Sophia - Despliega el Alma

Blog: La bitácora de Maite

28 abril, 2015

Ciudad sonriente

Maite atraviesa una ciudad viva cuyas calles están repletas de caritas sonrientes, casi como una promesa de que sus paredes (aun las más grises) nunca podrán ocultar la fuerza de la comunicación callejera.

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Una de las primeras cosas que observé de la ciudad de Hamburgo fueron unas «caritas sonrientes» pintadas con aerosol negro. La primera vez que vi una de estas pintadas me hizo sonreír por imitación, e intuyo que también porque parecía el dibujo de un niño fuera de escala. Pero lo que me sorprendió con el correr de los días fue la cantidad de estas caritas que fui encontrando, su repetición, y que incluso, las encontraba en lugares extraños como un altísimo poste de luz, o un tacho de basura, o brillando entre paredes de ladrillos antiguos.

Creía que el llamado de atención por parte de las caritas pintadas se debía a que después de un año viviendo en Estocolmo parecía haberme acostumbrado a ver una ciudad limpia de graffiti o de pintadas. Ni un tímido rayón, nunca. Entonces hago un paréntesis para contar que en Suecia, los graffiti son considerados un delito grave. Claro que en todos los estatutos existe la prohibición pintar o ensuciar el espacio público. Pero allá son muy estrictos. Incluso me he topado con jóvenes manifestándose para pedir la legalidad de los graffiti. Doy registro del hecho, porque ese día llevaba mi cámara y les tomé algunas fotos. Para la demostración instalaron, de manera muy ordenada, unas pancartas plásticas donde invitaban a los transeúntes a pintar un consigna o hacer un dibujo como si fuera una pared.

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Jóvenes suecos, les pregunté: ¿Acaso no es el graffiti una performance artística de riesgo y comunicación en sí misma, que no debiera pedir permiso para manifestarse? Pero me entregaron un volante fotocopiado a color, explicando por qué el graffiti no era vandalismo, sino una forma de Arte. Y que creían necesario que esa forma de arte fuera liberada.

Volviendo a las caritas sonrientes en Hamburgo, seguían llamando mi atención. Por lo que comencé a reparar en ellas de forma aún más repetitiva. Estas fueron algunas de mis primeras conclusiones: Fueron hechas por la misma persona o grupo. Incluso creía que debía haber un recorrido de caritas. Una camino, un sentido. Como perseguir una huella.

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7 de 13 Sonrisas por la ciudad.
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Así conocí el trabajo de el artista urbano apodado OZ: El grafitero más famoso de la ciudad de Hamburgo. Y las caras dejaron de ser solo caras, para empezar a verse como acciones, intenciones, un trabajo realizado sin descanso, con pasión, y por eso, realmente serio. El mismo artista no solo había pintado caritas, sino además muchos murales coloridos, e incluso lo que se llama Tag, una firma, que en este caso es como un rulo. Un espiral, y este espiral era, según él, una resistencia y homenaje por cada persona asesinada en el holocausto. Su propósito era realizar tantos espirales como víctimas hubo durante el exterminio nazi. Otro de sus propósitos, que declaró en varias entrevistas, era el de embellecer una ciudad que le resultaba demasiado fría. Por eso la mayoría de las caritas y los murales fueron realizados sobre superficies grises.

Claro que en Alemania también es delito andar pintando el espacio público, y por eso OZ ha sido llevado a la corte en varias ocasiones y recibió multas, sanciones e incluso fue a la cárcel. Pero no por ser considerado vándalo deja de ser artista, y su trabajo cada vez gana más notoriedad y respeto, y muchas galerías editan libros de sus obras, que ya son íconos de la ciudad.

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Triste es saber que OZ falleció en septiembre del año pasado, atropellado por un tren cuando pintaba una sonrisa. Tenía 60 años.

Por eso, cuando a veces descubro pegatinas por la ciudad con leyendas que dicen “OZ te extrañamos”, pienso que aunque no lo conocí yo también lo extraño un poco, y al pasar por los esos lugares donde reconozco sus sonrisas, me sonrío también, porque es como si  la ciudad estuviera de pronto viva y saludando.

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