Sophia - Despliega el Alma

Inspiración

7 abril, 2023

Pascua

¿Cuál es el mensaje de este tiempo que, sin importar nuestro credo, nos convoca a todos a la transformación? Una reflexión sobre eso que podemos aprender del sagrado espíritu de la Pascua.


Por Inés Olivero

Esta celebración ha sido connotada desde mucho tiempo atrás con el peso del dolor, del sufrimiento silencioso, de la Pasión (padecimiento) y, a pesar del profundo significado de la Resurrección, no es ahí donde se asentó la mirada.

Durante toda la Semana Santa, se menciona y se ensalza el camino del Gólgota como ejemplo Crístico para la humanidad. Si Él pudo atravesarlo, hemos de hacerlo también, con aceptación, con humildad, yo diría, con sometimiento. Y si bien es real que para llegar a la resurrección es necesario transitar el calvario de la frustración, de la ignominia, de la postergación e incluso, en ocasiones, del desaliento; a mi entender el mensaje de este tiempo pascual es muy otro.

Pascua, Pesaj, Pasaje, Transformación, Cambio de consciencia…

¿Qué nos querría dejar dicho Jesús con su ejemplo?

Infiero que nos manifestaría un voto de confianza, de fe y de certeza, impulsándonos a que pongamos el acento en el propósito y no perdamos tiempo en la queja. Que nos hagamos conscientes de que los tormentos experimentados están limpiando, purificando nuestra personalidad para que el Ser brille en todo su esplendor. Lo que me dice a mí la Pasión es que Jesús la asumió para compartir con todos nosotros, sabiendo de antemano el esforzado camino de la condición humana que, en diferentes proporciones, todos conocemos y experimentamos. Jesús nos deja un mapa de ruta. Nos muestra que el foco ha de ponerse “más allá” de lo tangible, más lejos de lo inmediato, sin perder de vista el aprendizaje que se obtiene en el “aquí y ahora”.

Ese dolor, esa frustración, esa postergación están ahí para aprender algo que aún no sabemos. Para fortalecernos en la adversidad y mantener «nuestra lámpara cargada con el aceite y los fósforos a mano», como las vírgenes prudentes del Evangelio. Listos y dispuestos a que el espíritu la encienda en el momento justo. Y poder convertirnos, transformarnos y resucitar para lanzarnos a la aventura sagrada que nos espera.

Y así como Calderón de la Barca lo expresa en su obra poética «La Vida es Sueño», comprendamos que imaginar que reinamos desde nuestra personalidad es un sueño del ego, que mantiene cautivo en la torre a su verdadero Ser.

La Pascua representa ese instante de Luz en el que podemos entregar nuestra personalidad a esa semilla sagrada que la habita… Y la Pasión, el dolor, lejos de invitarnos a padecer con el Cristo, como víctimas de la maldad del mundo, han sido necesarios para templar el instrumento físico y despertar una energía más sutil que ilumine nuestro devenir. Ahí se nos hace claro el mensaje de Jesús cuando dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”

Identificarnos con el dolor es incrementar el instinto de muerte y la Pascua de Resurrección nos convida a festejar la Vida. 

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