7 septiembre, 2022 | Por Sophia
Carla Calabrese: “Las catástrofes nos demuestran que solos no hacemos nada”
La actriz y directora de la obra teatral Come from away nos habla de una historia que pone en juego lo más valioso del ser humano: la solidaridad y la empatía que emergen en los momentos de crisis, como ocurrió durante el atentado a las Torres Gemelas.
La actriz y directora Carla Calabrese arriba del escenario del Teatro Maipo, del que es propietaria.
Por María Evangelina Vázquez
El musical, que viene de Broadway, nos cuenta cómo los habitantes de un pequeño pueblo canadiense abrieron las puertas de la intimidad de sus hogares para que los pasajeros de los vuelos desviados el 11 de septiembre de 2001, tras el atentado a las Torres Gemelas, se sintieran como en sus casas. Su nombre es Come from away, está dirigida por Carla Calabrese y representa la historia de 7 mil personas que permanecieron varadas durante cinco días en un pueblo lejano de la isla de Gander, Newfoundland (Terranova), Canadá. Eran pasajeros provenientes de distintas partes del mundo que, de pronto, quedaron sin un lugar al que poder llega. Y tuvieron que aceptar que, a veces, la vida tiene otros planes.
De lo inesperado y de los más nobles valores humanos que afloran durante las crisis más duras, trata esta obra que se puede ver de viernes a domingo en el Teatro Maipo. De cómo la empatía nos ayuda a despertar lo mejor que hay en cada uno, a veces con una pequeña acción o una respuesta ante un imprevisto que puede salvar al prójimo. La historia muestra personas comunes, anónimas, que han hecho mucho por la paz, pero cuyas acciones no tuvieron tanta prensa. Porque, como dice la directora, las catástrofes nos demuestran que nos hacemos más fuertes en comunidad y muchas veces el simple hecho de sonreír y abrir las puertas de nuestra vida ya marca la diferencia.
El elenco de esta obra que conmueve a través de valores como la empatía y la solidaridad.
Carla Calabrese es directora teatral, productora, adaptadora, docente y actriz. Dirige The Stage Company desde 2006. En 2014 fue convocada por Lino Patalano para dirigir la segunda puesta en escena del musical Sueño De Una Noche de Verano, en el Teatro Maipo. En 2018 dirigió esa misma obra con gran éxito en España, en el prestigioso Teatro Príncipe Gran Vía de Madrid. Dirigió, produjo, y adaptó al castellano Shrek el Musical en 2015 y 2016 y recibió dos Premio Hugo, en los rubros Mejor Producción y Mejor Musical. En 2019 adaptó y dirigió, también en el Teatro Maipo, la obra reconocida internacionalmente y ganadora de 5 Premios Tony y 7 Premios Olivier El Curioso Incidente del Perro a Medianoche, obra en la que también actúa. La dirección del gran éxito de Broadway Come From Away hoy marca un hito en su carrera.
En Come from away no hay protagónicos que destaquen sobre el conjunto. Los actores desempeñan distintos roles y la obra cuenta con una banda de música en vivo que realza las voces de los intérpretes. Algunos de sus actores son Marisol Otero, Edgardo Moreira, Melania Lenoir, Sebastián Holz y la propia Calabrese. Lo que más impacta de la obra es que estamos ante situaciones tomadas de testimonios reales. Vemos cómo los habitantes de este pequeño pueblo abren sus casas con la mayor generosidad, la mayor entrega; se abren en su intimidad, algo difícil de hacer en la vida cotidiana.
Convidarle a un extraño ese whisky tan preciado, por ejemplo, es solo un gesto que demuestra que los habitantes de Gander supieron sacar lo mejor de sí para recibir a personas que estaban atravesando un momento de crisis, muy lejos de sus hogares. La obra trata, también, acerca de cómo aceptar a quienes son diferentes, reconociendo en ellos la propia humanidad.
Para conocer más sobre esta pieza que interpela y conmueve hasta las lágrimas a un público que en todas las funciones termina aplaudiendo de pie, conversamos con Carla Calabrese, su directora, quien comparte que el estreno estaba previsto en 2020, pero que tuvieron que postergarlo por la pandemia. «Fuimos entendiendo de a poco que la situación no era reversible en los tiempos que queríamos, nos armamos de paciencia como todo el mundo, y valoramos aún más la posibilidad de volver a hacer teatro cuando fue posible, dos años después de los primeros ensayos», cuenta.
–¿Qué valores pone en juego para vos Come from away? ¿Te parece que nos muestra la importancia de la empatía?
–Uno de los valores que rescata es, justamente, la empatía. Aquello que nos permite entender el sufrimiento del otro y tratar de ayudar. Es el principio de la paz. La solidaridad, la empatía, la generosidad y la paz son valores esenciales para sobrevivir como humanidad: si no logramos ser una sociedad con esos valores, nos vamos a destruir a nosotros mismos tarde o temprano.
–¿La obra recoge testimonios de pasajeros reales?
–Absolutamente todo lo que contamos en Come from away son historias reales recogidas por los autores y maravillosamente ensambladas.
–¿Qué podés decirnos del elenco de Come from away y la relación entre sus miembros? ¿Es una obra sin protagónicos?
–En Come From Away tengo el mejor equipo de la historia. Desde los actores, hasta los técnicos, los músicos, las direcciones, todos ensamblamos en una armonía perfecta. Todo se conversa, a todos se los escucha, nos ayudamos en cada momento. Es difícil de creer, porque no pasa siempre. En este caso es verdad y es algo que valoro y cuido cada día. Siento que logramos desde hace tiempo y desde la dirección y la producción de la compañía establecer que los egos exacerbados no suman y cuanto más tenemos nuestros egos controlados, mejor salen las cosas. Ya es una impronta de The Stage Company, pero que la obra no tenga protagonistas puros ayuda. Ojalá todos mis equipos sean siempre como este.
–¿Qué hay detrás de la historia, eso que nos emociona y nos une a través de un relato que todos conocemos?
–Detrás de la historia está la otra cara de la moneda; está lo que podemos ser, lo que podemos elegir como sociedad. Esto pasó de verdad, aunque el hecho no tenga la visibilidad que tienen los acontecimientos trágicos, como las guerras. Los movimientos de paz son más silenciosos, pero no por eso no existen. Hay muchos héroes anónimos y acciones solidarias en muchas partes del mundo, quizás muy cerca nuestro y a veces no los vemos o no tienen prensa. Si no hubieran hecho una obra de teatro que llegó a Broadway no nos hubiéramos enterado.
«Los movimientos de paz son más silenciosos, pero no por eso no existen. Hay muchos héroes anónimos y acciones solidarias en muchas partes del mundo, quizás muy cerca nuestro y a veces no los vemos o no tienen prensa. Si no hubieran hecho una obra de teatro que llegó a Broadway no nos hubiéramos enterado».
–¿Cómo fue para vos como directora y para los actores recrear esa vivencia? ¿Cómo los unió como grupo y qué situaciones surgieron a partir de la narración?
–Recrear esta historia es un gran privilegio. Dar a conocer que estas cosas buenas ocurrieron mientras la humanidad transcurría uno de sus peores momentos es algo que también merece difusión y nos inspira hacia el camino que debemos tomar como sociedad. En los ensayos nos emocionamos muchísimo y nos sigue pasando en las funciones. Estamos representando hechos reales y contando una historia que rescata lo mejor que podemos ser como humanidad. Es una gran responsabilidad y un gran honor.
La historia narra la experiencia de los pasajeros de uno de los vuelos desviados durante el ataque del 11 de septiembre a las Torres Gemelas.
–¿Cuál es la importancia de ser con otros y de encontrar, aún en los peores momentos, rasgos de humanidad que nos hacen sentir «en casa»?
–Es esencial que interactuemos con otros porque somos interdependientes. Creo que es eso lo valioso que nos demuestran las catástrofes, que solos no hacemos nada. De ahí la importancia de una sociedad solidaria y empática. Porque haciendo juntos nos potenciamos.
–¿Cómo nos transforman las experiencias que, aunque no estén en nuestros planes, llegan de golpe y nos atraviesan?
–Los imprevistos nos llevan al aquí y ahora. A estar presentes y a mejorar nuestras perspectivas. Nos enfrentan a la realidad de la impermanencia y a la necesidad de ser flexibles y de tener que adaptarnos.
–¿Qué enseñanza sacamos sobre Come from away sobre la solidaridad humana?
–Lo más importante es que salimos del teatro entendiendo que la paz y la solidaridad son posibles y son una elección diaria. Cada uno desde su lugar elige todo el tiempo colaborar para un mundo mejor. Sonreír, en lugar de tratar mal a alguien que no nos entendió o que se equivocó. Sumar, en lugar de restar en cada situación. No hace falta hacer grandes cosas; es en las elecciones diarias de cada día en las que sin darnos cuenta hacemos la diferencia.
–¿Cómo viviste personalmente el día del atentado a las Torres Gemelas?
–Con profundo pesar y un desconcierto que va más allá de toda lógica. Lo viví como uno de los peores momentos de la humanidad.
–¿Vincularías de algún modo el pánico de la pandemia con el pánico tras el atentado?
–Creo que ambas situaciones han generado un clima de incertidumbre y de miedo a nivel mundial que persiste, que afecta nuestras decisiones y la manera en la que vemos la vida. La sensibilidad que tenemos ante los imprevistos es mayor debido a estos eventos terribles y sin precedentes. Hay una sensación de que cualquier cosa podría pasar y esto hace que entendamos mejor el sentido de solidaridad y de unirnos como comunidad.
–¿Cómo fue la traducción de la obra, teniendo en cuenta los distintos códigos culturales?
–Con Marcelo Kotliar realizamos la adaptación y, si bien nos llevó su tiempo, amamos hacer ese trabajo e ir encontrando la manera de contar esta historia de un pueblo lejano, de personas como nosotros que, en otro lugar del mundo, hicieron lo que había que hacer y dieron el ejemplo de una sociedad solidaria, empática, respetuosa y organizada.
–Trabajaste como tripulante aérea en misiones solidarias. ¿Cómo fue tu experiencia?
–La experiencia fue maravillosa. Es ponerse en contacto con la realidad, tomar perspectiva. Los verdaderos problemas son esos, la guerra, las familias destruidas por la locura política. Deberíamos enfocarnos en esas cosas y no hacernos problemas por tonterías. Es realmente devastador ver los efectos de la guerra, lo absurdo de no encontrar otras formas de resolver las cosas.
–Tu marido, Enrique Piñeyro, que es piloto, productor y director de cine, contribuyó en tareas de rescate durante la pandemia, ¿cómo fue esa experiencia?
–Mi marido volvió a volar con esa intención, que los vuelos sean humanitarios. Durante la pandemia se preparó junto con su equipo y comenzaron primero trasladando refugiados de África y después con la urgencia de Ucrania empezaron los vuelos de Varsovia a Madrid, a Barcelona y a Canadá, donde se protegió a la mayoría de las mujeres, de los niños y de los ancianos de los bombardeos en Ucrania.
–¿Te parece que la música, como una expresión del arte, es un elemento que hermana a los seres humanos?
–La música es, desde siempre, parte del espíritu humano. Elegimos la música que nos gusta sin evaluar de dónde viene. Nos pertenece como humanidad, no tiene fronteras. Cuando un musical está bien escrito y bien dirigido, no tiene competencia, porque la música y las canciones, cuando son maravillosas, llegan al alma con más fuerza, con más emoción.
Fotos: Gentileza The Stage Company | Agradecimiento especial: Alejandro Veroutis.
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