Sophia - Despliega el Alma

Solidaridad

18 octubre, 2017

Por las mujeres de México

Aunque la tristeza por las pérdidas continúa, es hora de reconstruir la vida de quienes afrontan la difícil tarea de hacer de las ruinas y los escombros materia prima para nuevos sueños. Relatos de quienes perdieron sus casas y sus fuentes de trabajo, y hoy necesitan de la ayuda de todos.


Las mujeres de Oaxaca luchan con entereza por dejar atrás la pena y reconstruirse.

El 7 de septiembre de 2017, México se quedó sin sus vivos colores. Cientos de personas y miles de construcciones quedaron sepultadas bajo los escombros y los derrumbes provocados por un sismo de 8.2 grados registrado en distintos puntos de Oaxaca y de Chiapas, ensombrecieron una jornada que quedó signada por la tragedia, el miedo, la destrucción y la muerte. Su bandera verde, blanca y roja acompañó el grito «¡Fuerza México!» de la mano de las palabras más tristes, a través de aquellos que pedían consuelo para los familiares de sus víctimas y apoyo para la reconstrucción de las zonas más castigadas.

Con los días el apoyo fue mermando. Una noticia fue tapando a la otra, y lo que había sido el foco de atención para el mundo entero, quedó nuevamente en las sombras. A la espera de respuestas del gobierno, que no llegan, muchos ciudadanos mexicanos fueron librados a su suerte y ahora afrontan la peor parte: enfermedades, tristeza, falta de recursos económicos. Por eso, la ayuda de aquellos que no olvidan, resultará imprescindible para ellos.

La triste imagen que dejaron los sismos registrados el 7 y el 23 de septiembre de 2017.

«Ixtaltepec se derrumbó. Un 95% de sus casas y construcciones se vinieron abajo, el comercio quedó casi nulo. El temblor del 7 de septiembre fracturó este lugar y el 23 de septiembre un segundo temblor terminó con todo. En sus calles se siente el dolor de las pérdidas no solo materiales, sino de las personas que quedaron atrapadas entre los escombros», escribe Berenice López acerca de la tragedia que signó Asunción Ixtaltepec, en Oaxaca, donde gran parte de la población lo perdió todo: los hornos con los que elaboran los producción de totopos (una especie de tortilla horneada con “hoyitos”) y los talleres donde las mujeres trabajan desde niñas aprendiendo a confeccionar los atuendos chatinos, cuyos bordados alegres y coloridos son típico de la región.

Las chatinas, prendas típicas que cosen y bordan las mujeres de Oaxaca.

Desoladas, las mujeres de México cuentan que sus fuentes de trabajo quedaron reducidas a montañas de ladrillos y piedras esparcidos por el suelo. Como Faustina, una anciana zapoteca que celebró haber podido sobrevivir al teremoto, pero lamentó no haber podido conservar ni un solo de sus trajes, cuando ella misma y todas sus confecciones quedaron bajo los escombros, de donde fue rescatada luego del derrumbe de su taller. «Platiqué con mi madre muerta para que me ayudara a salir con vida de allí», cuenta esta mujer que, emocionada, agradece con lágrimas en los ojos la ayuda que le hicieron llegar decenas de personas.

Sueños rotos: las postales de la destrucción invaden las calles.

«Pisar esta tierra recién lastimada, tocar las manos y abrazar los cuerpos de las personas que vivieron el temblor, me permitió sentir un poco de ese dolor, digo un poco puesto que nada se compara al dolor que ellos vivieron al estar ahí, y al que siguen viviendo al haberlo perdido todo, todo incluyendo a familiares, amigos, vecinos, el ver realizados sus sueños, que fueron forjándose durante muchos años de sus vidas, trabajo de años para lograr tener lo que tenían, sus fuentes económicas, y perdieron también la tranquilidad de estar seguros, pues el miedo a que esto pueda volver a pasar está en el día a día después de dos sismos tan grandes en un mismo mes, miedo que se reactiva ante cada réplica, que son pequeños sismos con menos intensidad, y ocurren en ocasiones hasta 5 veces al día», continúa su relato Berenice, quien se decidió a apoyar a las mujeres de Oaxaca para que puedan volver a trabajar y así reconstruir una región devastada por el desastre natural, pero también por la desidia de un estado ausente.

Muchos colegios quedaron destruidos y llevará años reconstruir sus edificios.

Las lágrimas, la voz apretada, los cuerpos contraídos y llenos de miedo, que ella misma describe en estas postales de una zona abandonada a su suerte, ahora abren paso a la ilusión de levantar otra vez los ojos y mirar más allá, con el sueño de forjar un futuro lejos del temor y el sufrimiento. «Te invito a que todo esto no quede como una terrible noticia de septiembre que viste una mañana tomando café… Esto va para largo, porque poder reconstruir los corazones derrumbados tardará, como mínimo, tres años, y eso si trabajamos duro en ello», pide Berenice.

Las mujeres al frente: juntas intercambian alimentos y se apoyan mutuamente.

Como ella, muchas personas se encuentran dedicadas a planificar una manera de ayudar, con un aporte o donación (por más mínimo que sea), para rearmar los territorios devastados por el terremoto. «México nos necesita a todos. Y si una familia que no vivió los sismos ayuda a otra familia que si los vivió, con un donativo directo, con una atención directa, con un dinero específico para levantar una estructura de sus casas, o con una escucha y un abrazo, ¡entonces México levantará a México!».

Desde Sophia queremos hacer llegar nuestro fuerte abrazo a todas esas mujeres mexicanas que hoy afrontan la difícil tarea de enfrentar el desastre con esperanza para hacer renacer sus proyectos, sus labores y sus sueños. ¡Fuerza para todas ellas!

Si querés ayudarlas, podés enviar tu donativo a través de Pay Pal a nombre de María Elena Munguia Anaya, a la Cuenta de Débito del Banco BBVA Bancomer Nº 4152 3131 5664 7682 

O por Western Union, también a nombre de María Elena Munguia Anaya a la siguiente dirección postal: Priv. Loma de los Santos 1 A, Col Marfil 36250, Guanajuato, Gto. (Código de envío: 0874072838728).

Y si querés comunicarte con ella para solicitar más información o enviarle ánimo a su comunidad, escribile a memungui@gmail.com

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