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Ecología

8 junio, 2021

La naturaleza del juego, un libro para acercar a los chicos a la imaginación y el disfrute

Con bellísimas ilustraciones y propuestas lúdicas, creativas y sencillas, esta obra publicada por la marca de juguetes analógicos Fanny & Alexander invita a los niños a reconectar con la vida y sus ciclos. Te presentamos algunos fragmentos que comparten en exclusiva con Sophia.


Somos astronautas y, al rato, exploradores audaces en medio de la selva. Si eso nos aburre, asumimos la tripulación de un barco pirata, o nos dedicamos a la observación de las estrellas. Al cabo de un rato, quizás, decidimos arbitrariamente recuperar el pasado, que ocurrió hace pocos minutos, y entonces volvemos a viajar hacia la luna. La infancia suele ser el tiempo de la vida en donde todo es posible, y el juego, eso que nos permite asumir identidades fascinantes, cambiarlas, recuperarlas, nos da poderes sobrenaturales y convierte cualquier espacio en un sitio asombroso. La naturaleza, en el territorio de la infancia, suele ser aliada y cómplice de la fantasía y la imaginación

Pero los tiempos cambiaron y hoy la vida en las ciudades y la tecnología conspiran en contra de la tríada que conforman la infancia, el juego y la naturaleza. “Muchos niños no saben cómo jugar si no tienen una pantalla enfrente”, escribe Delfina Aguilar Benitez, y en un acto de rebeldía en contra del aburrimiento y la falta de creatividad, agrega: “Este libro es un pequeño antídoto contra esa actitud”. De eso se trata su obra La naturaleza del juego, publicada en 2019 en Inglaterra, donde reside, y en 2020 en la Argentina, como un producto de Fanny & Alexander, la marca de juguetes analógicos, elaborados con materiales nobles, de la que Delfina Aguilar Benítez también es fundadora. 

Con propuestas de actividades basadas en la naturaleza para hacer al aire libre o en interiores, en las distintas estaciones del año, que incluyen el paso a paso y su lista de materiales (todos sencillos, que cualquiera encuentra en la vereda o tiene en su casa), poemas, recetas y sugerencias para los adultos, el libro La naturaleza del juego convoca a los chicos a que “se desafíen a sí mismos, que encuentren soluciones y que confíen en sus habilidades y su imaginación. Sobre todo, les pide que bajen su velocidad lo suficiente para poder observar, examinar, contemplar y sorprenderse de verdad”. 

Desde juegos muy sencillos como crear una máscara con hojas, hacer sombras chinescas, observar las nubes e intentar identificar sus formas, hasta cocinar sobre un fuego, construir un refugio, organizar un picnic o teñir huevos de pascua, la invitación es a conectar con la vida y sus ciclos y entregarse al disfrute. Los adultos no quedan afuera del convite: al repasar sus páginas, aquellas ganas de ser astronauta, de explorar la densidad de la selva, tripular un barco pirata o acaso observar las estrellas, regresan, y página a página, se vuelven posibles.

A continuación, te compartimos en exclusiva algunas propuestas incluidas en La naturaleza del juego.

Construir un hotel para bichos

Cómo hacer un acogedor refugio para que las criaturas rastreras locales soporten el invierno.

Materiales
• Una caja o un cajón de madera
• Diferentes materiales para hacer varias «habitaciones» para las pequeñas bestias: cañas huecas para las abejas (cortadas de la misma medida que la profundidad de la caja), corteza para los bichos bolita y los ciempiés, ramitas para los escarabajos y las arañas, y paja y piñas para las vaquitas de San Antonio y crisopas. Placas de madera o ramas
• Ladrillos

¿Sabías qué?

No es casual que se las llame «abejas trabajadoras»: las abejas sacuden sus alas más de 11.000 veces por minuto, y una sola colonia de abejas melíferas puede hacer hasta 100 kilos de miel por año. Las vaquitas de San Antonio también son muy laboriosas, ya que comen 5000 insectos durante toda su vida. Y un escarabajo pelotero puede levantar un objeto que pesa 1000 veces más que él; así que tus huéspedes se han ganado con creces el derecho de descansar sus fatigados cuerpos en tu lujoso hotel para bichos.

¡Manos a la obra!
Los inviernos son difíciles para las pequeñas bestias: si construyes un hotel para bichos, les estás brindando un lugar cálido en el que puedan esperar a que pase el clima más duro y donde puedan poner sus huevos. Así estarás apoyando a las poblaciones de insectos que serán muy útiles en tu jardín cuando llegue la primavera.

Paso 1. Crea las «habitaciones». Apoya la caja con la parte abierta mirando hacia ti. En una esquina de la caja, coloca las cañas huecas bien compactadas con el orificio hacia afuera; las abejas y otros insectos van a meterse en estos tubos. Junto a las cañas, coloca manojos de paja, luego arma un sector con piñas, después ubica algunas ramitas, luego algunas hojas. Trata de ir intercalando materiales duros y suaves, sólidos y porosos, compactando bien cada sector.

Paso 2. Agrega otra capa. Puedes separar los «pisos» del hotel con placas de madera o palitos dispuestos de manera horizontal que tengan el mismo ancho de la caja. Luego arma la siguiente capa con distintos sectores según los materiales, como la primera. Recuerda: es necesario que el material esté bien apretado para mantener a las pequeñas bestias protegidas.

Paso 3. Cuando hayas terminado de armar las capas hasta el borde de la caja, llévala afuera y busca un lugar adecuado para ubicarla: un sector tranquilo en un parque o un bosque, o un rincón bien crecido de tu jardín. Apila algunos ladrillos de forma pareja debajo de cada esquina para que quede levantada, y coloca la caja encima con la parte abierta hacia el frente.

Paso 4. Espera que lleguen los huéspedes; una vez por semana durante el invierno usa una lupa para ver quiénes se han mudado. Ten cuidado cuando te acerques a la caja por si alguna abeja ha establecido su residencia. Si mantienes cierta distancia y te mueves despacio, no habrá ningún problema.

Plantar un terrario

¿Dónde crece tu jardín? ¡En una botella!

Materiales
• Una botella o una jarra de vidrio transparente; en lo posible, una de boca ancha
• Varios puñados de grava o piedritas
• Varios puñados de tierra
• Una pequeña planta o dos (puedes comprar una pequeña suculenta o desenterrar, con cuidado, una pequeña planta de tu jardín, con sus raíces)
• Un palo largo: un palito de brochette, una cuchara de mango largo o un lápiz son buenas opciones
• Accesorios para decorar, como musgo, muñequitos, caracoles o piedritas
• Un jarro o una pequeña regadera

¿Sabías qué?
Los terrarios (a veces llamados «jardines en botella») son entornos cerrados autosustentables (no necesitan nada de afuera para poder funcionar). Este tipo de entorno se denomina «ecosistema». Nuestro mundo es, en realidad, un tipo de terrario: la tierra es la Tierra, las plantas son nuestros bosques, el agua de riego son nuestros océanos. En tu terrario, como en la Tierra, el agua se evapora desde el suelo y luego se condensa de nuevo formando gotas que vuelven a caer para mojar la tierra. Así que no eres solo un jardinero… ¡creaste un mundo!

¡Manos a la obra!

Paso 1. Prepara tu botella. Lávala muy bien con agua tibia y jabón por dentro y por fuera, déjala escurrir y sécala. Así, te asegurarás de que llegue una cantidad de luz suficiente a las plantas y eliminarás cualquier bacteria que pueda dañarlas.
Paso 2. Arma las capas. Primero, deja caer tu grava o tus piedritas en el fondo de la jarra. Esto ayudará a que el agua drene y no inunde las raíces. Luego, humedece la tierra: no tiene que estar mojada sino apenas húmeda, por lo que será suficiente con usar un pulverizador con agua. La capa de tierra debe ser el doble de gruesa que el de piedritas.
Usa el palo para apisonarla y que quede pegada a las paredes de la botella.

Paso 3. Con el palo, realiza un pequeño agujero donde ubicarás tu planta (o tus plantas). Con cuidado, introduce las plantas en el recipiente, con las raíces hacia abajo, y usa tus dedos o un palo largo para cubrir las raíces con tierra.

Una actividad para hacer en:

• 30 minutos

• Todas las estaciones

• Bajo techo

Paso 4. Agrega los accesorios decorativos. Una capa de musgo o de líquen queda linda y ayuda a mantener la humedad de la tierra. Puedes usar pequeños muñequitos para crear escenas divertidas o caracoles para darle un efecto submarino… ¡lo que sea que sugiera tu imaginación!

Paso 5. Riega tu jardín. Es muy importante regarlo bien. Demasiada agua hará que tu jardín se pudra; demasiado poca hará que se marchite-. Tu jardín requerirá solo un chorrito de agua por mes, más o menos; solo lo necesario para que la tierre se mantenga húmeda. Usa un jarro o la flor de la regadera para que el agua gotee dentro del recipiente mientras la vas rotando despacio, de modo de regar toda la superficie. Esto ayudará a mantener el vidrio limpio también. Ubica el terrario en algún lugar bastante soleado bajo techo. ¡Ya está! ¡Eres un microjardinero!

Hacer bombas de semillas

Cómo lograr que florezcan los rincones menos pensados de tu barrio.

Materiales

Una actividad para hacer en

• 4 horas

• Primavera

• Bajo techo o al aire libre

• Semillas de flores (cuantas más variedades, más opciones de alimento para las abejas. Hay que buscar mezclas de semillas locales que se adapten a las condiciones de tu entorno)
• Compost o tierra para macetas sin turba
• Arcilla
• 1 vaso
• 1 recipiente grande
• 1 bandeja para horno

¡Manos a la obra!

Paso 1. Cubre la mesa con un mantel o con papel de diario y coloca encima los materiales de la lista.

Paso 2. En el recipiente, mezcla unos cinco puñados de compost con un puñado de semillas.

¿Sabías qué?

Las bombas de semillas suelen ser usadas por los jardineros “guerrilleros” para que los terrenos públicos abandonados queden más lindos. El movimiento Green Guerillas, así como las propias bombas de semillas, comenzaron en Nueva York en la década del setenta, cuando la ciudad se encontraba en medio de una crisis financiera y los espacios públicos, en especial los parques, estaban tristemente abandonados. Fundado por Liz Christy, este movimiento decidió hacerse cargo del asunto e invirtió su tiempo y sus recursos para convertir terrenos baldíos abandonados en praderas exuberantes de flores y vegetación silvestres. Arrojaban las bombas de semillas por encima de los cercos de lotes en desuso para que la gente del lugar pudiera mirar algo lindo en lugar de escombros, una tarea de activismo urbano que estás continuando hoy.

Paso 3. Con las manos húmedas, toma unos cinco puñados de arcilla y luego divídelos en pedazos más pequeños, del tamaño de una nuez. Colócalos en la fuente.

Paso 4. Echa una pequeña cantidad de agua en la mezcla de compost para que quede húmeda (no empapada). Mezcla con las manos, incorpora los pedazos de arcilla, y amasa, aprieta y aplasta rápido hasta integrar bien.

Paso 5. Toma un puñado de la mezcla y forma bolas del tamaño de una pelota de ping-pong.

Paso 6. Colócalas en la bandeja y déjalas en un lugar cálido para que se sequen, durante 3 horas como mínimo. 

Paso 7. ¡Ahora, puedes sacarlas a la calle! El momento ideal para repartir tus bombas de semillas es justo antes de que llueva, de modo que las semillas absorban la suficiente agua para comenzar a crecer. Piensa dónde puedes repartirlas: los canteros abandonados de tu casa o tu escuela, los terrenos baldíos o la base de árboles del barrio son buenas  opciones para empezar.

Queridos adultos:

Aunque puedes plantarlas en tus maceteros o canteros, las bombas de semillas se diseñaron como un acto de generosidad cívica, y, si decides adoptar esta costumbre, ofrecen una oportunidad para pensar sobre la ciudadanía comunitaria, así como para aprender algunos conceptos básicos de jardinería. Sin embargo, debes tener en cuenta que, en algunos lugares, cultivar la tierra que no te pertenece puede considerarse un acto de vandalismo, más allá de que se trate de mejorar lo que ya existe, así que usa tu buen criterio.

Imágenes extraídas del libro La Naturaleza del juego. Encontralo en fannyandalexander.co.uk

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