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Sociedad

20 diciembre, 2021

Adopción, una gran red de amor

¿Cómo funciona el sistema de adopción en Argentina? ¿Cómo se construyen los vínculos entre quienes armarán una nueva familia? Un documental nos muestra historias que conmueven, derriban mitos e invitan a la reflexión.


Paola, Diego, Pablo, Alejandra, Mía, Santi, María, Griselda, Fernando… protagonistas de esta inmensa red de amor.

Por Karina Bianco

Camila baila en el living de su casa rodeada de muñecos. Tiene 2 años y medio y llegó a su nuevo hogar durante 2020. No sabe por qué sus padres lloran emocionados en el teléfono. Es que un juez acaba de avisarles que ya tienen “la adopción plena” de su hija.

María y Pablo están en pareja hace casi 20 años y hace 11 se casaron con el deseo de armar una familia. Realizaron varios tratamientos de fertilidad sin resultado positivo, pero en paralelo comenzaron los trámites de adopción. La decisión estaba tomada: aún si María quedaba embarazada, adoptarían.

Se anotaron para recibir hasta dos hermanos de 5 años con enfermedades crónicas compensables. Al final María no quedó embarazada y comenzó la pandemia. Durante el año pasado llamaron dos veces del juzgado con la posibilidad de guarda, pero el ofrecimiento no prosperó. El tercer llamado fue distinto. Algo les decía que esta vez sí. Había una beba de un año y medio en condiciones de adopción que los esperaban en el hogar.

“El día que por fin fuimos a conocerla hacía mucho calor –recuerda María–. Nos habían citado a la hora de la siesta. Nos cambiamos toda la ropa antes de entrar porque la nena tenía problemas con sus defensas y estábamos en plena pandemia. Nos conoció con barbijos puestos y en un cuarto que había en el exterior del lugar. La habían despertado de su siesta, así que nos miraba con desconfianza y algo de miedo. A pesar de su corta edad, ella intuía que algo estaba pasando, porque era la primera vez que veía personas sin sus compañeritos de hogar. El corazón me iba a mil… y Camila se puso a llorar. A los diez minutos se quedó dormida en mis brazos. Ahí supe que era mi hija”.

Hubo varias visitas al hogar. Le llevaron juguetes y luego, bajo supervisión, pudieron ir con ella a la plaza, a pasear. A medida que los días pasaban, Camila se sentía más confiada. Poco más de un mes después ya vivía en la casa con María y Pablo, sus papás. De inmediato se adaptó, conoció a sus nuevos tíos, abuelas, primos y tíos postizos. Comenzaba una nueva vida llena de amor.

A partir de su propia experiencia de adopción Patricia decidió contar en un documental cómo funciona ese proceso.

El día que nos conocimos

Patricia Carrascal tiene 52 años y desde hace 11, junto a su marido Juan Manuel, se convirtieron en padres de Sol. Durante 4 años esperaron ese llamado que les cambiaría la vida. Y sucedió el día previo a irse de viaje. Suspendieron las vacaciones y así conocieron a su beba, que en aquel entonces tenía 6 meses. “Cuando tomamos la decisión de adoptar no sabíamos ni por donde arrancar. En ese momento la ley era distinta. Teníamos disponibilidad para adoptar grupos de hermanos, así que para los que nos llamaran íbamos a estar. Sol en ese momento estaba con una familia de tránsito con la que aún estamos en contacto, porque establecimos una gran red de amor”, cuenta con emoción Patricia y agrega: “Como soy productora audiovisual decidí que tenía que poner a disposición mi experiencia para ayudar a difundir cómo es el proceso de adopción, derribar mitos y explorar lo que implica formar una familia de este tipo”.

En 2019 hizo una serie de 4 episodios para el Canal Encuentro sobre adopción y acaba de estrenar en el Centro Cultural San Martín –donde se proyecta con entrada libre y gratuita– el documental El día que nos conocimos, que codirigió junto a Camilo Antonili y que a partir del año que viene estará disponible en Direct TV. “Sentí que había mucha desinformación sobre el tema. Nosotros mismos no sabíamos ni por dónde empezar cuando tomamos la decisión”. El documental narra cinco historias de adopción en Argentina contadas por sus propios protagonistas, desde el punto de vista de adoptantes y adoptados. Cada una de ellas da cuenta de que la adopción tiene múltiples posibilidades y que es una de las maneras de armar familias a través de encuentros que cambian el destino para siempre.

“Ser madre adoptiva es una de las principales razones que me llevaron a realizar este documental que tiene como objetivo difundir a la adopción como una posibilidad real y concreta de formar familias diversas. Mi deseo primario es que quienes están pensando en adoptar se animen y lo que están en el camino sigan a pesar de todos los obstáculos, para que todos los niños y niñas que están esperando puedan encontrar su destino. Y el momento es ahora, porque cada día que pasa, cuenta”, Patricia Carrascal

Así podemos conocer la historia de Paola y Diego, una pareja que adoptó a tres hermanos que vivían en un hogar. La de Pablo, un hombre militante LGBT que tuvo que desafiar sus propios prejuicios y adoptó a Mía, una niña que llevaba dos años en un hospital con graves problemas de salud. La de Alejandra que adoptó a Santi, un adolescente de 13 años que venía de una vinculación fallida. La de María, quien fue adoptada cuando era una bebé y habló de la necesidad de conocer su origen para completar su historia. Y la de Griselda y Fernando, quienes adoptaron a una nena que había tenido varias mamás.

Después de adoptar, Patricia trabajó en algunas ONGs y profundizó sobre el sistema de adopción en nuestro país. “Argentina tiene una buena ley de adopción, al contrario de lo que mucha gente piensa. Es muy de avanzada con respecto a otros países. Solo hay que informarse para saber que adoptar es una posibilidad concreta y real. Si bien hay algunas falencias en el sistema, hay que eliminar muchos mitos. Lo más importante es que exista el deseo de paternar; la adopción es un vínculo que se genera de los dos lados. De los padres y de los chicos”, comparte.

¿El proceso lleva tantos años cómo se cree? La ley dice que cuando se toma una medida de abrigo, el juez tiene 6 meses para buscar a la familia biológica. En el 80% de los casos no se resuelven en ese tiempo, porque los juzgados de familia están tapados de trabajo y no tienen personal suficiente. Muchos jueces tienen mucho temor a la hora de firmar la adopción. Pero para los niños es mucho tiempo. Sin embargo, no todos los chicos que viven en hogares convivenciales tienen disponibilidad adoptiva, si se vinculan con algún familiar. Se le da mucho peso a la sangre, aún sabiendo que en muchísimos casos no va a funcionar.

«Según las estadísticas, se calcula que hay 600 guardas con fines adoptivos por año. En 2020 bajaron a 400 por la pandemia. Muchas personas se separaron o aquellas que estaban solas ahora están en pareja y deben evaluar el proyecto entre dos. Otros quedaron más inestables económicamente y decidieron suspender por el momento la adopción». Claudia Portillo, Directora del Registro Central de Aspirantes de Guardias con fines de Adopción de la provincia de Buenos Aires.

El primer paso

En la actualidad existe un Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) que funciona para todo el país. En general, se busca que el chico quede lo más cerca posible de la zona donde nació para resguardar su historia o priorizar el vínculo, si hay hermanos. Desde hace 10 años, Claudia Portillo se desempeña como Directora del Registro Central de Aspirantes de Guardias con fines de Adopción de la provincia de Buenos Aires.

–¿Cómo definirías el sistema de adopción en nuestro país?

–Es un sistema de avanzada con respecto a otros países. Es gratuito y todas las personas pueden estar en condiciones de adoptar, así estés en una pareja heterosexual, en una relación gay o quieras hacerlo sola o solo. Lo que se buscan son personas que puedan darle una forma de vida digna y cumplir con las necesidades del chico.

–¿Qué hay de verdad en eso de que los hogares están lleno de chicos en condiciones de ser adoptados porque los trámites llevan años?

–Es un mito, no todos los niños que están en hogares están en situación de adoptabilidad. Porque si hay alguien de la familia biológica, lleva tiempo evaluar si pueden restituirse a sus familias de origen. En la provincia de Buenos Aires tenemos 1100 postulantes, pero más del 90 por ciento se anotaron para adoptar niños menores de dos años y sanos. Entonces eso puede llevar mucho tiempo. Pero tenemos grupos de 2 y 4 hermanos sanos y para ellos no hay postulantes. Muchos creen que la adopción puede ser feliz sólo si se hacen cuando son bebés, pero la adopción puede ser igual de plena y amorosa con niños más grandes. Lo importante es cómo establecemos el vínculo.

–¿Cuáles son los primeros pasos a seguir para armar esta gran red de amor?

–Lo primero es consultar al registro de su provincia, porque cada región, al igual que CABA, debe anotarse en el registro que le corresponde. La preinscripción es online. Luego se presenta en el juzgado de familia, expresando las motivaciones, el deseo de maternar y paternar. Un cuerpo técnico realiza algunas evaluaciones psicológicas y se analizan los antecedentes penales de los solicitantes. Se debe ser mayor de 25 años y tener una diferencia de 16 años con el niño, niña o niños que se van a adoptar. De ser extranjero, debe justificar cinco años de residencia en el país. Debemos enfatizar –porque en esto sí hay mucho mito– que no se necesita una gran solvencia económica. Sólo demostrar que se le puede dar una vivienda digna y cubrir las necesidades del chico. No hace falta ser propietario de una vivienda, puede compartir la habitación. Tampoco importa el sexo del adoptante, puede estar casado, soltero, ser mujer u hombre solo y también tener una pareja gay. Siempre decimos que muchas personas se anotan solas, pero no están solos. Una vez que el juez decide entregar un chico en adopción pasará un tiempo (a veces un año o más) hasta la adopción plena.

–¿Los chicos más grandes deciden si aceptan ser adoptados por determinada familia o persona?

–Por supuesto. A partir de los 10 años los chicos deben expresar si quieren ser adoptados por esa familia. Se los escucha, hasta en sus silencios. Algunas criaturas fueron abusadas sexualmente y no pueden ponerlo en palabras, entonces se sienten mejor sin son adoptadas por una o dos mamás, porque en la mayoría de los casos el abuso fue por parte de un hombre. Otros chicos expresan que quieren una mamá y un papá que ya sepan ser padres, entonces buscamos parejas que tengan otros hijos. Tratamos que tengan cosas en común, como por ejemplo hobbies, para que el vínculo sea más fácil y no termine en lo que llamamos “un vínculo fallido”. Hay que acompañar el momento de vinculación porque son extraños, tanto en el proceso de guarda con fines adoptivos, como en la post sentencia de adopción. Para eso hay un equipo técnico que evalúa y otro que acompaña.

–En el documental El día que nos conocimos Pablo, que adoptó a tres hermanos junto a su mujer, cuenta cómo el día que retó a los chicos porque habían tapado el filtro de la pileta, les dijo: “Si lo vuelven hacer se pudre todo” y uno de ellos le preguntó: “¿Nos vas a devolver?”. Él tuvo que aclararles que no, que ellos eran sus hijos y que como mucho se iban a quedar sin pileta todo el mes. Debe ser muy difícil poner el límite sin que los chicos adoptados sientan que puedan ser devueltos al hogar...

–Claro, el miedo a ser devueltos ante el primer traspié está muy presente. En el caso de los hermanitos del documental, ellos tienen otras tres hermanas que fueron adoptadas por otros padres y ambas familias se visitan una vez por mes. Comparten cumpleaños y fiestas. Por eso, en los procesos de adopción se respeta el lugar de origen de los chicos, porque los cambios implican desarraigo y hay que preservar los vínculos fraternos, si los hay. Todos los niños necesitan conocer la verdad de su origen.

–Pero por temas de presupuesto, no todos los adoptantes reciben asesoramiento psicológico.

–Lamentablemente, falta ese equipo técnico que asesore después de la adopción y es muy necesario, porque la frustración es normal. Habrá peleas, berrinches como en cualquier situación entre padres e hijos y habrá que poner el límite con mucho amor. Porque los chicos siempre van a sentir que pueden volver a ser abandonados, pero ese sentimiento no va a durar para siempre.

ETIQUETAS Adopción amor Argentina crianza hijos maternidad paternidad

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