
11 febrero, 2021
De la vuelta a clases y los aprendizajes que no debemos perder
Después de un año sin presencialidad en las aulas, una invitación a reordenar las rutinas de los chicos y a prepararlos (y prepararnos) para dejar de compartir con ellos tiempo en casa. Además, las grandes cosas que nos enseñó la pandemia y que nunca tenemos que olvidar.
Llegó febrero y mientras algunas familias se van de vacaciones, otras empiezan a prepararse para el nuevo año escolar y laboral. En muchos aspectos este febrero es diferente a otros porque no nos ofrece un rumbo claro. Y a pesar de que hace tiempo que estamos en esto, sigue siendo difícil para grandes y chicos manejar la incertidumbre, la falta de control, de seguridad, la pérdida de omnipotencia, algo muy distinto a lo que ocurría hasta marzo de 2020.
En el ámbito laboral, tenemos a los chicos en casa, aburridos (con poco o ningún acceso a colonias o programas con amigos) y muchos padres seguimos trabajando online. Por las vacaciones perdimos las rutinas, que tanto organizan, los horarios de todos están alterados, los chicos ven mucha tele y se refugian en los dispositivos electrónicos y en cambio hacen poco ejercicio (y leen y juegan menos todavía). Y cuando les acotamos las pantallas se pelean entre ellos y ya no podemos trabajar…
«Invito a hacer el siguiente ejercicio: visualizar la experiencia como dar una vuelta a la manzana caminando. Primero, vemos una parte y cuando llegamos a la esquina tenemos un panorama más claro, pero de nuevo encontramos cambios en la esquina siguiente. Por eso, preparemos a los chicos para este corto trecho del camino sin descartar eventuales nuevos rumbos».
En el ámbito escolar, aún sin muchas certezas todavía sobre cómo serán las clases presenciales, preparamos con ganas las mochilas, los uniformes, los guardapolvos, compramos los útiles y contratamos el transporte para que puedan ir y volver del colegio. Pero también nos preparamos mentalmente (y de paso les hacemos un chequeo técnico) para que la computadora y la tablet vuelvan a ser nuestras grandes aliadas cuando los chicos tengan que trabajar online, lo que probablemente sucederá algunos días por semana.
¿Cómo manejarnos, entonces, en este tiempo de incertidumbre? No nos apuremos a hacer promesas o declaraciones que quizás no podamos cumplir. Como en aquel divertido juego que recuerdo de chica, tratemos de no decir “sí”, “no”, “nunca”, “siempre” ni “seguro”. En cambio, optemos por “es probable”, “quizás”, “las autoridades están viendo cómo”, “nos preparamos para todas las alternativas”, “en unos días nos van a decir”, que son opciones más confiables para no ilusionarlos ni hundir a nuestros chicos en la deseperanza.
Invito a hacer el siguiente ejercicio: visualizar la experiencia como dar una vuelta a la manzana caminando. Primero, vemos una parte y cuando llegamos a la esquina tenemos un panorama más claro, pero de nuevo encontramos cambios en la esquina siguiente. Por eso, preparemos a los chicos para este corto trecho del camino sin descartar eventuales nuevos rumbos.
Tiempo de acomodar las rutinas
Este es un mes muy valioso para ir volviendo poco a poco a los horarios del año, para lograr con cambios graduales que los chicos se vayan acostando un poco más temprano cada semana y también levantándose un poco antes, sin enojo, apuro ni presiones. Y, de la misma forma, ir bajando el tiempo que pasan frente a las pantallas.
Es buena época también para armar equipo con ellos en las tareas de la casa, ya sea porque no lo hicimos el año el pasado o porque eso se fue perdiendo en las vacaciones: hacerse la cama, ordenar, llevar la ropa sucia al lavarropas y guardar la limpia en el ropero, poner y sacar la mesa, preparar la ensalada, lavar los platos, lavar el auto, cocinar algo rico para el té: son infinitos los temas en los que pueden ayudar, mantenerse ocupados y sentirse útiles, ¡y hasta divertirse! De ese modo, ellos no van sentirse culpables de estar ‘exprimiendo’ a sus padres y nuestro humor va a mejorar al no estar abrumados y estresados por llevar todo el peso de la casa y la familia sobre nuestros hombros.
No olvidemos dejar espacio para conversaciones intrascendentes y también para otras importantes: a nivel emocional, venimos de un año entero de ver y escuchar temas fuertes que requieren tiempo y acompañamiento para ser procesados. Los noticieros (que todavía asustan), el año entero en casa todos juntos sin ver amigos, primos ni abuelos, unas vacaciones distintas (quizás sin haber salido de veraneo) y cuidadas, los miedos en los chicos y en los adultos, discusiones sobre los caminos a tomar, pérdida de algún ser querido sin posibilidad de despedida o, aunque hayamos tenido la suerte de que eso no ocurriera en nuestra familia, seguramente sí pasó en la familia de un amigo, o primo, o de la maestra, y nuestros chicos se vieron afectados por la triste noticia.
Quizás creamos que hacer lo que propongo nos llevaría un tiempo que no tenemos disponible, pero vale la pena y nos ahorra tiempo y problemas más adelante, cuando las exigencias y presiones aumenten para nosotros, tanto cuando los chicos vayan a las aulas como cuando se queden en casa y cursen su escolaridad online, ya sea porque la modalidad es mixta o porque ante un caso de covid en la “burbuja” tendrán que quedarse unos días en casa.
«Nada va a ser igual, porque los padres hoy sabemos todo lo que nos perdíamos del crecimiento de nuestros hijos al salir temprano de casa y volver a la tardecita. ¡Ojalá no lo olvidemos! Recordarlo nos permtirá hacer pequeños ajustes en nuestros días laborales para poder seguir acompañando a nuestros hijos, salir del trabajo más temprano (y terminar los pendientes en casa), al menos uno o dos días por semana».
Esa modalidad mixta va a llevar un esfuerzo extra a los padres de tiempo y organización: seguramente los chicos no vayan a jornada completa, ni tampoco concurran al colegio todos lo días, ni entren ni salgan todos en el mismo horario. Pero va a valer la pena cada minuto de ese esfuerzo.
Además, tendremos que extremar los cuidados y seguir todos los protocolos propuestos, acompañando a los chicos para que comprenden la importancia de lavarse las manos, usar alcohol en gel, mantener la distancia y usar el tapabocas. Y, a diferencia de otros años, en los que los mandábamos al cole igual sin importar si tenían un poquito de tos o mocos, será de suma importancia que los padres tengamos mucho cuidado y nos quedemos todos en casa ante una mínima señal de posible covid en alguno de los integrantes de la familia.
Sobre todo para los más chiquitos, es clave empezar a pasar por la puerta de los colegios y jardines, probarse los uniformes, preparar útiles, jugar a la maestra y al colegio, de modo que vayan procesando con tiempo la separación de sus padres por unas horas cada día. Los padres también tendrán que hacer su propio proceso, mezcla de duelo (porque ya no van a compartir tanto tiempo juntos) y de disfrute, porque sí van a poder trabajar y ocuparse de la casa con mayor atención, eficiencia y velocidad.
Nada va a ser igual, porque los padres hoy sabemos todo lo que nos perdíamos del crecimiento de nuestros hijos al salir temprano de casa y volver a la tardecita. ¡Ojalá no lo olvidemos! Recordarlo nos permtirá hacer pequeños ajustes en nuestros días laborales para poder seguir acompañando a nuestros hijos, salir del trabajo más temprano (y terminar los pendientes en casa), al menos uno o dos días por semana, de ser posible. Lo mismo cortar las pantallas cuando estamos con los chicos, tomarnos el tiempo necesario para almorzar o cenar con ellos todo lo que podamos, ofreciéndoles día a día momentos de floortime (tiempo de calidad) a todos y a cada uno de nuestros hijos, también a los más grandes.
Y aunque el virus y la vacuna nos den este año un respiro (esperemos que así sea), no nos llenemos nosotros ni carguemos en los chicos tantas actividades extras como teníamos en 2019. Aprendamos de esta experiencia y atesoremos los ratos de no hacer nada, que son maravillosos para despertar la imaginación y la creatividad y para promover las relaciones y la buena comunicación.
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