
30 diciembre, 2019
Lo personal es político
Mientras que existieron princesas y primeras damas que pasaron con pena y sin gloria, hoy las consortes reales y presidenciales capturan la atención global por mérito propio. Ellas son quienes mandan en redes sociales: desde allí sacuden estereotipos mostrándose en escenas cotidianas y como mujeres que vienen del mundo del trabajo.
Todavía circula un meme que captura la cara plácida de una actriz norteamericana divorciada en el momento en que se convertía en duquesa de Sussex y sexta princesa en la línea de sucesión al trono inglés. La leyenda decía, con variantes: “Así se ve el rostro de una mujer que nunca más tendrá que lavar los platos”. Esas cápsulas de sentido que se comparten por las redes condensan anónimamente cuotas de sabiduría popular. Y nos avisan que las princesas están sacudiendo estereotipos, es decir, aquello que pensábamos de ellas.
Consortes reales y presidenciales capturan la atención global por mérito propio. Máxima de Holanda, Rania de Jordania, Meghan de Sussex son más populares que sus consortes, que no identificaríamos sin buscarlos en Wikipedia. El nombre de Meghan Markle estuvo en el sexto puesto entre las búsquedas globales de Google para 2018, para las que fue la persona más buscada del año. En todo el mundo. Su “Royal Wedding” fue de los eventos más procurados, en cuarto lugar, antes que “Election results”. Su nombre aparece en la lista de las personalidades más buscadas en casi todos los países, y el de su marido solo en preguntas del tipo “¿Cómo se conocieron Meghan y Harry?”. No pasa solo con las reinas: la atención mundial también busca aquellas primeras damas que dejaron de ser un aditamento decorativo por tener brillo propio.
Hay que agradecer a Michelle Obama que el rol adquiriera una nueva proyección global. Siendo una mujer muy formada, no renegó de la atención que despierta su estilo sino que supo ponerlo al servicio de mensajes a las jóvenes, para que estudien; a los norteamericanos, para que se alimenten más saludablemente; a los líderes mundiales, para que no olviden que la mitad de la población mundial son mujeres. En su cuenta de Instagram tiene un tercio más de seguidores que su marido Barack. Y cuando el 4 de octubre de 2019 se dispensaron sendos mensajes de amor para festejar sus 27 años de matrimonio, él ganó más de 3,6 millones de likes con su “Todo mejora con el tiempo”, de los Beatles. Pero ella superó ampliamente los 4,3 millones hablando de la aventura que le prometió ese chico tantos años atrás y los nuevos desafíos que se les vienen, como el nido vacío. Es decir, eso que la une a tantas otras mujeres en sus cincuenta.
La misma ventaja en proporción de seguidores le saca Juliana Awada a su consorte, el ex presidente Mauricio Macri. Su Instagram aventaja a cualquier funcionario de gobierno -el actual y el anterior- en cantidad de seguidores. En las redes sociales mandan las mujeres de los hombres que mandan en el poder.
No es menor la relevancia política que tiene su estilo, que estas mujeres manejan estratégicamente. Saben mezclar vestimenta sencilla con prendas de diseño, que no les importa repetir, al contrario de esas mujeres a las que el poder les exacerbó la ostentación del lujo. Que la etiqueta #style sea una categoría poderosa en Instagram, con más de cuatrocientos millones de publicaciones diarias, no debe verse solo desde el lado frívolo. Tampoco lo es cuando estas mujeres deciden vestir una prenda de una marca popular, como cuando la reina Letizia decidió recibir a sus colegas de la Universidad Complutense con un vestido Zara. Lo importante no es que se agotó a las horas sino el valor de ese lenguaje compartido.
La vestimenta es un idioma que hablamos todos, con el que nos hablan estas mujeres para contarnos que alguna vez estuvieron donde nosotras. Meghan lanzó una colección a beneficio, con diseños originales de marcas como @johnlewisandpartners, @marksandspencer, @mishanonoo e @insidejigsaw. La campaña apuntó a que, por cada un de las prendas vendidas, una igual fuera donada a Smart Works, una ONG dedicada a capacitar y ayudar a mujeres que buscan trabajo.
Lo que atrae de las historias de estas mujeres no es el cuento de doncellas que encontraron su príncipe. Es la parábola de superación que proponen estas princesas contemporáneas al contarnos que no hay lugar subalterno cuando se ejerce con plenitud. Mientras que muchas consortes presidenciales pasaron con pena y sin gloria, estas mujeres se animan a contar sus historias. Aunque vayan en contra de lo establecido. Michelle Bolsonaro aprovechó la campaña electoral para difundir el valor del lenguaje para sordos, con el que dio un discurso en la ceremonia de asunción de su marido. Cuando se tipea en Google “Brigitte” aparece asociado al apellido Macron del mandatario francés, antes que Bardot, que durante décadas fue la francesa más famosa. La historia de la maestra que devino esposa de su alumno que devino presidente desbarata más los estereotipos que muchas campañas racionales.
La familia presidencial deja de ser un tema tabú porque la sociedad entendió que muchos problemas de Estado provienen del entorno más íntimo. Tanto que lo que más despertó interés en la campaña electoral de 2019 en la Argentina tuvo que ver con esos temas que la prensa soslaya y que la gente procura encontrar en Internet. Las preguntas más formuladas de la campaña electoral 2019 tuvieron que ver con la novia y el hijo de Alberto Fernández, la mujer de Miguel Ángel Picchetto, la salud de la hija de Cristina Fernández, la edad de Roberto Lavagna. En tiempos de incertidumbres, el electorado buscó pequeñas referencias donde apoyar las posibles certezas. Y las relaciones personales se vuelven más elocuentes de la personalidad de los dirigentes que sus declaraciones públicas.
Las princesas de estos tiempos se emanciparon antes de que lo hicieran en los dibujos animados. Antes de que Fiona mostrara que se podía ser verde y princesa super size y más inteligente y criteriosa que Shrek. Antes de que Elsa legara el himno “Libre soy” a criaturas que lo berrean antes de saber qué están diciendo. Antes de que Moana mostrara una princesa exótica que supera en inteligencia y visión a cualquier hombre de su tribu. Ahora hay princesas y primeras damas que vienen del mundo del trabajo, de la vida cotidiana. Son plebeyas que eligieron educar a futuras princesas más allá de sus herederas. Son mujeres poderosas que saben que la exposición las muestra a aquellas que son como fueron ellas. Estas mujeres que desafiaron protocolos y realezas vienen a sacudirnos un poco los prejuicios que teníamos de lo que solían ser las princesas.
Fotos: @michelleobama; @juliana.awada; Wikimedia Commons.
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