Hijos
28 abril, 2021
Chicos: herramientas para volver a la calma
Por cansancio, frustración, enojo o ansiedad, y sobre todo por esta situación tan particular que les toca atravesar, muchas veces los niños se encuentran desbordados de emociones. Estas son algunas propuestas para ayudarlos a recuperar la paz y el sosiego en tiempos difíciles.
Por Lic. Mariana de Anquin*
Los chicos, sobre todo los más chiquitos, tienen las emociones a flor de piel y, a lo largo del día en muchas ocasiones, sufren estallidos emocionales producto de la frustración, el enojo o el agobio. Otras veces, la ansiedad y el miedo se apoderan de su mente y de sus conductas. Así, padres y madres nos encontramos con situaciones que parecen salirse de control, y a veces les sumamos nuestro cansancio y nuestra ansiedad; en un intento de mejorar el escenario, les pedimos que por favor se tranquilicen, o que se calmen, pero eso no sucede. Los niños no saben aún calmarse a sí mismos, ¡porque nadie les enseñó cómo hacerlo! Pero existen herramientas para enseñarles a serenarse y bajar la intensidad emocional. Esta enseñanza tiene una sola y única regla: no podemos enseñar lo que no hemos experimentado. Por eso, primero necesitamos aprenderlo nosotros mismos. A continuación, algunas prácticas para compartir en familia:
> Tres respiraciones mágicas
En cualquier momento del día cuando tu hijo o hija sienta furia, frustración o muchísima energía, podés probar hacer tres respiraciones profundas juntas. Esto consiste en dejar de hacer lo que estás haciendo y respirar tres veces de forma profunda. Luego, la situación continuará pero vos y tu hijo/a estarán un poco más tranquilos y serenos para continuar.
> Conectar antes de corregir
Es más probable que los chicos acepten y escuchen nuestros comentarios u opiniones si se sienten comprendidos y conectados con nosotros. Es decir, no podemos decirle a un niño/a que se tranquilice o que respire si antes no hemos conectado emocionalmente con él o con ella. La próxima vez que tu hijo/a esté con sus emociones agitadas, probá respirar profundo varias veces para calmarte primero vos y así poder conectar con él o ella antes de intentar corregirlo/a. Ayudarlos a identificar que emoción sienten es conectar con ellos. Frases como estas pueden colaborar con la armonía familiar: “Imagino que te sentís muy enojado/a con tu amigo, está bien que te sientas así, pero no está bien que le contestes de esa manera a tu hermano. Pensemos cosas para hacer que te hagan sentir mejor” o “A veces cando las cosas no salen como esperábamos, es lógico sentirnos frustrados”.
> Despejar el ambiente
El exterior es un reflejo de nuestro interior, por eso, intentá que tu hijo/a encuentre en el hogar un ambiente despejado. Es importante para poder calmarnos evitar el exceso de sonidos, luces, objetos y desorden. Cada tanto hacé limpieza en el cuarto de los chicos de cosas innecesarias; una idea es deshacernos de juguetes rotos, que le faltan piezas, inadecuados para su edad o muy agresivos. Vivir rodeados de demasiados juguetes es una experiencia abrumadora, y si encima esos juguetes tienen luces y sonidos, más aun.
> El oso amigo de la respiración
Incorporá a sus cosas un peluche pequeño para que funcione como su “amigo de la respiración”. Te servirá para enseñarle a tu hijo/a a practicar respiración abdominal. Este tipo de respiración es muy útil para apaciguar la mente y relajar el cuerpo rápidamente. ¿Cómo hacerlo? Proponele a tu hijo/a acostarse en el piso; colocá el peluche sobre su panza; pedile que lleve todo el aire allí para que su amigo suba, luego que exhale despacito mientras el peluche baja. Incorporar todos los días un ratito muy pequeño de respiración abdominal es una manera fácil de enseñarles a calmarse. Se puede practicar antes de dormir para un sueño tranquilo y reparador, o antes de enfrentar algún reto como una situación de competencia o evaluación. Aprender este tipo de respiración a edades tempranas es regalarle una herramienta que le servirá toda la vida, asegurándole mayor bienestar mental y emocional.
> La silla de los abrazos
Una idea es elegir una silla o sillón de la casa y convertirla en la silla para recibir abrazos. Todos sabemos el poder de los abrazos para generar calma y bienestar. Así que solo explicale a los chicos que cuando se sientan exhaustos, agobiados, tristes o enojados pueden probar sentarse en ese sillón y recibir un abrazo de algún miembro de la familia. También podés agregarle una cinta con un silbato pequeño y delicado que sirva para avisar a la familia que alguien necesita ser abrazado.
> Juguetes para relajarse
Incorporá juguetes para observar, como caleidoscopios, tubos de purpurina o bolas de nieve. Ayudan a centrar la atención y relajarnos. También, juguetes para soplar, como los molinillos o la bola loca. Soplar con diferente intensidad, fuerza y frecuencia ayuda a practicar y controlar la respiración.
> Prestar atención a los aromas que serenan
El olfato está directamente relacionado con el mundo emocional. Hay aromas que relajan, estimulan y calman. Las pegatinas para rascar y oler pueden ayudar. También existen rotuladores aromáticos que al dibujar emanan un olor especial. Los aromatizantes para el ambiente de lavanda o limón nos conectan con emociones que sosiegan.
> Moldear
Usen juntos plastilina, masa y arcilla para modelar; actúan como experiencias sensoriales y ayudan a relajarnos.
> Construir un frasco de la calma
Es muy fácil de hacer. Tenés que poner en un frasco (de plástico si tu hijo/a es pequeño/a) agua tibia, cola de pegar con brillitos, revolver mucho, tapar y listo. Al sacudirlo, vas a ver todos los brillitos girar desordenadamente. Explicale que así se ve nuestra mente cuando estamos nerviosos, inquietos, asustados, que los pensamientos fluyen desordenados y las emociones se agitan. Contale que todos necesitamos calmar nuestra mente para pensar con claridad y sentirnos bien, y que para eso tenemos que dejar de sacudir el frasco. La quietud calma la mente y aquieta las emociones. Observar respirando hondo como los brillitos se van aquietando es una manera muy efectiva de serenarnos. Este frasco ayudará a ambos a centrarse y calmarse. Recordá que la quietud y la calma se contagian. Por eso si querés calmar a un niño/a, es necesario que dejes de hacer lo que estás haciendo.
> Atrapasueños
Escribí o dibujá sueños con tus hijos y colgalos de un atrapasueños: tenerlos a la vista contagia emociones positivas y mucho bienestar.
> Estrellas de logros
Pegá estrellas o lo que a tu hijo/a le guste con cada uno de sus logros. Ver el cuarto iluminado con sus logros le dará tranquilidad y será un alimento para su autoestima. La confianza en uno mismo y en la capacidad de lograr cosas es un antídoto poderoso contra la ansiedad y los miedos.
> Ayuda memoria
Los carteles con letras o dibujos pueden ayudarlos a recordar qué pueden hacer cuando se sienten inquietos. Podés dibujar un semáforo en el que el rojo será sinónimo de “Alto: me quedo quieto/a, congelado/a”; el amarillo “Respiro hondo tres veces”; y verde, “Adelante, continuo”. Jugar con el semáforo en casa, diciendo el nombre de la luz y realizando la acción que indica cada color, es una manera divertida de incorporar el hábito de parar, pensar y actuar.
> Historias sobre emociones y experiencias
Existen muchísimas series de cuentos infantiles que abordan el mundo emocional. Incorporá algunos a su biblioteca.
> El kit de la vuelta a la calma
Si tenés espacio suficiente, podés destinar o construir con tu hijo/a un rincón de la calma en tu casa, donde él o ella pueda ir cada vez que necesite calmarse. Si no tenés espacio, podés crear la “Bolsa (o caja) de la calma”. Ahí se pueden guardar los objetos que nos ayudan a encontrar la calma y recurrir a ellos en momentos especiales.
* Mariana de Anquin es Licenciada en Psicopedagogía, autora del libro “Niños Brillantes ¡Todos lo son!» y co-autora de “Aprendizajes Amigables al Corazón”.
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