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Psicología

6 julio, 2017

Metas posibles

Muchas veces nos trazamos objetivos demasiado altos o lejanos a nuestra realidad y eso, claramente, nos lleva a sentirnos frustrados. ¿Cómo establecer metas más reales y ponerse manos a la obra para alcanzarlas? Las claves, en esta nota.


No importa qué tan difícil sea alcanzarlas, las metas nos mueven, nos inspiran, nos dan fuerzas. Y nos invitan a tomar decisiones y a luchar por algo concreto, un anhelo que de ahí en más tendremos que salir a buscar. Claro que, en algunos casos, el ejercicio significa emprender un viaje con demasiado equipaje, yendo detrás de una quimera donde el sinsentido muchas veces nos toma por asalto con su amargo sabor a imposibilidad. ¿Cómo podríamos cambiar el mundo, por ejemplo, sin cambiar nosotros primero? ¿De qué manera lograríamos terminar algo sin trabajar para lograrlo?

Con esa idea partimos, para reflexionar acerca de la importancia de fijar metas claras, factibles, aunque sin por eso renunciar a nuestros más grandes sueños. La tarea no siempre es fácil y requiere de  tiempo, paciencia y una buena dosis de compromiso y honestidad. A la larga, la satisfacción es enorme: ¿o hay algo más lindo que sentir, cierta tarde, que nuestra meta ha sido por fin cumplida?

«Siempre es una construcción psicológica y subjetiva. Las personas tenemos diferentes motivaciones y también distintas reacciones, según el resultado obtenido al tratar de alcanzar las metas propuestas. Todas las conductas del ser humano están motivadas, las más básicas son las de autoconservación, pero también tenemos motivaciones relacionadas con el desarrollo personal, profesional, social…», explica al respecto el licenciado en Psicología Santiago Bonomi.

«Establecer metas es el primer paso para transformar lo invisible en visible», Anthony Jay Mahavorick, coach estadounidense.

De alguna manera, se trata de vivir. «Vivir, en la más amplia acepción de la palabra, es extraer de nosotros mismos lo mejor, para ir de a poco, recorriendo caminos que nos permitan acercarnos a lo que son nuestros sueños y a lo que fueron nuestras ilusiones, con paso firme y con esfuerzo«, destaca el médico uruguayo Walter Dressel, autor de varios libros destinados a indagar sobre los múltiples aspectos que ofrece el potencial humano.

A la hora de definir de qué hablamos cuando hablamos de metas, el psicólogo estadounidense Edwin Locke, pionero de la teoría “Establecimiento de metas”, señala que se trata de un reto y que, para asumirlo, hace falta un gran trabajo, que a su vez requiere de herramientas precisas, como visualizar claramente aquello que se quiere encontrar y asumir el compromiso salir a buscarlo. «No hay atajos», sostiene Locke en cuanto a esa búsqueda, aunque asegura que existe un obstáculo principal que nos distrae constantemente de cumplir nuestras metas: el miedo. «Miedo de cambiar, de equivocarse, de fallar», dice, convencido de que la salida está en luchar por lo que creemos y valoramos, mirando más dentro nuestro y menos afuera.

¿Cómo lograr el equilibrio? Para el licenciado Bonomi, la clave está en no dejarnos avasallar por la exigencia, la velocidad y el éxito. «Hoy las personas se miden por lo que tienen materialmente y por sus logros profesionales. Y las mujeres, quienes han luchado incansablemente por la igualdad de derechos y posibilidades, se encuentran especialmente exigidas. En muchos casos, las metas que se imponen son francamente inalcanzables y conducen al sufrimiento», señala.

Por eso, los psicólogos y coachs trabajan con un objetivo claro: partir de aspectos presentes en la búsqueda de un futuro prometedor, tan subjetivo como singular, revisando ideas, valores creencias y mensajes culturales. De esa manera, se podrá tomar conciencia de las propias capacidades y también de aquellos pensamientos que nos limitan a la hora de alcanzar nuestros objetivos, enfrentándonos cara a cara a nuestros temores más profundos.

«El gran regalo de la vida es en quién te conviertes mientras persigues aquello que buscas», Raimon Samsó, escritor español.

Bonomi explica que la elección de las metas, evaluando el nivel de dificultad de las mismas y las expectativas individuales sobre el cumplimiento de ellas, será un ejercicio personal vinculado con nuestra propia historia y con la presión cultural de nuestra sociedad. «La autoexigencia varia en cada individuo y las expectativas sobre las propias capacidades están fuertemente influenciadas por la mirada de los otros. Las altas expectativas de rendimiento se dan más frecuentemente en familias y sociedades que hacen hincapié en el individualismo y el desarrollo personal como un valor deseado», alega y plantea por eso la importancia de buscar objetivos que nos representen.

A la hora de encontrarlos, la escritora italiana Susanna Tamaro describe ese movimiento de una manera muy bella: «Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguanta. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo. Sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve adonde te lleve».

Para planificar objetivos reales, sin perder de vista la importancia de reconocernos en cada uno de ellos, el filósofo español José Antonio Marina Torres sugiere aprovechar nuestro talento que, como dice, «es la inteligencia que elige bien sus metas, y moviliza sus conocimientos, sus emociones y su energía para intentar alcanzarlas». Ahora sí, ¡es hora de empezar!

¿Cómo fijar metas posibles?

Van aquí algunas propuestas elaboradas por Santiago Bonomi para comenzar. Lo ideal es respetar nuestros propios tiempos y no buscar complacer a nadie más que a nosotros mismos con nuestros proyectos:

El establecimiento de metas muy altas, conlleva grandes esfuerzos para alcanzarlas y muchas veces conduce a sentimientos de impotencia y frustración por no poder obtener el éxito buscado. Lo mejor es fijar metas que se puedan cumplir.

Al trazar una meta, debemos tener en cuenta los propios recursos, pero también las posibilidades reales del medio en el que estamos insertos. Frecuentemente, el logro de un objetivo no depende únicamente de nosotros mismos, sino de otros factores, como el ambiente, el mercado, etc.

Es importante saber que fallar es parte del aprendizaje, y es muy posible que nos pase. No hay que desanimarse, sino sacar provecho de esa experiencia.

Hacer foco en una meta u objetivo a la vez, para que su cumplimiento sea posible y para que se pueda vivenciar una experiencia favorable. Recordemos que «mucho» es más difícil.

Debemos tener constancia; la clave es perseverar para vencer las resistencias.

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