Sophia - Despliega el Alma

8 octubre, 2020 | Por

Inés Olivero: «Al agradecer las cosas que sí tenemos, las señales comienzan a fluir»

El mundo que conocíamos ya no existe: la pandemia nos puso patas para arriba y nos obligó a repensarnos. La psicóloga Inés Olivero atravesó grandes crisis personales y en su último libro ‘Reinventarse. Claves para sostenerse en el vacío y volver a empezar’, brinda herramientas para salir del piloto automático.


Por Karina Bianco

En un mundo donde la sociedad le escapa al vacío existencial, una pandemia mundial nos obligó a parar, pensar y establecer nuevas metas. Esto nos dejó expuestos frente a nuestros miedos y angustia. Y nos llenó de preguntas. ¿Cómo inventamos nuevos objetivos? ¿Cómo podemos salir del piloto automático?

Si estás buscando reinventarte, podés inscribirte en el taller que Inés Olivero brindará a través de Fundación Columbia el viernes 9 de octubre de 18:30 a 21. Un espacio donde escuchar y acompañar las crisis, tanto las que enfrentamos en el diario vivir como aquellas que sacuden los cimientos de manera más profunda. Más info: www.fundacioncolumbia.org

La  psicóloga transpersonal Inés Olivero, utilizó las grandes tormentas que atravesó en su vida y su experiencia en grupos de mediana edad, para escribir su último libro Reinventarse. Claves para sostenerse en el vacío y volver a empezar.  “Ese mundo que conocíamos se murió –cuenta la especialista en una charla con Sophia–. Este virus que afectó al mundo fue un golpe al individuo consumista. El mantra ‘Quedáte en casa’ va mucho más allá que la referencia de quedarse entre cuatro paredes. Debemos tomarlo como un referente evolutivo donde es necesario dejar de mirar hacia afuera para empezar a observarnos hacia adentro”.

¿Cómo trabaja en ese sentido la psicología transpersonal?

–Surge como una de la piscología que integra los aspectos espirituales y trascendentes de la experiencia humana. Ve al Hombre como un todo: la salud, la enfermedad, el desarrollo personal y espiritual. Es a través de esta forma de psicología que uno descubre sus fortalezas y debilidades. Todos los seres humanos tienen inquietudes en todos esos planos. Por supuesto que  algunos lo descubren y otros no.

–Así surgió tu último libro…

–El libro lo presenté en la editorial el 10 de marzo, justo unos días antes que comenzara la cuarentena. Lo escribí después de trabajar con personas que estaban atravesando crisis de mediana edad, porque es un momento de mucha revolución. De hecho, el maestro Carl Gustav Jung decía que debería haber una escuela para las personas de más de 40 años por los sacudones que van a recibir. La humanidad no nos preparó para hacer esos cambios. A medida que iba escribiendo sobre todo lo observado y analizado, comencé a recordar la crisis que atravesé a mis 47 años. Aunque cada experiencia es única e irrepetible.

–En el prólogo del libro te referís a esa crisis como la noche oscura del alma…

–Yo era una psicoanalista freudiana, era creyente pero no de la manera de un Dios como lo concebimos, sino como una energía superior. A los 47 años, casada con un hombre maravilloso que también es psicólogo, con una profesión que amo y con dos hijos increíbles, sufrí un sacudón en mi vida que me dio vuelta: me sentí atraída por otro hombre de un modo convulsionante. No había dejado de amar a mi marido, pero sentía una atracción que me hacía perder el equilibrio. Durante 5 días y 5 noches no comí. Tomé coraje y se lo conté a mi esposo.

–¿Y qué ocurrió?

–Pensé que él no iba aceptarlo. Sin embargo, me dijo que admiraba mi valentía, que nos habíamos prometido honestidad y que contara con él para lo que precisara. Lo admiré y amé aún más porque creo que yo no hubiese podido reaccionar así. Todo estaba dado vuelta y un tiempo después me regaló un viaje a Colonia, Uruguay, para que me pusiera en orden conmigo y escribiera todo lo que estaba viviendo. Era invierno y no había nadie en la ciudad. Mientras plasmaba a través de la escritura todo lo que sentía, tuve una experiencia espiritual. Sentí como un ruido de huesos en el pecho y un amor indescriptible que entraba en mí y una voz que me decía ‘Ya pasó’. Fue un sentimiento que me rompió la coraza del ego. Y me dio una perspectiva completamente diferente. Años después murió mi hija, pero tomé la muerte de otra manera.

–¿Qué descubriste a través de estas experiencias tan difíciles?

–A mí lo que me ayudó muchísimo fue escribir todos los días lo que iba sintiendo. Lo que me asustaba, si no veía la salida… Eso me ayudó a encontrar un maestro interior. Con respecto a la muerte de mi hija, me di cuenta de que la muerte no es cruel, sino que viene a liberarnos de lo que ya no se puede sostener. Ella logró una videncia espiritual en la última etapa de su vida que la convirtió en una maestra para mi familia.

El poder de la intuición

De esos grandes dolores, la especialista salió con nuevos objetivos. A sus 77 años, asegura que sus últimos veinticinco fueron de una gran productividad profesional y emocional.  “No todo el mundo sale fortalecido de una situación crítica. Algunos quedan envenenados y otros aprovechan esta instancia para ver qué pueden hacer y encontrar el equilibrio físico y emocional. Es un acto de fe. Pero la historia de la humanidad demostró que avanzó a través de cataclismos que te sacan de la zona de confort». Según explica, se trata de una crisis global en la que el mundo atraviesa un cambio de sentido. Y ese mundo que estaba atravesado por un exceso de masculinización y racionalismo, hoy nos obliga a reinventarnos, a buscar en nuestro interior.

El nuevo libro de Inés Olivero busca ser una guía y a la vez un espacio de comunión. 

–¿Qué herramientas podrías compartirnos para reinventarnos en este nuevo mundo?

–Estamos muy aferrados a lo conocido y las crisis se originan porque estamos buscando algo más. Todo proceso de evolución comienza en lo profundo. Lo primero que hay que tener en claro es que hay que sostenerse en el vacío un tiempo largo, sin enojarse con la vida. Juntar fuerzas. No imponerse hacer cosas fantásticas para la Humanidad, sino hacer cosas que a uno lo representen profundamente. Eso nos produce una armonía interior que se convierte en un gran don. Cuando nacemos, recibimos un sirviente (el intelecto) y un don (la intuición). El problema es que endiosamos al primero y desestimamos al segundo sin darnos cuenta de que los grandes descubrimientos del mundo llegaron a través de la intuición y se desarrollaron de la mano de la razón. Entonces es necesario bucear en nosotros y escuchar nuestra intuición para logar eso que tanto anhelamos. Otra herramienta que ayuda mucho en este proceso es hacer una disciplina artística, porque permite desarrollar el hemisferio derecho que te conecta con las emociones. Al agradecer las cosas que sí tenemos, las señales comienzan a fluir.

–Durante más de veinte años trabajaste con adultos mayores. ¿Cómo los ves en este momento de aislamiento?

–Algunos están muy bien, pero como dice mi marido, es verdad que esta pandemia nos saca vida a los años. ¿Qué quiero decir con esto? Que en esta etapa no podemos disfrutar de estar con nuestros nietos, viajar, juntarnos con amigos. Nos dimos cuenta de que  el abrazo no tiene precio. Tenemos que encontrar la forma de disfrutar dentro de ciertas condiciones y confiar en el proceso de la vida, porque aún en el momento más oscuro, siempre hay una luz.

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