Artes
8 noviembre, 2018
Chicas de Nueva York
Desde que descubrió que el dibujo podía ser una gran herramienta para expresar su punto de vista y su interés por los demás, la ilustradora rusa Jenny Kroik pasa sus días capturando la diversidad en los rostros de los habitantes de su ciudad por adopción. ¿Cómo es vivir y dibujar en la Gran Manzana?
«Intento registrar un momento fugaz o un sentimiento, y resaltar la maravilla en todos los que veo”, dice la ilustradora rusa Jenny Kroik desde Nueva York.
Nacida en San Petersburgo, la artista se mudó a Israel con su familia en 1989 y vive desde hace quince años en la ciudad estadounidense, su mayor fuente de inspiración.
En los últimos años, fue docente del City College de Nueva York, coordina talleres de arte y lleva años ilustrando libros, revistas, campañas publicitarias y sitios web. Además, exhibe sus trabajos en galerías de arte.
Pudimos conversar con Jenny vía web y, a la primera pregunta sobre sus fuentes de inspiración, respondió, muy resuelta:
“¡Me fascina la gente! Siento curiosidad por las personas, siempre estoy mirando qué hacen. También me inspira el acto de pintar en sí mismo, y poder encontrar ideas interesantes. Me gusta pensar en mi próxima pintura como un acertijo que tengo que resolver”.
«Amo la diversidad de rostros que veo y los barrios de la ciudad, cada uno con su carácter y estilo. Me interesan las diferentes formas en que vive la gente».
–¿Cómo es vivir y trabajar en Nueva York?
–Es una ciudad maravillosa porque siempre está pasando algo. Vivir aquí te permite acceder a eventos artísticos y a actividades que no existen en otros lugares. Además, estoy rodeada de artistas, y tenerlos cerca me motiva para crear cosas nuevas; también conversamos sobre lo que hacemos y por qué.
–¿Qué hay en la vida urbana que te atraiga específicamente?
–Amo la diversidad de rostros que veo y los barrios de la ciudad, cada uno con su carácter y estilo. Me interesan las diferentes formas en que vive la gente, la riqueza de todo eso. Además, están los museos, las galerías, las librerías, la arquitectura y el Central Park, un lugar mágico donde se combinan áreas de tranquilidad con otras más bulliciosas y gente siempre interesante.
–¿Qué recuerdo rescatás de tus primeros años en Rusia?
–Me acuerdo del Sasnovka, un parque que teníamos cerca de casa. Ahí vi una mariposa por primera vez y me asustaba lo profundo que era el estanque del lugar. En invierno, los toboganes estaban helados y era divertido deslizarnos y jugar con bolas de nieve con mi padre y mi hermana.
–¿Y de Israel?
«Me gustaría decirle a la gente que el arte es realmente sanador y animar a otros para que le hagan un espacio. Que lleven un diario y documenten su vida: que dibujen, hagan crochet, fotografíen, recojan muestras de hojas. ¡Que hagan cualquier cosa que puedan imaginar!».
–Viví allí entre los 5 y los 19 años, y desde que me fui, extraño el tibio mar Mediterráneo. Recuerdo un día en especial, a los 12 años, cuando me senté con mi abuela en la playa e intenté dibujar la puesta de sol con lápices de colores.
–¿Cual es tu mejor hora de día y lugar para dibujar?
–Pinto en mi mesa de trabajo a la noche, y durante el día camino y voy dibujando personas y espacios. Me gusta encontrar lugares altos y quedarme ahí: ver a las personas ir y venir.
–¿Un libro de ilustración favorito?
–Acabo de comprar The Parisianer 2050 ¡y es buenísimo! También me encantó el catálogo de la Feria del Libro Infantil de Bolonia, y me gustan los anuarios de ilustradores.
–¿Hay algo más que quieras compartir?
–Me gustaría decirle a la gente que el arte es realmente sanador y animar a otros para que le hagan un espacio. Que lleven un diario y documenten su vida: que dibujen, hagan crochet, fotografíen, recojan muestras de hojas. ¡Que hagan cualquier cosa que puedan imaginar! El arte permite decir: “Esta es la historia de mi vida”, y cada uno puede expresarlo a su manera.
Descubrí su maravilloso mundo en www.jennykroik.com
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