Sophia - Despliega el Alma

POR Adriana Amado - Columnistas

28 diciembre, 2018

La magia del orden digital

Mantener organizados los archivos de nuestros dispositivos facilita la búsqueda de lo importante. El caos, en cambio, la entorpece. En esta columna, Adriana Amado comparte consejos para eliminar viejos documentos y limpiar las redes de contactos indeseados.


La organización de espacios es la nueva moda. Marie Kondo devino celebridad venerada por quienes abrazaron el culto de la organización y encontraron una rendidora forma de consultoría. Su propuesta de “La dicha del orden” resulta un bálsamo en el medio de este mundo caótico porque nos hace sentir que, entre tanto lío, al menos podemos tener bajo control los estantes. La magia que propone es tan simple como abrir un cajón y encontrar a primera lo que buscamos. Y tan mágico sería localizar rápidamente la información que necesitamos.

En estos años usamos internet como un supermercado lleno de ofertas y nos llenamos de chucherías que deprecian el valor de la información que más nos interesa. Así como Kondo recomienda no comprar más estantes para evitar la tentación de acumular, no hace falta gastar en nuevos aparatos que procesen más información cuando la vida nos confirma que necesitamos solo unos pocos contactos y apenas un puñado de archivos son imprescindibles. Como suponemos que los archivos digitales son inmateriales y que se etiquetan solos, pensamos que no requieren organización, y cargamos fotos, creamos documentos, guardamos videos vaya saber dónde.

«Usamos internet como un supermercado lleno de ofertas y nos llenamos de chucherías que deprecian el valor de la información que más nos interesa».

El desorden y la acumulación son más nocivos en el espacio digital que en los placares porque complica el rendimiento de nuestros aparatos, nos expone a perder materiales valiosos y hace vulnerable nuestra ciberseguridad. Hacer orden digital es más simple de lo que pensamos. Con el adicional de que el tiempo que toma despejar archivos inútiles, nos ayuda a tomar conciencia de la importancia que tiene lo que guardamos, lo que consultamos y lo que borramos en nuestros cajones virtuales. Aplican los mismos pasos de la dicha del orden:

  • Revisar el correo acumulado por años: recibimos miles de cartas no solicitadas que nunca borramos. Suponemos que el espacio virtual es infinito y acumulamos basura que después nos impide encontrar lo que buscamos. Pero no solo los soportes digitales tienen límites sino que cuando están llenos se hacen más pesadas las búsquedas y los aparatos se lentifican o se cuelgan. O peor, cuando necesitábamos guardar un video importantísimo nos avisa que no hay memoria suficiente. La regla es como la de la ropa: correo no usado en el último año, puede borrarse.

«Así como etiquetamos cajas en los armarios, hay que poner nombres claros a los archivos».

  • Organizar las fotos para que alguna vez podamos verlas. Como los placares, en los dispositivos hay carpetas que hace años ni miramos y que hay que organizar con nombres que ayuden a encontrar lo que guardan, tal como etiquetaríamos los álbumes de la biblioteca. Aquí también deberíamos guardar solo lo que nos trae dicha, compartir las fotos que otra persona pueda disfrutar y eliminar definitivamente las que ya no tienen que acompañarnos. Las teclas Shif+Del son al orden digital lo que las bolsas de basura son para el método Kondo. Las fotos y las cartas viejas suelen hacer más daño que una camisa usada. Así que despedirlas también nos ayudará a crecer y hacer espacio espiritual para otros dones.
  • Guardar solo lo imprescindible: Las nubes son un armario portátil que nos permite acceder a lo que necesitamos desde cualquier dispositivo aunque perdamos el teléfono o se estropee la computadora. Pero algo tan servicial merece ser cuidado con una buena llave (hablamos antes de claves y otros consejos básicos) y guardar allí solo los archivos que merecen permanecer en nuestras vidas. Así como etiquetamos cajas en los armarios, hay que poner nombres claros a los archivos. Nada de “archivo”, “doc” o genéricos y menos dejar que el aparato bautice nuestra preciada información con una cadena de signos ilegible. Años, nombres, lugares ayudan al orden alfabético, en carpetas visibles y organizadas.
  • Renovar los espacios: reestablecer el teléfono y la computadora nos permite estrenar un dispositivo como nuevo cada tanto. Los programas se reinstalan automáticamente dejando el teléfono como cuando viene de fábrica y nos obliga a pensar qué conservamos, qué resguardamos y qué no merece quedarse, como cuando hacemos una limpieza general (Reinicio o Reestablecer datos de fábrica son las palabras claves para ubicar algún tutorial para hacerlo).

«Debemos tratar los muros de las redes sociales como la sala de casa donde invitamos a los que conocemos o a quienes nos gustaría conocer».

  • Meditar sobre el derecho de admisión a nuestros espacios virtuales: ya no son tiempos de dejar entrar a cualquiera. Debemos tratar los muros de las redes sociales como la sala de casa donde invitamos a conversar a los que conocemos o aquellos que nos gustaría conocer. Así como no dejaríamos entrar a gente que grite y ensucie las paredes, es tiempo de invitar a retirarse a los maleducados y odiadores, ya sea sin aviso o con una gentil despedida que hable de la elección de conversar con gentileza y respeto, por si algún día quieren volver a visitarnos con buenos modales.

Ahora que las mujeres estamos replanteando viejas dependencias, no podemos darnos el lujo de ceder el control del mundo digital que es tan vital para nuestra comunicación. Que la chiquilinada haya nacido y crecido conectada, no debe ser la excusa para resignar en ella esta competencia. Al contrario, debe ser el estímulo. Está demostrado que no existe eso que se llama nativo digital: no es que las nuevas generaciones nazcan con alguna habilidad que no tuvimos las nacidas en el siglo pasado. Simplemente carecen de prejuicios y no temen al error para manipular sin miedo cualquier aparato hasta que lo dominan. Su desparpajo debería inspirarnos a tomar con el mismo espíritu organizativo lo digital y lo material. De hecho, organizar los estantes del placar es mucho más complicado y esforzado, ¿o acaso han visto jóvenes ordenando sus cajones?

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