Sophia - Despliega el Alma

Sociedad

11 julio, 2022

Animarse a emprender después de los 60

Gran cantidad de “plateados” llenos de entusiasmo y energía decidieron dejar de lado los datos de sus DNI y se lanzaron a desafiantes proyectos laborales que les dan sentido a sus días. Te compartimos sus inspiradoras historias.


De cara a la llegada de los 60, todos ellos decidieron que era el gran momento de lanzarse a la aventura.

Por Luz Martí

Llegué al taller “Fotografía como poesía” en la galería Arte x Arte. Lo dictaba Llorenç Raich Muñoz, profesor del Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya. La edad promedio de los alumnos rondaba, con suerte, los treinta. Llorenç y yo, casi la doblábamos. Charlando en una pausa, los chicos dijeron algo acerca de dormir la siesta. Él respondió con una frase certera: “A esta edad no se duerme la siesta. Cada minuto es un regalo”. Callada, no pude más que coincidir.

Hoy nos enteramos constantemente de gente de sesenta años que emprende nuevas actividades, está llena de proyectos y no aspira sólo a jubilarse para descansar, hacer viajes o simplemente pasar el tiempo de la mejor manera posible. Es fácil reconocer a esas personas con ganas y voluntad que parecieran no haberse dado por aludidas cuando terminaron un trabajo y decidieron emprender otro.

Yo misma soy parte de ese grupo al que muchos insisten en describir como “reinventados”. “Reinventarse” es una palabra que no me gusta, un término que parece haberse vaciado de sentido. Tal vez, lo que se ponga en juego sea mucho más que una “reinvención”, sea buscar qué más hay en nuestro interior para descubrir otras facetas del mismo y maravilloso todo que somos. No somos «otros» reinventados; somos los mismos acercándonos a nuestra esencia, encontrando distintas facetas aún sin pulir de nuestra alma.

Emprender es también, en el fondo, una búsqueda de felicidad, de rozar la alegría de crear algo nuevo y ponerlo en marcha a pesar de los riesgos. No se trata de encarar una actividad postergada, que puede ser muy válida, pero no es, necesariamente, un emprendimiento. Los emprendedores quieren hacer algo que funcione, que rinda frutos, algo de lo que sentirse orgullosos, aun frente a condiciones difíciles y con altas posibilidades de fracasar, si no se está muy atento. “El emprender no es un hobby —nos dice Trini Vergara, que a sus casi sesenta años lanzó su propia editorial. Las aguas se separan porque en el hobby no hay riesgo patrimonial y en el emprendimiento sí lo hay. Te jugás una plata importante, no es un proyecto casero para promocionar en Instagram«.

Amante de los libros desde pequeña, Trini Vergara aceptó por fin al desafío de crear su propia editorial.

De familia chilena, padre diplomático y madre profesora de literatura inglesa, Trini vivió en muchos países y tantos desarraigos la convirtieron en una lectora voraz. Estudió Economía para trabajar en la editorial de sus padres donde aprendió el oficio, pero su modelo de empresa era grande, más corporativo y, de hecho, su nuevo proyecto no se limita a la Argentina, sino que abarca España y Méjico y, desde allí, toda Latinoamérica. «Una editorial es una industria cultural, pertenece al territorio de la cultura como una productora de cine, y el dinero debe estar incluido siempre como una herramienta para poder gestionarla«, comparte. Trini Vergara Ediciones nace en una época donde el mercado editorial ha cambiado de tal forma que, lo que en los años 70 y 80 convertía en best seller a una venta de cincuenta mil ejemplares, hoy lo alcanza con sólo llegar a quince o veinte mil.

Tampoco la asustó el augurado tsunami del Kindle, cuyo máximo uso, aun en los mercados más maduros, alcanza el 30%, mientras que el libro conserva, estoico, el otro 70%. Iluminada al hablar de su proyecto lanzado al mercado hace un año, Trini asegura: «A los 60 te soltás las trenzas, como dicen en Chile (se refiere a una forma de actuar sin tantos prejuicios, de hacer las cosas como uno quiere). Sabemos que el emprendedor es un eterno aprendiz, que necesita probar siempre para seguir adelante. Los emprendedores somos arrojados. Si no estás loco, tenés que tener mucho entusiasmo».

Con esas premisas armó su equipo y redactó un decálogo de trabajo rompiendo con las estructuras clásicas y proponiendo, mucho antes de la pandemia, una labor responsable pero placentera: no más oficina, trabajo online con horarios flexibles según convenga a sus empleados y días libres cuando lo necesiten sin tener que presentar excusas. «Una tarea que no se tenga que padecer ocho horas diarias para después lograr una o dos de felicidad en casa», describe. Trini eligió enfocar su editorial en la ficción de entretenimiento, apuntando a textos de calidad y a la búsqueda de autores nuevos para sus sellos de novela MOTUS (thriller) y GAMON (novela fantástica) deseando poder agregar, en breve, autores nacionales a ambos.

La segunda mitad de la vida

Actualmente existen redes, aplicaciones, páginas y sitios web para mayores como Amantes de lo bueno, Hay otra vida después de los 60 o Ahora Nosotras que ofrecen contenido interesante y actualizado. Ya no para insistir en tediosos consejos de cómo combatir dolencias y enfermedades, ni sumergirse en una nostalgia que cristalice el alma en décadas pasadas, sino para proponer ideas vibrantes, cursos, viajes, talleres o programas para encontrar pareja.

Alicia Moszkowski, y Ana Gambaccini crearon una consultora para impulsar el segmento de los «plateados».

Ahora Nosotras, es una comunidad virtual para mujeres de más de cincuenta años creada por Alicia Moszkowski, y Ana Gambaccini. «Con mi socia, Ana, tenemos una consultora de la que vivimos, aunque nuestros clientes pertenecen a distintas franjas, no sólo al universo de la economía plateada” —nos dice Alicia. Ahora Nosotras fue una idea que también lanzamos juntas. Algo sin fines de lucro que es, más que nada, un proyecto del corazón: poner de manifiesto el protagonismo de la mujer ‘senior’ invisibilizada doblemente: por sexo y edadismo y posicionar su aporte a la comunidad. Que las mujeres descubran cuáles son sus talentos y ayudarlas a utilizarlos a la hora de buscar alternativas laborales. Es necesario sacarse el chip de buscar trabajo en un mercado cada vez más joven y complejo y enfocarse a gestionarlo por cuenta propia. Ahora Nosotras vio ese vacío y hoy tiene cincuenta mil seguidoras genuinas entre las que se han formado grupos que se relacionan, se juntan y se acompañan. Eso fue especialmente valioso en momentos de pandemia dura, donde la soledad era aplastante para muchos, y la vulnerabilidad nos hizo apreciar más que nunca la compañía y el apoyo de los otros”.

Los ejemplos se multiplican y es un placer escuchar cada historia, enterarnos de aventuras como la de María Duffy que, para festejar sus sesenta se jugó abriendo Fud, una casa-galería de arte en su adorada Esquel de la niñez. Anima ver cada forma de resolver un deseo, de enfrentar un desafío; sentir la energía que desprenden y descubrir cómo ponen la experiencia de los años y del trabajo al servicio de sus nuevos proyectos: nada se desperdicia, todo son recursos que suman.

La artista María Duffy celebró la llegada de los 60 poniéndose al frente de Fud, una casa-galería de arte.

Hacia una etapa de plenitud y en acción

Isabel Belda recibe a Sophia en el estudio donde dicta sus clases y talleres. Formada como abogada, abandonó su profesión para dedicarse al trabajo de sanación energética a través de ejercicios con la voz, apoyados en sonoridad de instrumentos ancestrales. «Entrar en contacto con en ese vibrar hace alcanzar las emociones y sentimientos más profundos. La ‘voz’ que buscamos es, ante todo, una escucha profunda y atenta del anhelo del alma de expresar aquello que cada uno ha venido a decir al mundo«, señala. Inquieta y buscadora, a los sesenta se topó con la Alquimia Interna taoísta y a partir de ahí emprendió una nueva senda de exploración, siguiendo las enseñanzas del maestro Mantak Chia, depositario y divulgador de sabidurías milenarias. Pero en la Argentina no encontraba donde aprender lo que ella quería, así que viajó a Tailandia para sumergirse durante cuarenta días en sus clases y prácticas: el universo de la autosanación. «Conocer la inmensa sabiduría de nuestro cuerpo y confiar en él. Aprender a manejar nuestra energía para sanarnos sin necesidad de fármacos», explica.

Al tiempo de regresar de Tailandia inició otro largo período de mucho trabajo físico y espiritual. Y luego de dos años más de estudio logró certificarse en las prácticas que hoy está autorizada a transmitir. A lo largo de este año fue recibiendo a sus primeras alumnas para compartir sus conocimientos milenarios, ayudando a otros a encontrar su camino y a formar a quien lo desee, como instructor y maestro. Feliz, se ha convertido en una agente multiplicadora de la salud, el equilibrio y el bienestar.

Isabel Belda comenzó un viaje interior que la llevó hasta Tailandia, donde se formó física y espiritualmente.

Fernando Giribone es Licenciado en Administración de empresas y desarrolló toda su carrera laboral en el sector financiero hasta que se topó con la Astrología. Apasionado por la disciplina, dedicó años a estudiarla en profundidad para poder enseñarla y convertirla en un complemento de su jubilación. «Seguir activo da una plenitud especial para acompañar el proceso de envejecimiento. Tener un interés, una nueva pasión y poder transmitirla es maravilloso. Actualmente, además de hacer cartas natales, doy clases de Astrología porque creo firmemente que la mejor manera de seguir aprendiendo algo es enseñándolo«, destaca y agrega: “Los signos del zodiaco son una senda evolutiva de la conciencia, una gran herramienta de autoconocimiento, como el tarot y otros lenguajes sagrados que, por medio de su profunda simbología, son vías de acceso a nuestra psique y a nuestro inconsciente. Es por eso que las clases son especialmente ricas porque aparecen situaciones de mucha movilidad emocional”.

Luego de una larga carrera en el sector financiero, Fernando Giribone decidió abrazar la Astrología.

La magia de los nuevos comienzos

Siempre admiré a quienes siguen trabajando en los suyo sin necesidad de un retiro obligatorio, pero más me seducen las historias de cambios, de nuevas elecciones y de zambullidas en aguas desconocidas a una edad en la que podrían inclinarse por una vida menos atareada. En todos ellos hay entusiasmo, arrojo, agradecimiento, confianza en sí mismos y, sobre todo, enorme respeto por el esfuerzo y el trabajo. Pareciera que, para los que se atreven, los sesenta son un momento indicado para emprender: la experiencia de vida se reconoce valiosa, otorga la calma y rapidez necesarias para distinguir lo importante de lo accesorio, lo que será posible de lo que fracasará. Hemos aprendido a organizarnos, ganamos en capacidad de decisión y permiso de acción. La ilusión juvenil se transforma en un deseo consciente y poderoso de “tirarse a alguna nueva pileta”, de emprender una aventura a la medida de nuestra reserva de energía vital.

La confirmación de mi teoría llega sin buscarla. Equivocándome de camino en un viaje a La Cumbre me topo con Federico Shanahan y Flora Barros, que me socorren. Arquitecto y ceramista respectivamente, con muchos años de casados y padres de cuatro hijas, estos porteños llevaban más de dos décadas en la zona, cuando debieron volver a Buenos Aires. La idea de abandonar Sanctus Patricius, la idílica casa toscana en la ladera de un cerro, donde me recibieron, no cabía en sus cabezas. Mantenerla resultaba caro, pero no estaban dispuestos a desprenderse del lugar que tanto amaban, donde pusieron su impronta en cada detalle, decorándola de una manera refinadísima, con piezas y muebles heredados de sus familias, detalles exquisitos y todo el confort del SXXI. Así surgió la idea de convertirla en un hotel exclusivo para diez pasajeros y ofrecer a los huéspedes lo que más quieren: su bella y querida casa.

Federico Shanahan y Flora Barros convirtieron su casa de La Cumbre en un exclusivo hotel.

Recibir con los brazos abiertos. Crear ambiente, lograr un clima perfecto: recepción con champagne y delicados productos naturales de la tierra, vista imponente desde la galería. Regalar memorias de días inolvidables en esa atmósfera de aire serrano limpio y azul, de calidez y paseos inesperados. Compartir belleza y generar buenos recuerdos. Felices con su impensada actividad de hoteleros, sienten que conservan las ganas y el entusiasmo de los veinte añosaunque algunas mañanas nos duela todo«, dice riéndose Federico.

Pienso en mis entrevistados y en sus historias. En todos parece haber una brújula que no cesa de buscar y enormes ganas de poner en práctica sus ideas y sueños sin perder tiempo. Deseos de dejar una huella que sirva a otros, improntas que perduren, lo destinado a no desaparecer: la esencia más íntima de cada uno.

Sanctus Patricius se llama la idílica casa toscana que está ubicada en la ladera de un cerro.

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