20 mayo, 2022 | Por Sophia
Rosario Pozo Gowland: «Todavía hay mucha gente que tiene miedo de acercarse a los libros»
Es una apasionada de la literatura y, al no encontrar referentes en las redes sociales, decidió crear lo que buscaba: un perfil que incentiva el hábito de la lectura donde la estética y el contenido de calidad ocupan un lugar primordial.
Rosario Pozo Gowland recomienda buenas lecturas a través de la cuenta que creó en enero de 2018. Foto: Instagram.
Por Bea Vilá Bertrán
Rosario Pozo Gowland (38) es abogada, estudió y ejerció la carrera durante más de diez años con mucho entusiasmo, hasta que empezó a perder el magnetismo que tenía con su profesión. Ávida lectora y amante de la literatura desde su adolescencia, su familia y amigos siempre recurrían a ella a la hora de elegir qué libro leer. Por una inquietud personal, decidió cursar una maestría en Sociología que la ayudó a esquematizar sus intereses, ahondar en distintas temáticas, y conocer a nuevos autores sociólogos o filósofos. Con el objetivo de fomentar la lectura, en enero del 2018 creó el perfil de Instagram @decimeunlibro y empezó a subir reseñas. El espacio fue ganando adeptos y supera ya los 46 mil seguidores. Además de recomendar lecturas, autores, editoriales, librerías o destinos de viajes, Rosario se ofrece como guía de un Club de Lectura virtual que ya lleva más de 35 ediciones.
—¿Cuándo se dio tu primer acercamiento a la literatura?
—Siempre sentí curiosidad por los libros. Mi mamá y mi papá leen bastante y recuerdo que había muchos libros y colecciones en casa. Mi acercamiento fue más bien instintivo, a los diez u once años solía leer la saga de Las gemelas de Sweet Valley; también me gustaban los libros de la colección Elige tu propia aventura. A los quince años, en el colegio, leí El Diario de Anna Frank y tuve que hacer un trabajo práctico de análisis. Me lo tomé muy en serio y me fue muy bien. Creo que así se dio mi primer acercamiento formal.
—¿Qué autor marcó tu adolescencia? ¿Hay alguien que te haya ayudado a adoptar una mirada distinta en esa etapa crucial de la vida?
—A los dieciséis años leí Relato de un náufrago de Gabriel García Márquez y se me abrió un mundo. Empecé a leer todos sus libros. Cien años de soledad también me marcó mucho. No hay forma de que nos podamos dar cuenta hasta qué punto nos influyen los libros que leemos, porque es algo imperceptible, pero yo creo que la literatura latinoamericana me debió formar mucho como persona en esa etapa de mi vida. Me encantaba leer novelas distópicas.
—¿Qué lugar ocupa la lectura en tu vida y qué tipo de libros te gusta leer?
—Los libros me acompañan desde siempre, mi vida está atada a ellos. Por suerte, en mi infancia y adolescencia, mis padres siempre me dieron vía libre para comprar todos los libros que quisiera. Para mí, un libro es el lugar en el cual encuentro respuestas o surgen inquietudes, y también es mi compañía en momentos de soledad. Mi vínculo es muy íntimo. En cuánto a mis preferencias, suelo alternar entre novelas contemporáneas y ensayos de sociología, filosofía o feminismo. Cuando voy a una librería, intento seguir mi intuición sin la guía de nadie. Siempre fui muy autodidacta y extremadamente solitaria en mi lectura. Solía ser una actividad que no compartía con nadie, pero hoy en día ocupa un lugar central, porque dejó de ser un hobby y pasó a formar parte de mi trabajo. Ya hace dos años que puedo decir que vivo de este proyecto.
Decime un Libro es un lugar de encuentro y difusión de la lectura. Además de ofrecer reseñas sobre libros, asistir a eventos, recomendar autores independientes, pequeñas editoriales, revistas, películas o programas de televisión sobre literatura, rutas de librerías y destinos de viaje que vale la pena conocer, Rosario creó su propia tienda online donde ofrece remeras y tote bags con insignias relacionadas a la lectura o el feminismo y guía un Club de Lectura mensual.
—¿Por qué decidiste crear Decime un Libro?
—La idea surge de unir dos de las cosas que más me gustan: toda la vida fui «recomendadora» de libros y, por otro lado, consumidora de redes sociales. Y veía que había un nicho que no estaba siendo ocupado. En ese momento, las redes sociales no estaban tan en auge como ahora y la presencia de los libros era prácticamente nula. No había influencers de libros; quizás había una o dos cuentas, pero ninguna tenía el enfoque ni una estética atractiva, que es algo en lo que yo pongo foco. Así que decidí hacer algo que yo quería que hubiera para mí. En enero del 2018, en plena feria judicial, aproveché para crear la cuenta de Instagram y comencé a subir reseñas.
—¿Qué cosas tenés en cuenta a la hora de reseñar un libro?
—Yo odio las contratapas, no las leo jamás porque te delatan toda la trama. Mis reseñas son muy subjetivas, tienen que ver más con sensaciones o emociones que me evocó el libro. Casi nunca hablo de cómo es la escritura del autor o cuáles son los sucesos de la trama. Uno puede contar un poquito, pero si empieza a contar mucho ya pierde la gracia, porque eso lo tiene que ir descubriendo cada uno.
—Además de brindar reseñas sobre libros, guiás un club de lectura mensual. ¿Cómo es la dinámica?
—Sí, gracias al entusiasmo de algunos seguidores surgió la idea de hacer un club de lectura. Al principio preparaba y compartía un vivo en Instagram de forma gratuita pero, como me demandaba demasiado esfuerzo, decidí dejar esa labor temporalmente hasta encontrar la forma de que fuese rentable para mí. Le estuve dando vueltas a la propuesta para dar con una dinámica con la que me sintiera cómoda. A los tres meses lo retomé de forma paga, sin tener muchas expectativas de repercusión y en la primera edición ya tenía setenta personas anotadas. Empecé a pensar qué contenidos compartir para acompañar la lectura y trasladé los encuentros a una plataforma de videollamadas para que todos pudieran participar y tener más cercanía. Para mí es una satisfacción enorme ver cómo fue creciendo y sosteniéndose en el tiempo esa comunidad lectora.
El Club de Lectura es una experiencia de lectura compartida que engloba varias cosas. «Yo nunca me focalizo en cuestiones que tienen que ver con la crítica literaria o teoría de la literatura, sino en las temáticas que propone el libro y su abordaje desde la sociología, la filosofía y la psicología». Actualmente, en cada edición del Club de Lectura suelen participar alrededor de 160 personas desde Argentina, Chile, Uruguay, Colombia, México, Estados Unidos y España. Rosario asegura que “se da un fenómeno tan particular como es el encuentro entre personas que leen muchísimo y personas que leen poco o nada, de un amplio abanico etario, ya que la participante menor tiene 22 años y la mayor tiene 88. ¡Eso me fascina!”.
—¿Qué es lo que más valorás de la experiencia de lectura compartida?
—Se da una comunión muy gratificante llevada al plano de las ideas. Como actualmente participan muchas personas, ofrezco tres fechas distintas para debatir el mismo libro, y me suele llamar la atención cómo cambian las charlas cuando los interlocutores son distintos. Es otra mirada, otra perspectiva. Aprendo un montón de quiénes participan, es muy enriquecedor todo lo que traen, los debates terminan siendo muy emotivos. Hay libros que son tremendos, por ejemplo El invencible verano de Liliana, que es sobre el femicidio de la hermana de Cristina Rivera Garza, que es una autora mexicana. Es un libro fuerte y, en pleno encuentro, algunos mencionaron la violencia de género que habían experimentado en sus casas. Se da una compartida que a veces termina muy cargada, pero en el buen sentido. Vamos muy a fondo con los temas. Nunca soñé con tener un trabajo que fuera tan gratificante, pero en estos encuentros veo efectos directos en mí y en las personas que participan.
Algunas de las imágenes que acompañan sus propuestas a través de la cuenta @decimeunlibro Foto: Instagram
—¿De qué manera preparás cada club de lectura?
—La propuesta es que funcione como un lugar para pensar e intercambiar ideas. El libro no es el objeto principal, funciona como disparador para todo lo que sucede. Es por eso que en las tres semanas anteriores al encuentro virtual, envío a los participantes información para acompañar la lectura. Primero, datos de color sobre la biografía del autor y un recorrido sobre sus obras a partir de una investigación exhaustiva. Luego, material complementario, como una lista de lectura recomendada con libros de ficción y no ficción, material audiovisual y una playlist de canciones que me gustan y creo que se relacionan con el libro propuesto, o ayudan a explorar la geografía de la trama. Por último, intento concretar una entrevista exclusiva con el autor o autora —si están vivos— o con algún especialista de la temática del libro o un director de cine, en caso de que haya alguna película inspirada en el libro.
—¿Cómo es ese encuentro con los autores?
—¡Te diría que es lo que más disfruto! Le acabo de hacer una entrevista a Martín Kohan, autor de Ciencias Morales y es un placer hablar con él, tiene una rapidez mental… También entrevisté a Andrés Barba, Guadalupe Nettel, Selva Almada, Liliana Heker, Malén Denis. De todos ellos rescato algo. Me siento muy privilegiada: tener la libertad de preguntarles todas las cosas que quiero es fantástico. Y a nivel profesional estoy desarrollando una faceta de entrevistadora que me encanta. Intento adoptar un enfoque distinto en mis entrevistas para que ellos también se entusiasmen y creo que hasta ahora lo conseguí. También entrevisté a escritores de otras procedencias como Nina Lykke, que es noruega, o Gerbrand Bakker, que es holandés, y se mostraron muy agradecidos del interés por el libro.
—¿Qué opinás de las adaptaciones cinematográficas? ¿Sos partidaria de que hay que leer los libros antes de ver las películas?
—Para mí es difícil hacer una comparación, porque son dos expresiones artísticas que se valen de recursos diferentes. En uno está involucrada la palabra escrita, en un formato antiguo como es el papel impreso, y entra en juego la imaginación de una persona que escribe y otra que recibe ese texto. La película, en cambio, involucra otras cosas: vestuario, maquillaje, escenografía, música; son todos recursos súper atractivos. Pero yo creo que los libros nos marcan más, porque la imaginación es insuperable y uno pone mucho de sí mismo en el proceso de lectura. Hoy en día las películas y series mainstream vienen totalmente procesadas. Las personas vemos estas películas o series porque, en la era de la inmediatez, tenemos la necesidad imperiosa de entretenernos fácilmente o entender lo que consumimos. En cambio, la lectura requiere de un mayor esfuerzo y capacidades cognitivas que muchas veces tenemos en desuso.
Ávida lectora desde que era chica, Rosario encontró en los libros su refugio. Foto: Instagram.
—¿Creés que hoy en día es más difícil incorporar el hábito de la lectura?
—Tengo una amiga que no leyó nunca en su vida y está super contenta de participar hace más de un año del club de lectura. Aunque los libros sean un lugar de refugio para mí, gracias a ella me di cuenta de que hay personas que tienen miedo de acercarse a ellos. Hoy en día muchos prefieren hacerlo de manera acompañada y lo entiendo, porque puede ser abrumador entrar a una librería y encontrarte con una cantidad infinita de libros. Uno puede marearse o no saber por dónde arrancar si ni siquiera sabe qué le gusta y no quiere gastar plata sin tener una garantía. Y todos esos factores lo transforman en un círculo vicioso. La literatura no tiene nada que ver con los tiempos que corren hoy en día, porque leer un libro exige atención única en lo que estás haciendo, tiempo, paciencia, compromiso, y eso es un desafío. Yo leo menos que antes, me distraigo igual que todo el mundo, me encantan las series y las películas. Pero mi objetivo seguirá siendo fomentar la lectura, porque para mí es algo fundamental, ya que es lo que me ayudó a conformar mi personalidad y mi vida.
En noviembre del 2020, Rosario empezó a grabar los encuentros virtuales del Club de Lectura para empezar a ofrecerlos en un nuevo formato “on demand”, para participantes que sean nuevos y no hayan podido participar de las ediciones anteriores. Entre los talleres que están actualmente disponibles se encuentran: El viento que arrasa, de Selva Almada; Estado del malestar, de Nina Lykke; La hija única, de Guadalupe Nettlel; Vida de Guastavino y Guastavino, de Andrés Barba; El invencible verano de Liliana, de Cristina Rivera Garza; Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel y Los suicidas del fin del mundo, de Leila Guerriero; Primera persona, de Margarita García Robayo; La dependienta, de Sayaka Murata y La hermana menor, de Mariana Enriquez, entre otros. Más info en www.decimeunlibrostore.com.ar/on-demand
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