6 marzo, 2023 | Por Sophia
Gabriela Ricardes: «Lo más gratificante de todo es hacer que las cosas sucedan»
En el Mes de la Mujer conversamos con la primera directora mujer del Complejo Teatral de Buenos Aires, para conocer cómo fue su paso de las artes del circo a la gestión cultural y cuáles son sus grandes desafíos y satisfacciones a la hora de desplegar la magia del teatro y acercar cada vez más público a las salas.
Por María Evangelina Vázquez
En abril de 2022, Gabriela Ricardes se convirtió en la primera mujer directora del Complejo Teatral de Buenos Aires. Y, tras casi un año de gestión, asegura que su trabajo al frente de los teatros públicos no le resultó más difícil por ser mujer. Por el contrario, se siente muy bien en su rol, en el que la acompaña un equipo donde las mujeres son mayoría, algo impensable años atrás. El Complejo Teatral nuclea seis teatros públicos de la Ciudad de Buenos Aires: el San Martín, el Alvear, el Regio, el Sarmiento, el Teatro de la Ribera y el Cine Teatro el Plata, de reciente inauguración.
Apostando por algunos dramaturgos clásicos como Edmond Rostand, William Shakespeare, Pedro Calderón de la Barca y Eugene O’Neill, Gabriela nos habla de la impronta que le está dando a su labor, que a la vez da continuidad a los aciertos de las gestiones anteriores. Tras los pasos de Jorge Telerman, Ricardes hoy busca imprimirle su huella, y tiene con qué. Con una formación que proviene de la actuación (estudió en la EMAD) y las artes del circo, como gestora fundó Buenos Aires Polo Circo y estuvo en la gestión del Centro Cultural San Martín. Además, fue fundadora de la primera carrera universitaria iberoamericana en Artes del Circo en la Universidad Nacional de Tres de Febrero y, luego de estudiar en la Argentina, continuó sus estudios en Francia y estuvo a cargo de la Secretaría de contenidos públicos. “El teatro oficial hace lo que el teatro comercial y el independiente no pueden hacer”, afirma sobre esa experiencia.
–Me gustaría que nos cuentes cómo empezó tu historia con el teatro, con el mundo de las artes escénicas.
–Antes que nada, fui espectadora, desde niña. Y este teatro, el San Martín, tuvo que ver con esa primera impresión o primera formación. Yo era la típica nieta de inmigrantes, hija de primeros padres profesionales egresados de la escuela pública de medio turno —como era en ese momento—, donde en el otro contra turno tenías toda una formación artística y venir al teatro ocupaba siempre un espacio muy preponderante; no sólo en la formación artística sino en la formación humana, en la formación ciudadana. Así que mis primeros acercamientos como espectadora fueron en este teatro, conociendo el grupo de titiriteros, el ballet, los primeros espectáculos acá, que siempre fueron muy fundantes. A partir de ahí hice el camino paralelo de formación: estudié arte dramático como actriz, y ahí apareció una vocación…
La gestión de la actual directora apunta a poner en valor y jerarquizar los cuerpos estables: un ballet que lleva en escena cuarenta y cinco años, una escuela, el Taller de Danza Contemporánea del San Martín —que también tiene cuarenta y cinco años— y un grupo de titiriteros que tiene también su escuela de formación y una larga trayectoria de existencia. «Somos un espacio de teatro pero que cuando decimos ‘teatro’ estamos incluyendo la danza y el teatro de títeres, marionetas y objetos», dice Gabriela.
–Ahora que trabajás en gestión, ¿extrañás estar arriba del escenario?
–No, fue un proceso natural. Me fui bajando del escenario con ganas, o sea con decisión, no porque no quisiera estar más o porque no hubiera más cosas para hacer, sino porque realmente el lado de atrás me fue interesando, me fue llamando, me fue despertando interés y me parecía que había muchas cosas para hacer. Habiendo recorrido el camino de actriz, directora —también dirigí algunos espectáculos de teatro, después de circo—, después de haber creado compañías y el Festival Internacional, cuando llegué a dirigir la primera estructura después del Polo Circo, me di cuenta de que era lo que realmente me gustaba, me movía, me interesaba. Así que fue una transición gozosa, no la padecí, no extraño el escenario.
–Luego de haber vivido en Europa ¿cómo comparás las escenas de acá con las de allá?
–Creo que, a nivel de creatividad, de creación y de producción artística, no tenemos nada que envidiar. Sí lo que por ahí es una diferencia (más allá de un tema presupuestario, porque son otros contextos sociales y económicos), es la continuidad en ciertas políticas culturales de instituciones públicas que trascienden los gobiernos o los cambios políticos, las líneas son más duraderas. En ese sentido, las instituciones públicas son bastante más independientes del poder político que lo que son en nuestro país. Pero en la Argentina, sobre todo en Buenos Aires, tenemos un ecosistema teatral y de artes escénicas muy fuerte, casi me atrevería a decir único en el mundo. Hay realmente una red entre el teatro independiente, el teatro público y el teatro comercial, además de una variedad de oferta increíble.
El taller del Teatro San Martín abastece a todos los otros teatros. “En Chacarita está el centro de vestuario, que recomiendo fuertemente visitarlo, donde se hizo un trabajo muy fuerte para poner en valor todo el acervo patrimonial de los vestuarios. Están preservados, catalogados; están a la vista del público. Hay un trabajo hermoso sobre eso: hay gran parte de la sastrería también, y muchos otros talleres. Así que tenemos la producción dividida en dos centros de producción, que también implican una logística importante», cuenta Gabriela Ricardes.
–Sos la primera mujer directora del Complejo Teatral de Buenos Aires. ¿Cómo recibiste esa noticia?
–Fue muy emocionante y muy impactante para mí que me convocaran. Porque es una institución que tiene mucha historia, donde uno es parte de algo mayor a uno, que lo va a trascender. Es un teatro fundante para muchísima gente y para mí en particular. O sea, yo a esta casa la conozco de espectadora, la conozco de actriz y la conozco de directora de espectáculos. Entonces, de alguna manera, fue volver a una casa muy conocida y transitada. Fue una emoción muy grande.
–¿Tu idea es continuar la línea de su anterior director?
–El teatro tiene una línea muy fuerte, más allá de los directores. Tenemos una historia reciente y una historia pasada que trasciende a cualquier gestión. Entiendo que eso es lo que un director debe hacer: mantener viva la llama, el fuego, aportar profesionalismo y una mirada personal a una programación que viene históricamente bien. En línea con eso, lo que intentamos proponer, además de lo que se venía haciendo, es tener una ventana a lo internacional, que siempre estuvo. Es un país donde resulta muy complicado económicamente ver qué está pasando en el mundo en cuanto a las artes escénicas. A partir de un trabajo fuerte en la cooperación internacional que vengo desarrollando desde hace mucho tiempo, podremos volver a programar espectáculos; en este caso de Alemania, de Francia, de España, de Uruguay y de Australia. Un poco la idea es que también el público de Buenos Aires y el público de Argentina —porque este teatro es un punto de referencia de todo el país— pueda ver qué es lo que está pasando en otros escenarios del mundo.
Dramaturgos y directores consolidados en la escena local e internacional fueron convocados para llevar adelante sus proyectos para 2023. Cyrano y La vida es sueño forman parte de la programación y la figura de Quinquela Martín estará presente a través de una de las obras. Habrá coproducciones con compañías extranjeras. Alejandra Radano y Josefina Scaglione serán parte de la programación en Elsa Tiro, una historia que involucra a Eugene O’Neill, con guión de Gonzalo Demaría y dirección de Luciano Cáceres. La temporada arranca, entre otras obras, con Los años de Mariano Pensotti/Grupo Marea y vuelve Lo que el río hace, de María y Paula Marull.
–Y como mujer, ¿es más difícil ser funcionaria aún hoy?
–Yo no lo siento difícil. Nosotros tenemos una institución fuertemente liderada por mujeres. El equipo que me acompaña en los cargos ejecutivos son mujeres, las directoras de los cuerpos estables son mujeres, la mayoría de las directoras de los teatros son mujeres. O sea, tenemos una presencia muy fuerte. No se me hace complicado en ese sentido, porque creo que la mujer está muy presente en todo el Complejo Teatral. Mucho más de lo que por ahí pareciera, pero es un teatro llevado en su gran mayoría por mujeres. No siento un peso extra por eso.
–Me interesaron algunos proyectos del teatro, ¿los padres y las madres van a tener un espacio de guardería?
–Sí, ahora le pusimos “Todos al teatro”. Le vamos cambiando el nombre porque es difícil de nominar, pero descubrimos que hay muchas personas, no solamente las que vienen del interior con sus chicos, que no tienen dónde dejarlos cuando eligen venir al teatro de noche. También hay familias a las que les gustaría venir, con hijos que están en una edad que los pueden acompañar, pero que por ahí el espectáculo —aunque sea apto para todo público— no les interesa y les resulta aburrido todavía. Por eso vamos a tener este dispositivo donde una vez por semana, en cada una de las funciones, los padres pueden pedir el servicio de taller para niños mientras están en la sala, con un dispositivo como el de algunos restaurantes donde si hay alguna cosa que el niño o la niña necesita, va a vibrar y van a poder salir de la función. Pero, mientras tanto, realizarán un taller que tiene que ver con el oficio teatral, que va a tratar sobre los espectáculos que están en ese momento en cartel a través de títeres, de marionetas, de diferentes situaciones formativas, no solamente lúdicas, que va a durar lo mismo que dura la función que tienen los padres.
–Contanos sobre la idea de popularizar más el espacio del hall de los teatros que componen el Complejo.
–El hall es el primer contacto que tiene el público con el espacio teatral. Los que estamos acostumbrados a venir al teatro lo damos por sentado y nos sentimos cómodos, ya sabemos dónde es, cómo se saca la entrada… Pero nosotros tenemos que pensar en todos aquellos que todavía no vienen y que es un paso que todavía, por ahí, les cuesta. Sobre todo en lo que es el teatro público, que uno piensa que puede ser: “No estoy preparado”, “Van a ser textos que yo no voy a entender”, “Me voy a aburrir”, “No sé cómo es”. Entonces, en el hall, que es la primera puerta de entrada, uno puede empezar a acercarse, a apropiarse, a ser parte. En 2022 hicimos una experiencia maravillosa de tres meses, con charlas magistrales del quehacer teatral con diferentes dramaturgos, dramaturgas, directoras de arte, directores, actores, etc. Y fue un éxito: el hall estaba totalmente lleno de personas que venían a escuchar hablar de teatro…
–Como directora, ¿cuáles son las mayores satisfacciones y las dificultades que encontrás en tu gestión?
–La satisfacción es el camino, el camino que, a su vez, es la dificultad. Es tratar de mejorar los procesos para que, desde la concepción de la obra hasta la última función, todo sea lo más enriquecedor posible para todas las partes que participan: la propia institución, los artistas y el público. Ese camino diario desde la concepción hasta la última función, que es cuando baja la obra que recorrió con nosotros muchos meses. Porque cuando ese proceso sucede, el teatro tiene el honor de ser visitado por diferentes personas y eso es lo más gratificante: ver cómo desde la nada las cosas se hacen realidad y, después de que se hacen realidad, se comparten con el público, y después de que se comparten con el público, van creciendo en el día a día de las funciones hasta el momento en que se despiden.
Una buena noticia: durante la segunda mitad del año tendrá lugar la reapertura del Teatro Alvear. Para celebrarlo, habrá funciones especiales. «Para nosotros es un hecho trascendente, emocionante y que nos hace muchísima ilusión. Tenemos pensada una hermosa temporada, una parte con el camino Rostand, con una obra que se llama Edmond, que cuenta la historia de cómo fue escrita Cyrano; es decir que cuenta el teatro adentro del teatro, por eso nos parecía tan interesante en esta apertura”.
«Creo que eso es lo más gratificante de todo, hacer que las cosas sucedan. Y lo más dificultoso es lo mismo: hacer que las cosas sucedan. Son estructuras que tienen muchos años de prácticas y a algunas hay que revisitarlas, cambiarlas o transformarlas para que los procesos sean más fluidos. Estamos en un país donde es difícil la planificación. Eso nos obliga a tener plan A, B, C y D todo el tiempo, esa es una dificultad. Nos encantaría saber que depende sólo de nosotros, pero sabemos que nunca es así y en nuestro contexto-país muchísimo menos. Hay muchos procesos que a veces se complican un poco y no necesariamente por ninguna cosa que tenga que ver con el teatro», comparte Gabriela.
–En la programación se combinan figuras más conocidas que vienen de la tele, por ejemplo, con figuras que vienen más del teatro oficial e independiente.
–Exactamente. Creo que es una mezcla virtuosa, que lo que tenemos que tener son buenos actores. Hay actores que son más convocantes, porque además tienen otro recorrido… Las series, la televisión y la participación en las diferentes plataformas hacen que muchos artistas que antes quizás eran más de teatro, tengan ahora también mucho trabajo en otros soportes. Pero creemos que esto es algo que el teatro tenía originalmente, o tuvo en muchos momentos de su vida: Ernesto Bianco hacía Operación Jajá y también Cyrano y eso fue muy, muy interesante para que se llegue a otros públicos. Todos son grandes artistas, algunos trabajan más o son más populares por diferentes motivos, otros son más del circuito independiente, pero todos están felices de trabajar entre sí.
Fotos: Gentileza Complejo Teatral de Buenos Aires.
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