Sociedad
2 mayo, 2022
Ada María Elflein: retrato de otra gran mujer que no nos había sido contada
La docente, politóloga y escritora Cynthia Cordi se dedicó a reunir la obra de esta pionera patagónica. Fruto de esa investigación nacieron dos obras que son parte de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Te invitamos a descubrirlas.

Ada María Elflein (1880-1919) fue una escritora, cronista y docente argentina que dejó enorme huella.
Por Agustina Rabaini
“La Patagonia me llevó siempre a la pregunta por las mujeres que estuvieron antes. De chica leía mucho, todo tipo de relatos, y me gustaba la historia regional. Mi familia vivía en Bariloche y yo soy de General Roca. Un día, hace años, rastreaba datos sobre la primera familia que vivió en la zona y me enteré de la existencia de Ada María Elflein… Decían que había sido la primera turista en llegar a la región junto a otras dos mujeres, que llegó a recorrer toda la Argentina y que publicaba sus crónicas en el Diario La Prensa. Me pareció una historia alucinante y recordé que en Bariloche había una calle llamada Elflein; hasta entonces yo creía que era el apellido de un hombre más: Moreno, Mitre, Elflein…”.
La que habla y recupera la historia y la voz de esta escritora y viajera pionera del siglo XX que vivió entre 1880 y 1919, es otra mujer audaz y apasionada, Cynthia Cordi, una mujer que viene trazando su propio recorrido notable en la ciudad de Ushuaia, donde vive junto a su marido y sus dos hijos.

Para leer más sobre su vida y su obra podés visitar el blog adamariaelflein.blogspot.com.ar
“Elflein fue primero una escritora, después una columnista de La Prensa, y más tarde una cronista de viajes. Tenía un objetivo emancipador: conocer el país, darlo a conocer demoliendo el mito del desierto (educar) e instar a las mujeres a viajar solas –sin acompañar a un marido– y por sus propios medios; en el caso de Elflein, producto de su trabajo y, a su vez, parte de él”, escribe Cynthia Cordi en el prólogo de Impresiones de viaje (Los Lápices).
Nacida en General Roca, ciudad en la que vivió hasta los 16, Cynthia se formó como licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en Buenos Aires, se especializó en el campo de la docencia, y como escritora se dedica a divulgar la historia patagónica. En Impresiones de viajes (Los Lápices) prologó las crónicas de Elflein compiladas por María Valle y en Dos palabras, de la misma editorial, entrega una nouvelle donde imagina la cotidianeidad de Ada María junto a quien fue su compañera de vida, otra docente y viajera, Mary Kenny. Ese libro breve y precioso, que Cynthia comenzó escribiendo en dos cuadernos como si se tratara de diarios de la época, intercala las voces de las dos mujeres.
Dos docentes, Ada María y Mary, como la propia Cynthia durante buena parte del tiempo. Luego de desempeñarse en el ámbito educativo, en colegios y en el ámbito universitario, hace veintiún años decidió abrir una escuela primaria y secundaria que dirige hasta hoy, la Julio Verne. Con ella hablamos para mantener vivo el fuego de aquellas grandes mujeres cuyas historias no debemos perder de vista jamás.
–Si vamos hacia atrás, ¿cómo fueron los primeros años en Río Negro y cuándo se despertó en vos el interés por la lectura y la investigación?
–Cuando era chica era muy lectora. Recuerdo que a los 11 años me regalaron un diario con candadito y ahí empecé a escribir. A esa edad también leía libros como Mujercitas, relatos de Julio Verne y a autoras como María Elena Walsh y Elsa Bornemann. En mi casa se apreciaba también la historia, particularmente la historia antigua y la mitología. Y en tercer grado teníamos un libro llamado “Río Negro, mi provincia” que me encantaba. Siempre fui curiosa y también me gustaba la geografía…

Cuando la escritora Cynthia Cordi descubrió a Ada María Elflein decidió contar su vida y su obra.
La aventura de vivir al sur
Hija de un padre comerciante y de una maestra, Cynthia es la mayor de cinco hermanos. “Cuando nací, mis padres eran muy jóvenes y me abrieron al mundo del teatro, el cine, la música, de chica estaba mucho entre conversaciones de grandes”, relata. Cursó la escuela primaria en General Roca, “en la misma escuela en la que hizo la primaria mi abuelo”, el secundario en un colegio mixto de su ciudad, y en cuarto año su familia se mudó a Buenos Aires. Luego de un breve paso por un colegio local, rindió libre quinto año y se fue unos meses a vivir a Italia, a la casa de unos tíos. “En esa época yo decía que iba a estudiar arqueología, pero extrañaba la Argentina y, al volver, decidí estudiar Ciencia Política y Relaciones Internacionales”.
–¿Cómo llegaste, con el tiempo, a vivir en Ushuaia?
–Mientras cursaba la facultad en Buenos Aires, conocí al que hoy es mi marido, y él era de Tierra del Fuego. Él es licenciado en Ciencia Política, tiene una consultora, y fue funcionario. Yo trabajé en el Senado, en el Consejo Deliberante y en la Dirección de Cultura, pero desde que me recibí siempre di clases: en la Universidad y en un colegio secundario. Con los años me especialicé en Educación, y un día surgió la idea de abrir una escuela con una colega. Así nació nuestra escuela, Julio Verne.
–¿Cómo llegaron la escritura y la investigación?
–Siempre me gustó escribir y participé de talleres literarios, pero en un momento fueron naciendo los chicos, vinieron años de trabajo y a los 30, cuando tuve a mi segundo hijo, abrí la escuela. La escritura había quedado ahí, como un hobby, pero cuando los chicos se hicieron más grandes me fui reencontrando con los talleres, hice una formación en FLACSO en educación, escritura y lectura, y pude dedicarle más tiempo. De esto hace unos diez o doce años.
–¿Y cómo llegaste a saber todo sobre Ada María Elflein?
–Empecé a rastrear datos en 2013 y me sorprendió que fuera alguien de quien se había perdido el rastro. Lo único que encontraba era una brevísima reseña biográfica. Fui buscando más información, todos los libros que publicó, las biografías, y contraté a un investigador privado que me consiguió el legajo de la sucesión. Entonces creé el blog adamariaelflein.blogspot.com.ar, porque me pareció que su historia merecía ser contada. El último libro de Elfelin se publicó en la década del 80, pero el anterior salió durante el primer gobierno de Perón y se regalaba a los mejores promedios de las escuelas. Ella escribía con un estilo muy nacionalista, que era una moda de la época; su estilo no era vanguardista ni de ruptura. La siguiente escritora que pudo dar a conocer su obra fue Alfonsina Storni y ella tiene un estilo distinto, entra bien en la vanguardia. Hay que tener en cuenta que Elflein murió joven, a los 39 años.
–Pero tuvo reconocimiento y pudo desarrollar una obra en vida…
–¡Sí! Sus relatos se leían en las escuelas y sus columnas se seguían con atención. A su tumba fueron personalidades como Perito Moreno, y los estudiantes peregrinaban, era una salida escolar. Elflein fue la primera periodista que trabajó en una redacción de diario y la primera en ocupar un sillón en la Academia Nacional de Periodismo.
–¿Y cómo fue que decidiste llevar la historia de Elflein también al campo de la ficción en Dos palabras?
–La historia de Elflein me dio ganas de escribir un libro y empecé a pensar en una novela. Me sentí identificada con ella de una manera especial y me puse a imaginar lo que no había escrito ni contado, lo que estaría, a lo mejor, en sus notas de diario, en su cuaderno personal desaparecido. Y si Elflein había sido olvidada, Mary Kenny, su compañera, directamente había sido erradicada de la escena. También me parecía necesario encontrarla a ella, una maestra sanjuanina. Con el tiempo fue una alegría poder publicar el libro porque ya estaba bastante satisfecha con que la información estuviera disponible en el blog para quien quisiera buscarla. Empecé a subir cosas a fines de 2015 e Impresiones y Dos palabras se publicaron en 2018 de la mano de María Valle, editora en Los lápices. Ella tenía pensado reeditar las crónicas de viaje de Ada Elflein, y me invitó a escribir un prólogo y una biografía en el libro.
–¿En qué otro sentido te sentiste identificada con Ada?
–Tal vez en su espíritu aventurero y en su gusto por desafiarse a sí misma. Yo tengo fe en que las cosas salen si uno se pone en serio y las lleva adelante con pasión y constancia. Y con el idealismo que implica empezar una empresa nueva. Para escribir un libro, para abrir una escuela, para mudarte y establecerte en una ciudad que no conocés…
–¿Cuáles fueron los desafíos que te propusiste y fuiste llevando adelante? ¿Hiciste lo que quisiste?
Exactamente lo que uno quiere no, porque siempre hay condicionantes externos y hay que saber bailar con ciertas circunstancias y de eso también se aprende. Lo que sí pude es llevar adelante proyectos y en Ushuaia, por ejemplo, coordiné durante años el curso de ingreso al Colegio Nacional, donde había empezado a trabajar cuando llegué, y la primera materia que me dieron para dictar fue Estudios Fueguinos, una asignatura que no existía antes en la currícula oficial. Contenía mitad de historia de Tierra del Fuego y la otra mitad de economía, política, geografía física y económica. Desde entonces, el enganche con la historia local me quedó para el resto de la vida. Y sigo leyendo. Ahora estoy investigando la historia de la primera familia no nativa vivió acá y abrí un blog sobre la primera mujer que vivió en Ushuaia, Eleanor Britten de Lewis, que se encuentra en eleanorbrittenlewis.blogspot.com.
–¿Y cómo es vivir en Ushuaia, una ciudad rodeada de belleza natural y rica en historias por todos lados?
–Vivir en Ushuaia es bastante natural para nosotros, porque nos criamos entre montañas. Creo que no podría estar en un lugar sin montañas. ¡Me gusta el frío, soy de la banda del invierno! Tierra del Fuego tiene lo suyo, porque en los meses de mayo, junio y julio hay poca luz, los días son muy cortos. Y por supuesto que hay familias que tienen una vida más dura que otras: no es lo mismo vivir en la parte baja de la ciudad que vivir en la parte alta o en algunos barrios que no cuentan con todos los servicios o tienen viviendas más precarias. Lo que sí todos tenemos, y nos enorgullece, son los paisajes y la naturaleza. Los chicos de mi escuela hacen actividad física al aire libre, en contacto con el entorno y acá te asomás a cualquier ventana y las vistas son una maravilla.

Ushuaia, Tierra del Fuego, el lugar desde donde Cynthia busca educar compartiendo sus historias.
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