Artes
20 octubre, 2023
¿A quién no le gustaría ser amiga de Julie Andrews?
Con la idea de que podemos construir una gran amistad a través de la pantalla, una obra de teatro homenajea a la actriz y cantante británica para mostrar que hay “amigas invisibles” que abren sendas luminosas. Hablamos con Lucila Gandolfo, la protagonista de esta inspiradora historia.

Lucila Gandolfo (57) ―cantante, actriz y maestra de interpretación y canto― protagoniza el unipersonal Una película sin Julie en el teatro Hasta Trilce.
Por María Eugenia Sidoti
Ver La novicia rebelde. Entrar en la historia al punto de no querer que termine nunca. Soñar con poder, algún día, dar vueltas y vueltas sobre esa misma montaña al son de la canción The sound of music, título original del film. Pensar, con corazón de niña, que la vida es eso: pura música, pura magia.
Eso me pasó cuando era chica, como a tantas nenas. Luego el tiempo transcurrió, pero esa emoción perduró en el tiempo en algún rincón del alma. Un lugar desde donde, de pronto, regresó. Solo bastó sentarme en una butaca de teatro Hasta Trilce para ver a la actriz y cantante Lucila Gandolfo interpretando y cantando esta historia que me habló de aquella que era, que soñaba ser. La obra se llama Una película sin Julie y es preciosa.
En la trama, Lucila es Catalina Lonely, una niña de seis años que también descubre en el cine a la gran Julie Andrews en la piel de María, la novicia devenida en institutriz de los hijos del Capitán Von Trapp. Y cautivada por tanta belleza, Catalina se imagina que pasará la vida entera cantando, como su nueva amiga, la talentosa Julie. Sin embargo, el destino traza planes menos luminosos para ella.
Ese es el disparador de una narración conmovedora que, al tiempo que la protagonista crece, irá mostrando los claroscuros a los que la enfrenta el paso y el peso de los años. El fin de la inocencia, los dolores no buscados, la postergación personal; pero también la esperanza siempre latente y la posibilidad de integrar las partes internas antes disociadas, rotas. Con solo dos bolsos, un paraguas y cuatro sillas como escenografía, y una selección de las más bellas canciones interpretadas en los filmes de Andrews, la obra ofrece una experiencia de inmersión que logra identificar al público desde la simpleza. O, si se prefiere, desde el anhelo más profundo del corazón.

Lucila al comienzo de la función, encarnado la fascinación de la pequeña Catalina Lonely por su nueva amiga de la pantalla grande: la gran Julie Andrews.
Una película muy propia
Lucila también encontró durante la infancia, en aquella novicia de ficción, la inspiración necesaria para querer hacer por siempre eso mismo que había visto en la pantalla. Pero, a diferencia de su personaje, ella sí se animó a ir en busca de ese sueño.
Con una larga trayectoria como cantante y actriz, formada en Argentina pero también en Estados Unidos y en Inglaterra, hoy celebra un recorrido que no fue lineal: primero pensó que debía elegir una profesión “seria”, entonces estudió traductorado de inglés y diseño. Hasta que la vocación pudo más. Y un día, a los 21 años, al finalizar una presentación benéfica del Fantasma de la ópera para su antiguo colegio donde componía a Christine, la protagonista, su papá le dijo: “Me felicitan por ser el padre de la actriz. Vas a tener que hacer algo con eso”.

Una de las escenas más conmovedoras de la obra: cuando la protagonista se enfrenta a una situación traumática durante su juventud.
Al atender aquel llamado, algo por fin hizo clic en Lucila. Y entonces la vida la llevó adonde siempre supo que debía estar: arriba de un escenario. Allí despliega un talento y una fuerza interpretativa que traspasa la piel, lo mismo que su voz, que por momentos suena idéntica a la de la propia Andrews.
Según dice, las ganas de homenajear a su “amiga” Julie vienen desde su propia niñez. Pero recién pasados los 50 años la idea logró tomar forma. “Es un personaje al que uno querría acercarse, ¿no? Yo canto y hablo en inglés desde siempre, y en algún momento grabé algo que sonaba similar a su canto. Ahí fue que se me ocurrió narrar la historia de una fan, una mujer que luego de atravesar un trauma se encierra en un mundo interior y se cobija a sí misma viendo La novicia rebelde y Mary Poppins para sentir la protección de Julie”. Esa idea inspiró luego el guión de Fernando Albinarrate, autor y director musical de esta obra dirigida por Julio Panno que se puede ver los sábados a las 21 en el teatro Hasta Trilce (Maza 177, CABA).
“Es importante lo que se da en la infancia. Uno tiene esa hada madrina o ese amigo invisible que te acompaña, con el que podés hablar. Por eso en la obra comienzo siendo una niña”, relata Lucila que, además de ser maestra de canto y de interpretación, trabajó en varias tiras infantiles. Como mamá de un hijo de 15 años, sabe también que el disfrute de los niños pasa mayormente por ahí: cantar, bailar y jugar. Y por imaginar que el mundo es un lugar hermoso donde todos los sueños pueden hacerse realidad.

Devenida en Miss Lonely, una profesora de inglés severa y distante, aquella niña que soñaba con cantar atraviesa un tiempo de oscuridad.
Sin embargo, a lo largo de Una película sin Julie, la protagonista crece y se encuentra cara a cara con los sinsabores de la vida, atravesando momentos muy complejos. Es ahí cuando Lucila toca la fibra de los espectadores, convirtiéndose en ese puente que conecta almas a través del arte. “Siempre les digo a mis alumnos que la interpretación es entregar amor, contar un cuento abriendo un caminito para llegar al otro. Yo misma fui transitando muchas cosas en la vida, pero encontré mi misión: hacer de mi entrega artística la posibilidad de generar una emoción en alguien. Si te conmovió, si te sentiste identificada, para mí eso ya es el premio mayor”.
La posibilidad de sembrar cosas buenas en otros es, por cierto, uno de los grandes mensajes de la obra. Encender una llama, ayudar a brillar; de eso va la cosa. “Mi personaje, Catalina, rescata a alguien, un niño, y a la vez ella también es rescatada por él. La historia habla de la soledad, del abuso, del dolor, del bullying… Pero también de la esperanza y de la posibilidad de sanar. Eso es lo que de verdad me da felicidad: poder transitar cada noche ese proceso mágico que es la transformación humana”.

Formada en canto lírico, Lucila despliega todo su caudal interpretando las canciones de las películas de Julie Andrews sobre el escenario.
Claro que el camino no siempre es fácil y todos pasamos por muchos traspiés en el trayecto. Lucila también: “Aunque algunas cosas tardaron en llegar más de lo que esperaba, nunca me apagué en ese proceso. Me siento una persona afortunada: siempre digo que todo lo que deseé a la larga se hizo realidad. Eso sí, llegué a todo un poquito tarde: debuté en la Avenida Corrientes a mis 26, conseguí una beca en Londres a los 32 y tuve a mi hijo a los 42. Tal vez la vida me fue dando oportunidades despacito para que pudiera valorar más las cosas. Por eso creo que hay que aprender a confiar, a soltar y a tener paciencia. El momento es cuando tiene que ser”.
Actualmente, Lucila transita ese gran momento que alguna vez soñó, sin perder la fe en que, algún día, por fin podrá conocer a su amiga Julie Andrews en persona, para contarle lo importante que ha sido en su vida. “Le envío mensajes constantemente a través de Instagram. Le digo: ‘Mire, yo soy argentina, canto y bailo y actúo en inglés, en una obra donde le rendimos un homenaje. Todavía no me respondió… Pero yo lo sigo mandando al universo, y sé que en algún momento se va a dar”.
Ficha técnica: Texto, música original y dirección musical Fernando Albinarrate, sobre una idea de Lucila Gandolfo. Dirección: Julio Panno. Duración: 80 minutos. Sábados 21h en el teatro Hasta Trilce, Maza 177 (CABA). Más info: hastatrilce.com.ar
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