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10 agosto, 2022

Hijos que emigran: la importancia de compartir la tristeza por la partida

Despedir a hijos o nietos en el aeropuerto puede provocar un "duelo parcial" y derivar en una crisis de sentido en padres, madres y abuelos, dice la especialista Estela Kucan, quien a partir de su propia experiencia, creó grupos terapéuticos de acompañamiento para no atravesar estos sentimientos en soledad.


Foto: Pexels

En el último tiempo, y sobre todo a partir de la pandemia, las noticias en torno a argentinos que eligen irse al exterior para inaugurar una nueva vida afuera ganaron espacio en las portadas de diarios, noticieros y redes sociales. Aunque no existen cifras oficiales que permitan hablar de un récord en el número de gente que emigró desde 2020 a esta parte, las escenas de jóvenes, parejas o familias en Ezeiza se volvieron habituales y, en la mayoría de los casos, son fotos agridulces en las que se entremezclan el entusiasmo por un nuevo comienzo y la tristeza de partir, entre quienes se van, y el anhelo de un buen futuro con el dolor de la despedida, entre quienes se quedan.

Más allá de las estadísticas, también están los sentimientos que atraviesan padres y madres, abuelas y abuelos, que despiden a sus hijos y, en ocasiones, también a sus nietos. «En la Argentina no se ha pensado que los hijos pudieran emigrar. Nosotros recibimos inmigrantes, pero no éramos un país del que nuestros chicos se fueran. Entonces, esto empieza a provocar un shock donde todo queda paralizado, es muy duro», dice Estela Kucan, psicóloga, especializada en gerontología, y licenciada en Ciencias de la Educación, en una entrevista con Sophia.

El año pasado, a medida que las restricciones por la cuarentena se iban aflojando y a partir de la demanda de sus pacientes, Estela decidió crear y motorizar Alas, un grupo terapeútico que reúne a personas que despidieron a familiares en el aeropuerto.

Foto: Pixabay

Con o sin trabajo, con o sin residencia, con o sin parientes o amigos en el nuevo país: más allá de las situaciones en que se van las personas que se van, en casi todos los casos, dice Estela Kucan, papás y mamás, y gran parte de la familia cercana, atraviesa un «shock» por lo inesperado de la cuestión, en tanto que la Argentina no es un país como otros en los que, ya desde que los hijos entran al secundario, sus padres saben que es muy probable que los vean partir para estudiar o trabajar muy lejos de casa, como es el caso, por ejemplo, de los Estados Unidos.

«Este shock deja a los padres en un duelo parcial que genera mucha angustia. Y en algunos casos, si no hay una contención dentro del núcleo familiar, hay que apelar a un terapeuta. Yo propongo uno de mis grupos como situación de contención, porque de otro modo, se puede caer en una depresión muy profunda», advierte.

La situación de pérdida y el sentimiento de duelo se agravan, menciona, cuando se despide también a los nietos. Y más aún, cuando esos nietos estaban al cuidado de los abuelos. Al igual que con la sensación del nido vacío, cuando los chicos dejan el hogar materno para independizarse, pero aún de maneras más intensas y acasos más difíciles, la partida de hijos y nietos al exterior puede generar en las personas una crisis de sentido.

En esos casos, señala, el acompañamiento y la puesta en común, así como un trabajo individual interior de «reinvención», de redescubrir deseos y gustos personales, y diseñar nuevos proyectos, se vuelven necesarios. A la larga o la corta, ambas cosas redundarán en un aprendizaje existencial y harán que la persona se fortalezca en dos aspectos que Estela Kucan considera fundamentales: el psicológico y el espiritual.

Foto: Pixabay

«Es una etapa de aprendizaje, un aprendizaje que no estaba previsto y del que no tenemos la menor idea. Hay que aprender a vivir con esta nueva realidad y en los mejores términos posibles«, apunta la especialista, quien a partir de su experiencia propia y de ver a personas muy tristes, cree que una manera saludable de atravesar estas etapas es reunirse con otras personas que atraviesan la misma situación.

Tenerse paciencia, saber que es muy duro al principio y mantener una actitud abierta son, según Kucan, tres buenos aliados para surfear la tristeza o la preocupación constantes, dos de las emociones que se repiten mucho, más allá de las historias y las circunstancias, de familia en familia.

«El intercambio de experiencias en los grupos —alienta— siempre es muy rico». En la ronda, la conversación genuina y la escucha, las personas pueden encontrar eco en el dolor, así como descubrir nuevas perspectivas y encontrar compañía para refundar sus propias vidas.

Por: Carolina Cattaneo

Escuchá la entrevista completa con Estela Kucan

ETIQUETAS Argentina argentinos en el exterior Entrevistas Estela Kucan familia hijos nido vacío

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