé mi familia. En algún tiempo, durante quince años, pasé parte del mes en Calchín Oeste, Córdoba –una localidad de 700 habitantes–, acompañando a mi esposo por razones laborales. En el año 2006, viví durante seis meses, en Jerusalén (Israel), donde fui colaboradora voluntaria del Instituto Pontificio Notre Dame Center.

Mi participación en el Taller de Escritura Creativa fue una experiencia enriquecedora y motivadora. Desde muy pequeña mi gusto por la lectura y la escritura eran notorios. Con el paso de los años y de las distintas etapas de mi escolaridad y mis estudios, se fue incrementando y variando.

Descubrir este espacio de Sophia y participar en él reavivó esta pasión desde un lugar multifacético. Volver a tomar contacto con escritores de todos los tiempos y compartir lecturas con otras personas de distintos lugares de nuestro país y del mundo fue maravilloso. Los vínculos empáticos que se generaron con la amorosa intervención de Agustina, hicieron de cada jornada un bello encuentro. Y los textos sugeridos fueron disparadores para nuestros propios escritos. La dinámica del taller, atrapante.

Los días transcurrieron en medio de la pandemia. En mi caso, elegí el día sábado y cada mes lo esperaba con mucho gusto. Esta vivencia reanimó mis deseos de escribir y fortaleció mi autoestima.

Durante muchos años coleccioné escritos y frases célebres en forma manuscrita, escritas a máquina o en archivos de la computadora, en servilletas de papel de algún bar, con algo que escribí en un momento de espera y de inspiración. Todo fue guardado en una caja de zapatos.

En marzo de 2020, ante el aislamiento social, lo primero que hice fue acomodar el placard donde guardaba fotos, libros, escritos, etc., etc. Entonces me di cuenta de que estaba en condiciones de cumplir un sueño: editar un libro. Hice de la pandemia una oportunidad y me lancé en este proyecto.

Seleccioné textos propios y ajenos, escribí otros nuevos que fueron surgiendo según las circunstancias. En un primer momento era un cúmulo de textos e historias, un “masacote”, hasta que logré lo que hoy es Mi vida en palabras y palabras para la vida. Mis procesos de selección, escritura, reescritura y revisión de las pruebas de galera fueron muy gratos. Por eso, deseo que los lectores lo disfruten en sus momentos de lectura y relectura tanto como yo disfruté mi escritura. Deseo devoluciones de las bonitas y de las no bonitas, estas últimas me ayudarán a crecer.

En él deposité mi gran cariño y agradecimiento. A mis hijas, Sonia y Verónica, pilares de mi vida. Ellas me alentaron y nutrieron este sueño. Confiaron plenamente en mí. A Gloria Scotucci, profesora de Artes Visuales, por plasmar su arte en la tapa y las misceláneas, poniendo toda su creatividad y su gran corazón. A Mariana Cerrate, Experta en Duelos y Pérdidas en el Ciclo de la Vida, argentina residente actualmente en los Países Bajos, que realizó el comentario de la contratapa. A la comisión de la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia” de mi localidad, que tomó esta iniciativa con entusiasmo, generando un espacio convocante para la presentación de mi libro el domingo 13 de febrero de 2022. A Silvia Nicastro, colega y amiga por su acompañamiento incondicional y con mucho cariño, en la revisión de las pruebas de galera. A Stefanía Quinteros, estudiante universitaria que me dio una mano con la tecnología.

Desde mi experiencia personal descubrí que la escritura es sanadora y desde ese lugar decidí escribir.

Debo aclarar que los comienzos fueron muy espontáneos y desordenados, por decirlo de algún modo. No buscaba los temas, venían a mí, los acumulaba… luego releía y reacomodaba. Hasta que un día comenzó a gestarse un libro. Lo pensé como un cuadernillo de apuntes para que circulara en el ámbito familiar e íntimo. Con el transcurrir de los días, la imagen de un libro aparecía en mis pensamientos y empezaba a soñarlo, a disfrutar los escritos desde ese lugar.

Las páginas de este libro reflejan la vida y sus desafíos, los aprendizajes, los hallazgos, sus luces y sombras. Lo ordinario y lo extraordinario en medio de la vida cotidiana; plasmado en reflexiones, palabras y frases célebres.

El empuje recibido por quienes son parte de mis mejores afectos, me permitió dar ese salto. Muchos fueron los contactos hasta darlo a luz. Mágico y pleno fue el momento de su presentación, como lo son las devoluciones de los lectores y la repercusión, que en estos días sigo recibiendo.

Entonces, me pregunto: ¿Qué me queda por decir?

Gracias, gracias, infinitas gracias.

Por el deseo de elevarse, el libro que escribió Laura Valbonesi.

«Me hacía bien escribir, al cuerpo y al alma, como la danza»

Por Laura Valbonesi

Siempre necesité expresarme a través del arte. Cuando era chica, bailaba música clásica frente al espejo y saltaba por el living tratando de dibujar con mi cuerpo en el espacio los ritmos y las melodías. Tomé clases de danza regularmente, y, a finales de la adolescencia, coincidiendo con el ingreso a Medicina, comencé a pintar.

Leía bastante, hasta que la facultad me absorbió por mucho tiempo, con sus temas específicos. La danza seguía siendo mi lenguaje elegido para lo artístico y me formé como instructora de movimiento expresivo y diálogo teatralizado. Siempre con la música, el movimiento y los juegos teatrales, empecé a escribir historias en primera persona, como una práctica de dramaturgia para representar mis propios relatos.

Tomaba clases de danza en Vocación Humana, cuando conocí el taller La palabra como símbolo. Antes de eso no había escrito regularmente. Allí nos reuníamos todas las semanas y, luego de una meditación breve, nos conectábamos con diferentes estímulos: objetos, pinturas, música; y nos largábamos a escribir.

Al escribir, lo primero que me sucede es que surge una visión interna, una imagen, cargada de sensaciones y movimiento. Luego la veo desplegarse como una película y trato de contarlo, describiendo la visión en cuatro dimensiones y con los cinco sentidos, lo más vívida y viva posible. Trato de recrear con las palabras ese momento de imaginación onírica. Así surgieron mis pequeños cuentos poemados, uno cada semana. Manuscritos, se juntaron en dos o tres cuadernos. Un poco revisados, un poco corregidos, nunca tipeados. Sin conciencia de tener deseo de darles forma de libro. Solo estaban allí.

Tampoco había tenido antes la idea de ir a un taller para escribir, solo me atrajo la expresión “palabra como símbolo”. ¡Abría tantas posibilidades! La palabra se liberaba de cualquier cadena y podía viajar como una nave en el océano de los mitos colectivos. Palabra, símbolo, mito, magia. Me hacía bien escribir, al cuerpo y al alma, como la danza. Algo se volvía más liviano, diáfano, respirable y había más belleza ese día.

A fines del 2020, una amiga escritora me conectó con Agustina Rabaini, sugiriéndome que siguiera profundizando, aprendiendo, modelando mis escritos. Y en marzo de 2021 comencé el Taller de Escritura Creativa de Sophia. El espacio promueve un encuentro muy nutritivo, tanto por el material de lectura, la producción de los compañeros y el modo del intercambio: una atmósfera amable, receptiva, de atención, y aportes mutuos. Las horas vuelan y te quedás con ganas de escribir, leer y reencontrarte el mes siguiente, desafiando, a través de las consignas, la imaginación y la búsqueda.

En esa primera reunión de marzo estaba ansiosa y sensible al leer mis poemas en voz alta por primera vez ante tantas personas que no conocía. Se hizo un silencio, para mí, de expectativa, y descubrí que los poemas despertaban algo bello, una especie de emoción en mis compañeros. Desde allí comencé a armar mi libro, que estaba en gran parte escrito, aunque desordenado, despeinado y oculto en las páginas de los cuadernos. Juntas ordenamos, pulimos y peinamos los poemas guardados y los nuevitos de ese año de taller, en documentos de Word.

Le debo a Agustina la idea, el estímulo y el método para publicar el libro, diciéndome que había allí algo bueno y bello para ser mostrado y compartido. Así como la receptividad de mis compañeros de taller, todos a favor de la aventura. Trabajamos mucho todo el año, con regularidad y ritmo ininterrumpido. Desde lo estilístico, narrativo, extrayendo lo esencial y destacándolo, hasta los aspectos más formales sobre el tema de la publicación.

Por el deseo de elevarse se compone de 58 poemas agrupados en seis apartados: Umbrales, Transformaciones, Bosques y Hierbas, Historias de agua, Jardines y Misterios, Soles y Fuegos. Refieren en gran medida experiencias en los distintos escenarios de la naturaleza, los seres que los habitan y mi mirada sobre algunas cosas invisibles cuya presencia intuyo.

«Acompañar un proceso de escritura, ser testigo de ese tránsito que también es búsqueda, camino o viaje, es siempre misterioso e inspirador. Los textos nacen de la mano, la imaginación y la sensibilidad de quien los escribe pero también se revelan y van tomando forma, van encontrando un diseño, una arquitectura propia, cadencia, ritmo, profundidad, gracia y verdad. Es un trabajo de construcción finísimo, a partir del lenguaje y las ideas, un modo de expresión para intentar comunicar lo que se quiere, pero también de invención y de creatividad que, si todo sale bien, se parece mucho a la libertad y, al terminar, ya nadie es el mismo que cuando empezó.
Me da mucha alegría que estas autoras hayan decidido llegar a la otra orilla, empezar y concluir un recorrido. Me alegra que quieran ofrendarnos sus producciones, acercar sus voces, sus escuchas, sus ganas de contar y su amor inmenso por las palabras. El marco del taller de escritura está planteado como un espacio de exploración, de disfrute y aprendizaje y sus integrantes son, de algún modo, viajeros, aventureros inspiradores, protagonistas».

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