Sophia - Despliega el Alma

POR Maritchu Seitún - Columnistas

29 junio, 2020

Vacaciones de invierno en casa

Según el cronograma previsto por el Consejo Federal de Educación, los chicos de todo el país disfrutarán entre julio y agosto de su ansiado receso invernal. ¿Cómo hacer de estas vacaciones de invierno, tan especiales, un tiempo de disfrute en medio de la pandemia?


Llevamos tres meses en cuarentena, con los chicos en casa de lunes a lunes.  En algunos momentos estamos contentos, en otros alterados: nuestros estados de ánimo y los de nuestros hijos van cambiando a medida que nos prolongan este confinamiento obligado. En algunos lugares, la cuarentena viene aflojando de a poco y por lo menos se puede salir, extremando los cuidados.

Ahora bien: se acercan las vacaciones de invierno y todos estamos deseando que por unos días no haya para nuestros hijos temas escolares: ni zooms, ni google meets, ni videos para mirar, ni tareas para hacer, sin importar que los chicos lo hagan solos o con ayuda de los padres. Es que nos damos cuenta de que lo pasamos muy bien los fines de semana, con menos horarios y, por ende, con menos motivos para discutir con los chicos.

En medio de la cuarentena por el Covid-19 los alumnos de todo el país tendrán su período de receso correspondiente entre los meses de julio y agosto, dependiendo del calendario escolar de cada provincia. Teniendo en cuenta que el ciclo lectivo siguió su curso de forma virtual, el Consejo Federal de Educación consideró oportuno respetar el cronograma general que en la región del AMBA, la más afectada por la pandemia, tendrá como fecha de receso del 22 de julio al 2 de agosto.

Claro que durante las vacaciones de invierno los padres seguimos trabajando y eso puede complicarnos bastante, ya que este año no contamos con abuelos que los saquen a pasear ni con primos que los inviten a jugar a sus casa. Tampoco podemos armar programas llevando hoy a varios compañeritos y contando con que mañana otra madre se llevará los nuestros, así nosotros conseguimos ponernos al día con todos los temas crónicamente atrasados de la casa y la «oficina» que -resignémosnos- en estos días se seguirán acumulando…

En estas vacaciones de invierno ni siquiera va a haber programas: cine, teatro, zoológico, viajes o fines de semana de aventura por la ciudad quedarán para más adelante.

Establecer pautas claras

¿Cómo transitar entonces esos días de la mejor manera posible? Vayamos armando acuerdos y rutinas para las dos semanas de descanso de los chicos, pero que estos no sean rígidos ni inamovibles, sino que resulten orientadores para todos: establecer horarios de acostarse y de levantarse, definir actividades para la mañana, la media tarde y la tardecita y pautar en qué momentos los padres estaremos disponibles para jugar o charlar, qué ayuda esperamos de ellos en esos días en los que tengan tiempo libre y de qué manera repartir las horas entre el uso de las pantallas, la lectura, los juegos, el movimiento, etc.

Pasando en limpio, podemos armar un calendario y acordar entre todos:

  • En qué horarios (aproximados) van ver tele o jugar a la Play.
  • En qué momentos vamos a estar los padres disponibles para jugar, salir o hacer alguna actividad en familia,
  • Asignar algunos ratos para pantalla sociales para charlar con amigos, primos y abuelos.
  • Diferenciar los planes cerca del mediodía para los días soleados o para los muy fríos y lluviosos.

Vayamos pensando proyectos y actividades que puedan hacer para entretenerse, de modo que no pasen los catorce días frente a una pantalla. Estas ayudan a pasar el tiempo, es cierto, pero los chicos no se sacian: a diferencia del juego y el movimiento, nunca les resulta suficiente y, además, salen de las pantallas más ansiosos, enojados, intoxicados que cuando entraron, ya que al estar quietos y pasivos solo se “cargan”, no “descargan”.

Investiguemos con ellos en Internet, buscando opciones de pantallas interactivas para que los chicos tengan encuentros divertidos con amigos y primos, no solo a través de juegos de Play Station ni de charla (que a los varones les suele costar más), sino también de la mano otros juegos. Hoy hay muchas opciones para jugar de a dos o de a varios, pero los padres debemos estar atentos a que se traten bien mientras juegan.

¿Algunas sugerencias? Tutti frutti, generala, batalla naval,  y muchos otros. O la pizarra de Zoom, por ejemplo.

Busquemos con ellos, desde ahora, otras cosas divertidas para hacer durante las vacaciones: cocinar, armar una huerta en el balcón, ordenar sus tesoros (ya sean juegos,  juguetes o libros)  dibujar y pintar, aprender a tejer con dos agujas o al crochet, bordar, armar aviones de madera balsa, hacer origamis, armar autitos o aviones de plástico para después pintarlos, etc.

Invitémoslos a que vayan pensando también qué les divertiría aprender en un curso online (los hay pagos y también gratuitos). Las opciones abundan: pintar con acuarelas, trabajar con porcelana fría, tocar un instrumento, cantar… para que elijan uno, o  uno por semana.

Otra buena idea es que vayan inventando desafíos para hacer con primos o amigos, filmándose para mostrar todo lo que lograron (una coreografía, veinte flexiones de brazos, una obra de teatro, decir bien un trabalenguas, cincuenta jueguitos de pelota con el pie o la rodilla, dibujar algo con los ojos tapados…).

Recargar energía

Los adultos revisemos el arcón de nuestros propios recuerdos para proponerles aquellas actividades que hacíamos en las vacaciones de nuestra infancia. No todas se adaptan a la cuarentena, pero podemos reflotar hobbies, juegos, actividades manuales, competencia de canicas, colecciones de figuritas y de autitos y toda clase de juegos de mesa con cartas, tableros y dados.

Y si tenemos un poco de suerte y nos tocan algunos días soleados y además se aplana la curva de contagios del Covid, planeemos cosas para hacer al aire libre de modo que estemos al sol, tomemos aire y sinteticemos vitamina D. Que los chicos salgan, se muevan, corran, anden en bici, transpiren  y así activen la circulación y levanten el tono vital, que llega bastante bajo  en casi todos nosotros a las vacaciones.

Finalmente, podríamos ir llenando un frasco con todas las ideas que se nos van ocurriendo, anotándolas en pequeños papelitos, para ir sacándolas a medida que pasan los días.

Así juntamos las fuerzas necesarias para atravesar la última etapa de esta larga cuarentena, mientras empiezan a alargarse los días. Poco a poco la temperatura comenzará a subir y florecerán algunas plantas anunciándonos que se acerca por fin la primavera. Y con ella, la promesa de volver a salir.

 

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