Rosa Montero – Escritora*
La relación de las mujeres con el poder, el oficio de escribir y la infancia, según Rosa Montero, una de las escritoras más lúcidas y originales de la escena literaria actual. Por Teresa Buscaglia.
Siempre es grato verla. Divertida, locuaz, inteligente, la periodista y escritora española Rosa Montero tiene mucho para decir en un momento histórico fuera de lo común para las mujeres. Argentina, alemania y Chile están gobernadas por mujeres. El futuro gobierno de los Estados Unidos puede quedar en manos de otra mujer. Es un tema apasionante para hablar con alguien que siempre creyó en la igualdad de oportunidades para las mujeres, que prefiere que le digan asexista a feminista y que fue un referente para las mujeres de la España que se desperezaba de décadas de dictadura franquista.
–¿Las mujeres en el poder crean expectativas diferentes?
–No, yo no creo que creen expectativas diferentes. Creo que lo que estamos viviendo es una normalización social maravillosa, que supone una liberalización de los imperativos sexuales. Que las mujeres lleguen al poder no es necesariamente bueno. La normalización tiene que ver con que esa mujer pueda ser una idiota igual que cualquier hombre. No hay por qué exigirles a las mujeres más de lo que se les exige a los hombres. El momento de normalización que vivimos es inédito y los hombres acompañan este cambio. El mundo no sería lo que es si ellos no hubieran cambiado también.
–¿Hubo algún momento de la historia de la humanidad, en que las mujeres hayan ejercido el poder, que pueda compararse con éste? Pienso en la época de Isabel la Católica, Catalina de Prusia, Isabel de Inglaterra…
–No lo creo. Ésos fueron casos puntuales. Hoy es diferente. Les doy una fecha: 6 de noviembre de 2006. Ese día, las ocho primeras páginas del diario El País hablaban sobre mujeres del mundo que ocupaban diferentes cargos y funciones. Algo impensable apenas diez años atrás. Nunca vivimos un momento como éste. La mujer vivió momentos históricos en los que estuvo mejor y peor. Y en ese sentido, no se puede hablar de la historia como una escalera. Lo que sí es cierto es que el momento actual no tiene paralelo histórico.
–¿Hay alguna diferencia entre hombres y mujeres a la hora de ejercer el poder?
–Hay estudios bastante rigurosos e interesantes en este sentido, realizados hace ocho años en los Estados Unidos. Ellos estudiaron a un grupo de mujeres en cargos ejecutivos de empresas no gubernamentales. Si la mujer está aislada en un mundo de hombres, lo que suele suceder es que termina absorbiendo las características de los hombres. De hecho, por eso llega a ejercer el poder. Lo que se estudió es a la mujer ejerciendo el poder grupalmente, con colaboradoras. La conclusión fue que con un porcentaje alto de mujeres en el poder, hay más efecto de cambio a la hora de ejercerlo. Las mujeres imponen una autoridad más horizontal que vertical, a diferencia del hombre. La mujer es más “asamblearia”, consulta más, llama a reuniones y escucha opiniones. Eso le lleva más tiempo para la ejecución, pero hace que el clima de trabajo sea mejor. Habría que preguntarse si esa tendencia también se mantendrá una vez que existan generaciones de mujeres que hayan ejercido el poder.
Sobre el tema del poder, Rosa Montero ya había escrito en La Loca de la casa (Alfaguara), lo más parecido a una autobiografía novelada que publicó hasta el momento: “Todos los humanos nos pasamos la vida buscando nuestro particular punto de equilibrio con el poder”, escribió. “No queremos ser esclavos y, en general, tampoco queremos ser tiranos. Además, el poder no es un individuo, no es una institución, no es una estructura firme y única, sino más bien una tela de araña pegajosa y confusa que ensucia todos los campos de nuestra existencia. Y así, tenemos que encontrar nuestra precisa relación de poder con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestro jefe, nuestros compañeros de oficina, nuestros padres, con todos y cada uno de nuestros amigos; con las autoridades, con la sociedad, con el mundo e incluso con Dios, para aquel que crea en su existencia”.
–¿Es verdad que te hiciste feminista a los 9 años?
–(Se ríe mucho). Sí, ya sé, la anécdota de la barra de hielo… Es que era increíble. Cuando yo era pequeña, no existían esas heladeras que tenemos ahora y durante el verano enfriábamos las bebidas y las comidas con barras de hielo que pesaban muchísimo. Mientras mi hermano se quedaba de lo más tranquilo en casa, a mí me tocaba ir a buscar la barra de hielo. ¡Era injusto! En ese momento nació mi feminismo.
–En ese momento, en plena infancia, también nació la escritora, ¿no es cierto?
–Sí. A los 5 años ya escribía sobre unas ratitas que hablaban. Siempre escribí. En la época de Franco, cuando era adolescente, la gente no leía, y yo quería escribir. Estudié Psicología porque me sentía loca, para saber si podía entenderme (risas), y creo que lo logré con las novelas. Al mismo tiempo estudiaba Periodismo, porque me acercaba a lo que más quería, que era escribir. Uno no tiene que pensar que puede dejar todo para escribir. Lo que uno escribe tiene que nacer en un ámbito de libertad y no hay que sumarle la presión económica. Yo siempre trabajé como periodista y, paralelamente, escribía mis novelas.
En sus novelas y sus artículos periodísticos, Rosa toca temas que, con el tiempo, se volvieron recurrentes y que desarrolla “porque no me queda más remedio, como si fueran parte de un sueño diurno.” “Escribir una novela es soñar con los ojos abiertos”, dice. Sobre esos temas, en una conversación con sus fanáticos en la web, decía: “Mirando mis libros, veo que varios de mis temas fundamentales son el sentido de la vida –si es que tiene alguno–, el paso del tiempo, la memoria, el poder, la pasión amorosa y la identidad”.
–Tu última novela aborda esos temas y se titula Historia del rey transparente. ¿Estás escribiendo algo nuevo?
–Sí, estoy terminando una novela y es más corta, urbana y actual que la última. En un momento, creí que iba a ser algo simple, pero siempre las cosas se terminan liando y el final se hizo complicadísimo. El escritor Fernando Berlín dijo que hay escritores erizo, que dan vuelta sobre sí mismos y siempre escriben acerca de lo mismo, y hay escritores zorro, que caminan buscando algo nuevo y van cambiando siempre, de acuerdo con lo que se les presente. Yo soy de ésas.
*Tiene 57 años y es una de las escritoras más reconocidas de España. entre sus obras se destacan La hija del caníbal, Te trataré como una reina y La loca de la casa.
ETIQUETAS feminismo literatura poder
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