Sociedad
13 agosto, 2019
Cohousing, la aventura de envejecer con otros
Compartir la mesa, conversar hasta la madrugada, sentirse acompañado. Cuando la edad avanza, los hijos se van y vemos partir a nuestros compañeros de ruta, nos encontramos ante el desafío de rediseñar nuestras vidas. Las viviendas colaborativas son una opción para transitar esa etapa en compañía.

Por Mariana Etulain, arquitecta.
Dicen que los años no vienen solos pero, irónicamente, a medida que envejecemos, puede ocurrir que la soledad se empiece a hacer presente: en amigos que ya no transitan nuestro camino, en hijos que despliegan alas, en familiares que fallecen. Entonces se extraña el mate a mitad de la tarde, las charlas en las noches de verano, los sonidos que vienen de la cocina. Los ambientes empiezan a quedar grandes y, naturalmente, nos vemos parados ante el desafío de rearmar nuestra rutina, a rediseñar nuestro espacio y nuestro hogar.
Para quienes navegan la tercera edad, los círculos afectivos suelen disminuir a medida que las arenas del tiempo se deslizan y se comienza a añorar el cotidiano ritual de compartir las pequeñas cosas.
Para quienes navegan la tercera edad, los círculos afectivos suelen disminuir a medida que las arenas del tiempo se deslizan y se comienza a añorar el cotidiano ritual de compartir las pequeñas cosas. A veces, aparecen necesidades que requieren de atención y asistencia, pero la pérdida de autonomía y compañía no tiene que ser el destino final.
Decididos a disfrutar de los tranquilos ocios acompañados, muchas personas mayores rescatan los valores de la vida en comunidad, adoptando una nueva forma de habitar llamada cohousing, en español, covivienda.
Juntos, pero separados
El cohousing nació en los países nórdicos en la década del 60, cuando varias familias se agruparon y crearon un nuevo tipo de residencia, puesto que las existentes no respondían a su idea de comunidad. Querían lazos más fuertes entre vecinos, añoraban la antigua vida de barrio, ese espacio donde conocíamos a quienes vivían a nuestro lado y sabíamos que podíamos contar con ellos. Buscaban residir en un lugar donde los niños pudiesen jugar libres y los mayores fuesen respetados.
En los años 80, los arquitectos estadounidenses Kathryn McCamant y Charles Durrett viajaron a Europa y denominaron este sistema de habitar cohousing. El término es relativamente nuevo, pero remite al concepto de vida colaborativa. Con el correr de los años, el modelo se extendió por todo el mundo. En Dinamarca, por ejemplo, existen más de 700 viviendas colaborativas. Estados Unidos posee 250 y España cuenta con 10 en funcionamiento y 30 en desarrollo.

¿De qué se trata? Consiste en un complejo de viviendas autónomas que comparten servicios comunes y actividades. Pequeñas casas autosuficientes de bajo impacto ambiental, construidas en grandes lotes con espacios comunes. Los gastos de servicios son compartidos, lo que reduce significativamente los costos. No se trata de comunas, ya que la economía se mantiene de carácter privado.
Habitualmente, este tipo de proyectos surgen mediante la iniciativa de un grupo de amigos o conocidos que compra un terreno, lo lotea y edifica las casas, pudiendo de esta manera vivir juntos sin perder independencia.
Cohousing para los más grandes
Una buena manera de estar acompañados y racionalizar recursos: eso representa este sistema de vivienda para las personas mayores que deciden apostar a él, ajustándolo a sus necesidades. Así, nació el cohousing senior, que pone mayor énfasis en las actividades y espacios comunes.
Cada casa sigue siendo privada y propia de quien la habita. Los departamentos pueden ser individuales, para parejas, familiares o amigos. En los lugares compartidos, se fomenta la interacción y el encuentro: comedores, gimnasios, bibliotecas, huertas, piletas. Incluso se ofrecen clases de pintura, teatro, escritura, jardinería. Las personas son libre de elegir en qué momentos estar acompañados -una alternativa que en ese tipo de viviendas está siempre a mano-, realizar actividades o descansar en su hogar. Mientras que esas decisiones se toman en privado, los problemas de la convivencia se previenen con una gestión de conjunto.
Al rescate de un viejo conocido
Para quienes vivieron en un barrio, el concepto cohousing resuena en la memoria; es ese lugar en donde la puerta cancel permanecía siempre abierta, donde era habitual la charla entre vecinos, donde un favor no se le negaba a nadie. Resonará también en la memoria de quienes vivieron en una pensión de estudiantes, en el departamento compartido con amigos, esa atmósfera de comunidad, efervescencia, comunión.
Cohousing intenta construir hogares que garanticen vidas activas, contenidas y saludables. Pueden ser espacios en donde sólo conviven personas mayores y también pueden ser intergeneracionales.
Vivir con amigos y envejecer a la par, solo que en dimensiones más amplias: la pequeña habitación se convierte en una cómoda casa, hecha a medida, amueblada y decorada según el gusto de sus habitantes, y ya no es necesario compartir el baño o la cocina.
Cohousing intenta construir hogares que garanticen vidas activas, contenidas y saludables. Pueden ser espacios en donde sólo conviven personas mayores y también pueden ser intergeneracionales. El objetivo es el mismo: crear comunidades para compartir la vida, respetando la libertad e independencia de cada persona.
Podemos vivir solos y también acompañados, los modelos del habitar han sido derribados. Para los que piensan fuera de la caja, el cohousing será quizás, la próxima aventura.

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