4 noviembre, 2022 | Por Sophia
Eleonora Wexler: «Mi propósito tiene que ver con estar en el momento»
En un cuestionario breve pero profundo a la vez, la actriz argentina nos comparte los aspectos más trascendentes de su vida y nos permite bucear a través de los rincones menos conocidos de su alma.
Eleonora Wexler comenzó en la actuación de pequeña y se consagró como actriz gracias a su talento, dedicación y compromiso.
Por Agustina Rabaini
Comenzó a los ocho años en la inolvidable Annie (1982), en el teatro Lola Membrives. Y ya no paró de trabajar y de crecer como actriz de cine, teatro y televisión. Con los años también se convirtió en la mamá de Miranda, hoy de dieciocho. Conversamos con Eleonora Wexler bien temprano, en una mañana de primavera.
—Eleonora, ¿dónde encontrás inspiración y alegría todos los días?
—En las cosas pequeñas e importantes: en los momentos compartidos con mi hija, en una mirada compartida con mis animales. Cuando conecto con mi casa y puedo estar y demorarme, sin apuro. Me encanta el sol, el jardín o el mate apenas me despierto. Trato de ser positiva y eso, en general, me ubica bien para el resto del día.
—¿Un propósito o un deseo?
—El propósito tiene que ver con disfrutar del presente y con estar en el momento, sí o sí. Estar acá, donde estoy, y poder disfrutarlo. Eso es lo más difícil e importante.
—¿Un objeto, entre todos los demás?
—El mate, porque me acompaña siempre.
—¿Un libro, una canción, una película o serie que te hayan transformado?
—Entre los libros, El barón rampante, de Ítalo Calvino, por su mezcla de mundo de aventura y sueño a partir de la la historia de un hombre que vive en la copa de los árboles. ¿Una canción? 11 y 6, de Fito Páez, por lo que cuenta y cómo lo cuenta. En esa niñez y vulnerabilidad que retrata, el amor sobresale como algo luminoso. ¿Una película, o dos? Drácula, con Gary Oldman y Winona Ryder, y El perfecto asesino, de Luc Besson, un film donde, también en un contexto de marginalidad, priman los vínculos.
—¿Con quién te gustaría mantener una conversación larga? Puede ser una persona real o de ficción, viva o que ya no esté en este plano…
—Con los escritores Jean Paul Sartre y Virginia Woolf, ese tipo de personas con cabezas tan diferentes e interesantes.
—¿Cuál es tu foto más querida y por qué es tan especial?
—Es una foto de cuando era pequeñita. Cuando la veo, a veces me pregunto qué hay, todavía, de esa niña en mí. Tengo a mis seres queridos, a toda mi gente amada, pero me gusta mirar a los ojos a esa niñita y conversar un poco con ella. ¿Qué dicen los recuerdos? Que quizá se perdió de jugar un poco cuando era adolescente y estaba un poco más torturada que el resto… Ahora, a veces juega un poco más, y hay algo intacto de su esencia que me gusta. Algo que tiene que ver con jugar y con el disfrute, y que pude recuperar a partir del nacimiento de mi hija, viéndola y viéndonos jugar y disfrutar.
—¿Cuál ha sido el vínculo más significativo, el que más te marcó, bien o mal, en la vida?
—Sin dudas, el nacimiento de mi hija, porque me llevó a conocer muchas cosas, me ayudó a aprender sobre mí misma. Algo se corrió al ver que había otro ser.
—¿Hay algo más que quieras compartir con los lectores/as de Sophia?
—Que disfruten, simplemente. Hay algo que tiene que ver con el disfrute de la vida, este paso que tenemos por acá.
En una interpretación que impacta y conmueve por su profundidad, Eleonora se pone en la piel de la escritora Mary Wollstonecraft.
Hacer visible lo intolerable
Eleonora Wexler viene de protagonizar la obra Mary por Mary, una obra sobre la vida de Mary Wollstonecraft en salas locales, y hará una función el 3 de diciembre en el Teatro del Galpón en Montevideo. En la TV Pública integra el elenco de 220, un ciclo de ficción que saldrá al aire pronto, y de las series Salma —filmada en Puerto Madryn— y Amores inesperados, con dirección de Marcos Carnevale. En noviembre empieza a filmar Lo que quisimos ser, de Alejandro Agresti.
—¿Por qué decidiste protagonizar Mary por Mary y qué te deja como aprendizaje?
—Es maravilloso llevar a escena a esta mujer tan avanzada en su época, Mary Wollstonecraft, con esa cabeza impresionante, hablando de educación, de los derechos de hombres y mujeres, de amar en la amistad. En el contexto de la época, ser mujer era mala palabra, imaginate si encima pensabas y escribías. Ella quiso dejar un legado a su hija —Mary Shelley, la autora de Frankenstein— y lo llevó adelante con gran coraje y convicción.
—¿Qué podés contarnos acerca de Algo incorrecto e Historias invisibles, esta posibilidad del arte de visibilizar situaciones sociales?
—El año pasado me tocó visibilizar problemáticas sociales bastante fuertes tanto en Yo nena, yo princesa, como en Algo incorrecto e Historias invisibles. A veces, desde el arte se nos da la posibilidad de mostrar injusticias o abordar temas fuertes como el abuso infantil o la trata de personas. En el caso de Algo incorrecto, la directora Susana Nieri me convocó para contar esta historia de abuso que sucedió en Mar del Plata, y con la cual no se hizo justicia. Aunque el juez denunciado —en la vida real— nunca fue a juicio, el caso tuvo condena social. En Historias invisibles, aún no estrenada, se habla de trata de personas y sigue a una madre y una hija, como Susana Trimarco y Marita Verón. A través de ellas buscamos visibilizar algo que uno cree que está muy lejos pero que puede estar sucediendo a la vuelta de tu casa.
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