Sociedad
11 abril, 2023
El arte de ser abuelos
¿Qué se espera hoy del abuelazgo? ¿Qué lugar eligen ocupar los abuelos y qué sentimientos se despiertan en este nuevo rol vital? Frente a la llegada de los nietos surgen muchas preguntas y quisimos salir a buscar algunas respuestas. ¡Te las compartimos en esta nota!

Por Julieta Aguerregaray
Atrás quedó aquella postal de abuelas que pasaban sus días completos cuidando a los nietos para que sus hijos e hijas pudieran salir a trabajar. Dispuestas siempre a entregarse de lleno para consentir a los más pequeños de la familia y prepararles los más ricos platos caseros. Aunque hoy las abuelas y abuelos siguen siendo figuras presentes y amorosas que quieren estar disponibles al máximo, la mayoría tiene vida propia. Y muchas veces son personas muy activas, que no paran.
¿Qué significa ser abuelo o abuela? Para las culturas ancestrales, convertirse en los sabios de la comunidad, en esos seres dotados de la enorme sabiduría otorgada por la vida. Según la RAE, se trata del “padre o madre de uno de los padres de una persona”, y el término también se utiliza comúnmente para definir a una “persona anciana”. Lo cierto es que la condición del rol llega sin ser buscada, de un modo muy diferente a la de ser padres, que la mayoría de las veces es una elección. Y este momento pasa a ser uno de los más importantes de la vida, siempre y cuando se trate de cumplir una función de afecto, de gratificación, de diversión y de transmisión cultural.
En Argentina hay una fecha especial para celebrar el día de los abuelos, el 26 de julio, y surge de una celebración católica que recuerda a San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús y padres de la Virgen María. El objetivo de este día es poner en valor el lugar fundamental que tienen en la sociedad. Pero, a la hora de pensar actualmente este rol, ¿cuánto hay (o no) de estereotipo?
Mabel Burin, licenciada en Psicología, cuenta que “hoy en día la figura de la abuelidad ha variado y se ha transformado notablemente, porque las personas abuelas y abuelos son gente juvenil, no sólo en cuanto a su aspecto y cuidados físicos, sino también porque tienen actitudes mentales que los llevan a tener variedad de intereses, más allá de la vida familiar y doméstica. Esto también los ubica dentro de un mercado consumidor preferencial, hacia quienes van destinados muchos proyectos culturales y económicos, especialmente en los contextos de las grandes ciudades”.
Para Burin, ser abuelos no se trata de una condición biológica, sino de «sentirse» abuelos o abuelas. “Es que una persona tenga la sensibilidad suficiente como para desear amar y cuidar los niños de alguien a quien se percibe cercano, aunque no haya de por medio vínculos familiares. De este modo, el rol se define por criterios de afinidad, y no necesariamente por criterios de familia biológicos”, aclara la especialista.
Para Paula Fernández, asesora de Crianza y Pedagía Montessori, ser abuelos “es un regalo”. En ese rol se vuelve a pasar por la maternidad o la paternidad, pero con una responsabilidad distinta. “Es un lugar que se habita con menos juicio y menos ‘deber ser’. Es un vínculo más libre, sano y sin juicios. Es ver la vida con otros lentes”.

«Hoy en día la figura de la abuelidad ha variado y se ha transformado notablemente, porque las personas abuelas y abuelos son gente juvenil, no sólo en cuanto a su aspecto y cuidados físicos, sino también porque tienen actitudes mentales que los llevan a tener variedad de intereses, más allá de la vida familiar y doméstica», señala la licenciada Mabel Burin.
Un nieto representa muchas cosas para un abuelo o abuela. Es la continuidad de su historia o la cultura de un lugar, de sus raíces, de poder continuar un nombre o un apellido. Es poder marcar a la otra persona con todo lo que traemos y, más allá del papel afectivo que cumplen en una familia, los abuelos además son importantes para el sano crecimiento de un niño o niña porque educan, transmiten, conforman la identidad de una persona. Por lo general, cuando se incluyen a los abuelos, la vida de los nietos se ve enriquecida con el encuentro intergeneracional.
Nuevos modelos de abuelazgo
“El papel de abuelo compromete de un modo significativo a quien asume este lugar —y disfruta de hacerlo— en relación con quienes considera sus nietos o nietas. Es una disposición subjetiva para amar y cuidar a esas criaturas, y también asumir un compromiso social y subjetivo con quienes son familiares directos de los pequeños (sus padres, hermanos), porque le otorga un grado de responsabilidad social distinto al de otros roles dentro de la sociedad o de una familia”, considera la licenciada Burín.
Para Rosario Pereira, que tiene 71 años y cuatro nietas, ser abuelo o abuela es el rol más maravilloso de la vida. “Es entregar amor sin ningún tipo de barrera, es amar sin medida, libre de toda responsabilidad. Es sentarse a leer un cuento o contar experiencias de nuestra juventud, lo que generalmente nos lleva a ser creativos, a no depender de la tecnología… Es el mejor regalo que nos da la vida, es una prolongación de nuestro existir. Tener nietos es la oportunidad de sostener sus manos por un rato, pero sus corazones para siempre”.
A sus 65 años, Patricia Simoncini ya tiene once nietos y, según dice, ser abuela es una hermosa etapa de su existencia. “Tengo la gran suerte de poder disfrutarla. Siento que es la posibilidad de ver la continuidad de la familia. Es acompañarlos y poner a su disposición las experiencias que hemos vivido. Y, lo más importante, es darles amor, mucho amor”.
Con 60 años y dos nietas más una en camino, Susana Ledesma sostiene: “Ser abuela es ensanchar el alma. Es volver a regar la ternura, las sorpresas, los juegos; es sacar la parte más hermosa de la creatividad en el lenguaje, en las ideas, en las manualidades, en todo lo que enriquece los vínculos amorosos. Es una experiencia de vida maravillosa que viene a agrandar el corazón. Es un espacio nuevo que se ilumina y crece. Para mí, en esta época ser abuela es acompañar y acompasar el crecimiento, ya que los padres son los protagonistas fundamentales. El ejemplo más importante que les puedo dar es que todavía sigo estudiando, que soy una mujer activa. Quiero que sientan que el mío es un amor incondicional sano y que, a pesar de que las tengo lejos, porque no viven en Buenos Aires, siempre las tengo muy presente en todo”.
Sergio López, que tiene 62 años y un nieto, comparte: “Ser abuelo es la alegría más grande y sin las mismas responsabilidades de la paternidad. Por cuestiones de horarios, durante la semana no veo a mi nieto, solo nos encontramos los fines de semana. Pero cuando no lo veo físicamente hacemos videollamadas”.
Para César Francisco Cucchi, de 63 años y abuelo de cuatro, “ser abuelo es la posibilidad de tener una vida más activa, más divertida”. Según cuenta, “luego de años de esfuerzo para sostener a la familia junto a mi esposa, hoy disfruto de ver el crecimiento de los chicos, de cómo se van sorprendiendo con lo que les aparece”. Sin embargo, aclara que no es un “abuelo de cuento”, de esos extremadamente pegotes con los nietos. “Lo que busco es relacionarme con cada uno de manera particular y acompañarlos tratando de entender qué pueden estar necesitando de mí. Me importa preguntarles mucho, sobre todo a los más grandes, qué es lo que quieren, para que detecten sus gustos, sus emociones o esas cosas que los hacen sentir alegres. Particularmente, gracias a la llegada de los nietos, con mis hijos ha surgido una relación renovada”.

«Ser abuelos es un regalo. Es un lugar que se habita con menos juicio y menos ‘deber ser’. Es un vínculo más libre, sano y sin juicios. Es ver la vida con otros lentes”, explica la especialista Paula Fernández.
Abuelidad, un bien mayor
Si bien es cierto que los tiempos cambian y los vínculos se reformulan, los abuelos siguen teniendo un espacio fundamental en la vida de la familia. Y, en muchos casos, asumen el cuidado de los chicos cuando mamá y papá tienen que salir a trabajar. De hecho, en algunos países la opción de pagarles por la tarea de cuidar a sus nietos es una posibilidad cierta o un proyecto en evaluación, mientras que en países como Hungría o Alemania ya reciben beneficios fiscales si acreditan que se dedican a esa noble tarea.
Aunque es cierto que los chicos se nutren enormemente de ese intercambio, el beneficio no es sólo para ellos. Según el estudio Berlin Aging Study (una investigación multidisciplinaria de personas mayores de 70 a más de 100 años que viven en Alemania), los abuelos que cuidan a sus nietos tienen un riesgo de mortalidad 37% menor que quienes no asumen un rol de cuidado, debido a que la tarea los obliga a mantenerse más activos física y mentalmente.
Claro que también existe otra realidad: muchas personas mayores que asumen el “trabajo” de cuidar diariamente a los pequeños, sienten lo que en psicología se denomina «síndrome del abuelo esclavo». Se trata de una sensación de obligación que agobia y estresa, pero que no se rechaza por miedo a que el hecho de plantear esa incomodidad en voz alta genere discusiones con los hijos, que muchas veces consideran que es una obligación de sus padres cuidar de los nietos.
Es que en temas de abuelazgo, como en casi todos los demás órdenes de la vida, estamos escribiendo una nueva historia. Y vamos haciendo camino al andar. ¿Qué significa este entrañable vínculo para vos? ¡Nos encantaría saber cómo transitás la abuelidad! Escribinos a info@sophiaonline.com.ar
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