Sophia - Despliega el Alma

Reflexiones

30 septiembre, 2011

“Hay un amor más grande del que conocemos”

Anne Hillman es una autora y mentora espiritual de grupos y personas. En su último libro, sostiene que hay un amor más grande queriendo nacer en nosotros, una fuerza evolutiva que nos abarca y nos trasciende. Despertar a este Amor, dice, es nuestra asignatura más importante.  


 

Todo empezó, como suele hacerlo, con una crisis de la mediana edad. Anne había quedado viuda y hacía diez años que criaba sola a dos pequeños hijos. Comenzaba a dudar del trabajo de consultoría para empresas que hacía desde hacía años y lentamente se aprestaba a reexaminarlo todo. Por su cabeza comenzaban a circular imágenes, intuiciones para las que aún no había palabras. Fue entonces que la invitaron a dar un taller sobre el estrés en un congreso profesional. “El estrés era mi segundo nombre! Había sido uno de los temas centrales de mi vida y era conocida por mis talleres para reducir el estrés. Pero esta vez no quería hacer lo mismo de siempre. Pregunté si me permitirían hacer una presentación en imágenes, sin música ni voz. Me dijeron que sí. Recién ahí pensé: ¿cómo voy a hacer yo una cosa semejante? Ni siquiera sé cómo manejar un proyector…”

Pero la intención era firme, apareció la ayuda necesaria, y pronto la presentación estaba lista. La sucesión de imágenes daba cuenta de “la evolución del estrés” en la historia de la humanidad. Repasaba las sucesivas transformaciones que sufrió el ser humano con la llegada de la Modernidad: la automatización del trabajo con su legado de alienación, la alienación que sumía en la soledad, la soledad que traía apatía a medida que nos alejamos de la fuente. Pero el último segmento mostraba un cambio en la marea, un giro -que ella percibe está ocurriendo en nuestros días- en dirección del reencuentro con nuestro propio ser (puede verse en forma gratuita en su sitio: www.annehillman.net).

“Cuando se encendieron las luces nadie aplaudió. Me inquietó un poco pero pensé que estarían siendo respetuosos del silencio que acompañó a la presentación. Mientras se vaciaba el salón oscuro, me preguntaba para mis adentros si les habría gustado, cuando un hombre se acercó desde las sombras del fondo del auditorio, tomó mis manos entre las suyas y dijo: ‘Quiero darle las gracias. Al terminar esta conferencia iba a tomarme un avión de vuelta a Nueva York, y me iba a suicidar. Ahora, voy a buscar ayuda’.”

Este intercambio impactó profundamente a Anne. “No entendía qué había pasado, pero tenía claro que algo había operado allí que no era yo. Salí al hall de entrada, donde los organizadores habían pegado pósters con frases e imágenes, y quedé hipnotizada con una cita que nunca antes había visto. Era de Pierre Teilhard de Chardin, y en su versión completa dice así: “Algún día, cuando hayamos podido dominar los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, podremos utilizar para Dios las energías del amor, y entonces, por segunda vez en la historia del mundo, la humanidad habrá descubierto el fuego.”

“Me cautivó. ¿Qué quería decir Teilhard con aquello de redescubrir el fuego? Intuía que era una idea importantísima, pero me llevó treinta años encarnarla, y cinco de ellos escribir el libro en el que finalmente pude plasmar mi comprensión profunda de lo que significa.” Ese libro se llama “Awakening the energies of love. Discovering fire for the second time” (“Despertar a las energías del amor. Descubrir el fuego por segunda vez”), y recibió críticas impecables, incluso de la biógrafa de Teilhard, quien desigó a Anne la justa sucesora. Fue adoptado como lectura en diversas comunidades religiosas y monasterios, y la iglesia Anglicana de Australia, por ejemplo, lo convirtió en lectura obligatoria para inscribirse en sus cursos de tres años de dirección espiritual.

Anne habló con Sophia desde su casa con jardín y girasoles en el norte de California.

 

¿Qué significa Amor, en el sentido en que lo usa en el libro?

Amamos a nuestros hijos, a nuestras parejas, a nuestros amigos, a la vida. Ese amor es básicamente un sentimiento. Podemos tener ideas, sentimientos y sensaciones sobre el amor, y éstas son las que hemos explorado por mucho tiempo como raza. Pero hay otra experiencia más amplia del amor, que desafía las definiciones. Algunos lo llaman Dios, alma, espíritu, Atman. Otros lo vivencian como un campo de consciencia que nos abarca, nos traspasa y nos contiene. El amor en tanto sentimiento en el fondo crea separación: Yo amo a otro, un ser distinto y separado. En cambio, en tanto campo de consciencia, el amor integra, incluye. Y nos muestra que somos tanto más de lo que pensamos que somos, tanto más de lo que podemos comprender con el intelecto.

¿Estamos hoy más cerca o más conscientes de este Amor con mayúscula?

Sí, creo que estamos en un punto de inflexión evolutivo. Para algunos el despertar se da de manera explosiva, para otros es más lento y paulatino, pero en todos los casos hace añicos la percepción de quien uno es. No siempre es fácil aceptarlo: una semilla para crecer debe quebrarse, y así también, nosotros debemos soltar muchas ideas preconcebidas para aceptar esta conciencia mayor, la de una Inteligencia que no nos pertenece. Así como domesticar el fuego fue la hazaña mayor de nuestros ancestros, despertar a este Amor es la aventura espiritual de nuestro tiempo.

¿Por qué cree que resonó en usted tan fuertemente la cita de Teihlard?

Creo que este Amor había estado convocándome desde mi más temprana infancia. Sentía esa magnética conexión. Pero me llevó treinta años poder corporizar esa percepción. Cuando finalmente llegó, me pegó como un rayo. Ocurrió una mañana. Estaba en presencia de una maestra iluminada, y mientras la escuchaba hablar algo estalló en mí en un nivel profundo, celular. Me cambió para siempre. Lo intenté describir en mi libro, de esta manera:

De pronto, algo en uno -no un sentido, ni la vista ni el oído ni el olfato, sino otra facultad- percibe un vasto océano ebulliciente que se derrama sobre el cuarto/una misma y te deja pulsante de energía… Te sentís como si te hubieran abierto de cuajo, tus fronteras borradas, ampliada. Lo que sos ya no se restringe a los límites de tu cuerpo, tu experiencia de vida o tu mente; estos se han hecho añicos para siempre. 

¿Es una experiencia que se pueda transmitir?

Los maestros de la humanidad lo han hecho, así como los poetas, científicos, artistas y filósofos. Todos han sido portadores de esa energía que magnifica nuestra alma. Pero la enseñanza emana de su presencia, no de sus palabras.

¿Recibió una formación religiosa, y en ese caso, cómo la integró?

De niña fui criada en la Iglesia Episcopal, y me pasé la vida tratando de entender las enseñanzas y rituales de mi iglesia. El problema que tienen las organizaciones religiosas es que necesitan definir de qué se tratan, y para eso crean barreras de palabras que actúan como fronteras crecientemente rígidas en torno a algo que es, en realidad, un proceso permeable, y eso deja a alguna gente adentro y a otros afuera.

¿Cómo se manifiesta este Amor o comunión con Dios en el día a día?

Uno aprende a escuchar de otra manera, a seguir otros designios. Al tomar consciencia de la interconexión de todo, nace en uno una profunda compasión.  Pero aún después de que ocurre hay que continuar trabajando, aprendiendo a soltar más y más. Para mí, por ejemplo, fue importante aprender a escuchar con todo el cuerpo, no sólo con las orejas. Cuando comencé este camino hace treinta años, me veía a mí misma como si tuviera un globo (mi cabeza) atado fuertemente en torno a mi cuello. Entendí que había una constricción en mi pecho que nacía de no querer que mi mente conociera la profundidad de mis sentimientos. A través del trabajo psicológico y la práctica espiritual, fui aprendiendo a explorar y honrar esos sentimientos. Pude bajar hasta habitar a la parte alta del torso, y luego más bajo aún, hasta que incluso la voz me cambió: se volvió más grave a medida que aprendía a vivir desde una parte más profunda de mí misma.

¿En su libro habla de sentirse guiada por esa energía?

Los ejemplos son infinitos, comparto uno. Una noche me desperté con una voz que me decía: “Pon un aviso en el diario. Que diga esto…” Me senté y copié enérgicamente, como siguiendo un dictado. No podría decir ahora si estaba despierta o dormida, pero era claro que esto no era ‘una idea mía’: llegó entera, el texto completo de un aviso para una actividad que yo ni siquiera había considerado. Cuando me desperté la mañana siguiente, esto es lo que encontré en el papelito sobre mi mesa de luz:

HALLA EL SIGNIFICADO EN TU VIDA

¿Cómo descubrir el significado de tu vida? ¿Se trata de una película de personas, lugares, acontecimientos, trabajos y méritos sucesivos? Aprende cómo el expresar tu creatividad innata puede enriquecer tu experiencia y profundizar tu nivel de consciencia. Este taller se trata de vivir tu vida y contar sobre ello. Grupo pequeño, ambiente tranquilo y conducente. No se requiere experiencia previa.

Esa mañana lo tipié sin corregir una coma y lo envié al editor de un diario local. Cuando me enteré que salía $ 300 quise retirarlo, pero el hombre me dijo: “No te  preocupes, Anne, podemos darte una semana gratis”. Estaba azorada con su generosidad, pero también recordé una frase que alguna vez había escuchado: “Cuando es hora de que algo ocurra en el universo, la acción es tan fácil como cortar manteca con un cuchillo caliente”. Continúo dando ese taller dos veces por año, y nunca más necesité poner un aviso en el diario, se llena solo con meses de anticipación.

¿Y cómo se manifiesta ese Amor en relación a otras personas?

Puedo darte otro ejemplo. Una mañana de niebla iba majando por la autopista hacia la casa de mi hija. Suele ser una experiencia tensionante para mí porque son autopistas rápidas, de mucho tráfico. Pero esa mañana algo me indicó que “bajara” hasta conectarme con mi cuerpo, conmigo misma. Empecé a sentirme más relajada, y a pensar que todo el mundo estaba siendo muy amable ese día; nadie se me ponía atrás ni se cruzaba por delante. Empecé a manejar en conexión con todos los que compartíamos la autopista en ese momento. Ya no era yo y ellos, éramos nosotros. De pronto doblé y entré en otra autopista. La zona no se veía familiar y comencé a sospechar que había girado en el lugar equivocado, a pesar de haber transitado ese camino cientos de veces. Cuando al fin pasé por una gran tienda Sears al costado de la ruta, supe que, efectivamente no estaba yendo en la dirección correcta. Entré al estacionamiento de Sears, di varios giros bien conscientes hasta encontrar un lugar determinado para estacionar bajo un árbol, y llamé a mi hija. Apenas empezaba a explicarle lo sucedido, me preguntó: “Ay, ma, ¿conocés por casualidad una tienda Sears grande que está en la ruta a Topanga Canyon? Ahí cerca hay un negocio de reparación de electrodomésticos, y yo tengo ahí la aspiradora y fui esta mañana y estaba cerrado y ahora estoy con los chicos y no puedo ir. ¿No me harías el favor de ir buscarla?” Levanté la vista, y le respondí: “Querida, las luces de mi auto lo están iluminando en este momento.” Asombrada, mi hija exclamó: “Increíble, mamá, tenés el universo a tus espaldas”. Y yo le respondí: “Yo no. Todos”.

¿Y cómo se expresa en situaciones difíciles o dolorosas?

Quisiera dar un ejemplo de lo que significa la entrega al Amor en circunstancias extremas. Hace algunos años, estaba meditando una noche a la luz de la luna, y de pronto sentí que había una presencia en mi abdomen. Por la mañana llamé a mi médica y le conté la sensación. Me hizo hacer algunos análisis, y aparecieron dos tumores en mi páncreas. Estoy muy agradecida por esa intuición porque pudieron sacarlos a tiempo, y hoy gozo de buena salud. Pero después de la operación, sufrí unos dolores acuciantes. Mi Maestro, Richard Moss, me enseñó cómo sobrellevarlos. “No los resistas –me instruyó-. Mantén la atención y la mirada todo el tiempo en el dolor, y ofrécelo a Dios,  agradeciendo. Así lo hice. Cuando aparecía el dolor y sentía el impulso de cerrarme y resistirme, aflojaba mi cuerpo todo lo posible, respiraba liviano, sólo lo suficiente para mantenerme enfocada en el dolor, y lo ofrecía a Dios. Apenas pasaba, agradecía. Encontré otra forma de abarcarlo. Y es la misma práctica que sostengo para todos los dolores y dificultades, propios y ajenos. Es la forma en que me vinculo, por ejemplo, con lo que sufrieron este año los japoneses. Podemos hacer lo posible por ayudar pero a la vez abarcar ese dolor amorosamente en nuestro interior, no negarlo ni pelearnos con él sino aceptar su verdad. Para poder vivir en profunda comunión con la vida, necesitamos acallar la furia del ego. Esa clase de conexión asusta. Uno no quiere que todo lo importe y lo conmueva. Pero lo cierto es que, una vez que uno da ese salto hacia un Amor mayor, cuando entrega su confianza a Dios, ya no quiere volver atrás.

 

La cita pertenece al libro «Awakening the Energies of Love: Discovering Fire for the Second Time» (Putney VT: Bramble Books, 2008).

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